En este artículo vamos a repasar algunos de los comportamientos más frecuentes de una persona con problemas con el alcohol y cómo afectan a las relaciones de pareja.
Conducas de un Alcohólico con su Pareja
Las más importantes son estas:
- Ocultar el consumo de alcohol
- Irritabilidad y cambios de humor repentinos
- Falta de interés en actividades compartidas
- Mentiras o excusas sobre su paradero (o actividades)
- Descuido de responsabilidades familiares o domésticas
- Aislamiento social de amigos y familiares
- Negación del problema de alcoholismo
- Episodios de violencia o agresividad
- Dificultades financieras debido al gasto en alcohol
- Priorizar el consumo de alcohol sobre la relación
Ocultar el consumo de alcohol
Imaginémonos a Juan, que decide esconder sus botellas de vino en el fondo de un armario de herramientas, creyendo firmemente que su pareja jamás buscaría allí. ¿Por qué lo hace? Bueno, en el universo paralelo de un alcohólico, este acto de ocultación es tan común como perder los calcetines en la lavadora. La idea es simple: "Si no lo ven, no existe".
Pero, ¿qué motiva este juego del escondite alcohólico? Primero, está el miedo al juicio. Nadie quiere ser el personaje principal en la historia de "Cómo arruiné la cena familiar por estar borracho". Entonces, como buenos magos del disimulo, optan por la táctica del avestruz, escondiendo la cabeza (o en este caso, el alcohol) bajo tierra.
Segundo, la negación. Si Juan esconde el vino, puede seguir argumentando en su tribunal interno que no tiene un problema con la bebida. Es el clásico "no es lo que parece", pero con uno mismo.
Y por último, la ilusión de control. Juan piensa que si regula el cuándo y el cómo bebe a escondidas, de alguna manera mantiene las riendas de su vida. Un poco como decir "yo controlo el alcohol, el alcohol no me controla a mí", mientras se tropieza buscando el abridor de botellas en la oscuridad.
Pero la razón principal por ocultar su consumo es que Juan ya sospecha que está bebiendo demasiado y que lo que hace es malo, así que pospone indefinidamente el momento en que su pareja o un familiar le confronten y señalen el problema.
- Artículo relacionado: "Los 14 tipos de adicciones más importantes"
Irritabilidad y cambios de humor repentinos
El alcohol interfiere directamente en los sistemas cerebrales que regulan el estado de ánimo. Aumenta los niveles de dopamina, un neurotransmisor muy importante, creando inicialmente una sensación de euforia. Sin embargo, este es solo el preludio de un efecto mucho más complejo y menos placentero.
A medida que el consumo avanza, el alcohol comienza a inhibir la actividad de los neurotransmisores excitatorios, como el glutamato, y aumenta la de los inhibidores, como el GABA.
Este desequilibrio químico frena la capacidad del cerebro para procesar información con claridad, lo que nos hace más lentos, tanto en pensamiento como en acción, y disminuye nuestra capacidad de control emocional. Es aquí donde la irritabilidad y los cambios de humor entran en escena.
Por otro lado, el alcohol también desencadena una respuesta de estrés en el cerebro, liberando cortisol, conocido como la hormona del estrés. Este incremento puede agudizar la irritabilidad y hacer que nuestras emociones se sientan más intensas, volviéndonos más propensos a reacciones desmedidas.
- Quizás te interese: "¿Cómo ayudar a un familiar con una adicción?"
Falta de interés en actividades compartidas
En personas con alcoholismo, el cerebro experimenta cambios neuroquímicos significativos que afectan la percepción del placer y la motivación, llevando a una disminución del interés en actividades que antes se consideraban gratificantes. Este fenómeno se debe, en gran parte, a la alteración en el sistema de recompensa del cerebro, especialmente en la forma en que se regulan neurotransmisores como la dopamina.
La dopamina, un neurotransmisor clave en el proceso de experimentar placer y recompensa, se libera en grandes cantidades durante el consumo de alcohol, produciendo sensaciones iniciales de euforia y bienestar. Sin embargo, con el consumo prolongado y excesivo de alcohol, el cerebro comienza a ajustarse reduciendo su producción natural de dopamina y la sensibilidad de los receptores de dopamina. Como resultado, las actividades que normalmente producirían placer, como hobbies, interacciones sociales o logros personales, ya no generan la misma respuesta de dopamina que antes, haciendo que estas actividades sean menos atractivas y satisfactorias.
Esta adaptación neuroquímica contribuye a un círculo vicioso en el que la persona con alcoholismo se vuelve cada vez más dependiente del alcohol para sentir placer o evitar el malestar, descuidando otras fuentes de satisfacción en su vida. El resultado es una pérdida gradual del interés en actividades no relacionadas con el consumo de alcohol, lo que puede llevar a un deterioro significativo en la calidad de vida, relaciones interpersonales y salud general.
Es decir, es importante abordar el alcoholismo con intervenciones que no solo se centren en la abstinencia (evitar el consumo de alcohol), sino también en restaurar y promover alternativas saludables de recompensa y placer (hacer ejercicio con regularidad, construir relaciones sanas y sentimiento de comunidad, etc).
Por ejemplo, si antes Carlos y Ana planificaban hacer senderismo los sábados, ahora Carlos prefiere decir que está cansado o inventar alguna excusa para quedarse en casa bebiendo. No es que de repente odie la naturaleza o le haya desarrollado una alergia al aire libre; es que el alcohol le ha robado la energía y el deseo de participar en esas actividades que solían hacer juntos.
Este cambio en el comportamiento puede ser particularmente doloroso para la pareja, ya que se sienten abandonados en un mundo que solían compartir.
La clave aquí es reconocer que Carlos no ha perdido el interés en Ana o en vivir la vida, sino que está atrapado en la órbita de un problema mucho más grande que necesita ser abordado con comprensión, paciencia y, sobre todo, ayuda profesional.
Mentiras o excusas sobre su paradero o actividades
El alcoholismo lleva a menudo a un patrón de mentiras o excusas sobre el paradero o actividades, una conducta que erosiona la confianza fundamental en cualquier relación de pareja.
Esta dinámica se origina en la necesidad de ocultar la magnitud del problema o eludir conflictos relacionados con el consumo de alcohol. El deseo de evitar juicios o la vergüenza impulsa a la persona a fabricar historias que, aunque parezcan insignificantes al principio, pueden acumularse hasta convertirse en una barrera sólida entre la pareja.
Este comportamiento afecta la relación de manera profunda, minando la confianza y la seguridad emocional que son pilares de cualquier unión. Con el tiempo, el compañero no afectado por el alcoholismo puede sentirse aislado, engañado y frustrado, lo que lleva a un deterioro de la comunicación y, en última instancia, a la disolución del vínculo.
Descuido de responsabilidades familiares o domésticas
El alcoholismo frecuentemente conduce al descuido de responsabilidades familiares o domésticas, debido a la priorización del tiempo y recursos en el consumo de alcohol sobre las obligaciones cotidianas.
Este comportamiento no solo repercute en la dinámica familiar, sino que también puede generar un ambiente de tensión y estrés entre los seres queridos. La incapacidad de cumplir con tareas esenciales, como el cuidado de los hijos, la administración del hogar o las obligaciones financieras, deriva en una carga adicional para otros miembros de la familia, quienes deben compensar estas faltas. Este patrón de descuido tiene un efecto dominó, afectando no solo la estructura y funcionamiento del núcleo familiar sino también la salud emocional y psicológica de sus integrantes.
Los niños, en particular, pueden experimentar sentimientos de abandono y desvalorización, mientras que las parejas pueden sentirse sobrecargadas y resentidas. Reconocer el impacto de estas acciones y buscar ayuda profesional son pasos cruciales hacia la recuperación y el restablecimiento del equilibrio y armonía familiar.
Aislamiento social
El alcoholismo a menudo conduce al aislamiento social, un fenómeno que se manifiesta cuando la persona prioriza el consumo de alcohol sobre las interacciones y actividades sociales habituales. Este retiro puede ser tanto una causa como una consecuencia del abuso de alcohol.
Por un lado, la persona puede buscar aislarse para ocultar la magnitud de su consumo; por otro, el deterioro de las relaciones sociales y familiares a causa del alcoholismo puede llevar a un mayor aislamiento.
Este aislamiento no solo limita su red de apoyo, sino que también refuerza el ciclo de consumo, creando un círculo vicioso difícil de romper. La soledad y el alcohol se retroalimentan mutuamente en una danza peligrosa. Para Elena, cada día se convierte en un eco del anterior, lleno de excusas para no salir y razones para abrir otra botella.
La paradoja del aislamiento social por alcoholismo es que, aunque la persona se aísla para evitar el juicio o la incomodidad de socializar sobria, este aislamiento conduce a una mayor soledad y sufrimiento. Lo que empezó como una forma de autopreservación se convierte en una prisión autoimpuesta.
Negación del problema de alcoholismo
La negación es una característica comúnmente asociada con el alcoholismo, actuando como una barrera significativa tanto para el reconocimiento del problema como para la búsqueda de ayuda. Muchas personas con dependencia al alcohol minimizan la gravedad de su situación, rechazan la idea de que el alcohol esté afectando negativamente sus vidas o incluso niegan por completo que su consumo sea problemático.
Esta negación puede ser tanto una defensa psicológica inconsciente, diseñada para protegerse del dolor y la vergüenza asociados con el reconocimiento del problema, como una resistencia consciente frente a la posibilidad de cambiar un hábito profundamente arraigado.
Este mecanismo de defensa tiene sus raíces en el miedo y la vulnerabilidad. Admitir un problema de alcoholismo implica reconocer que algo se ha salido de control, que el "yo puedo manejarlo" era más una esperanza que una realidad. Para la persona, enfrentar esto significa abrirse a juicios, cambiar drásticamente su estilo de vida y, lo más intimidante, enfrentarse a sí misma.
Un ejemplo cotidiano podría ser cuando amigos o familiares expresan su preocupación por el consumo de la persona, y ella responde con argumentos como: "Todo el mundo bebe", "solo es para socializar", o "puedo dejarlo cuando quiera". Estas frases son los ladrillos con los que construye su fortaleza de negación, cada uno reforzando la idea de que no hay un problema real.
Sin embargo, la negación no solo afecta a la persona con el problema; crea una barrera invisible entre ella y sus seres queridos.
Episodios de violencia o agresividad
El alcoholismo puede incrementar significativamente el riesgo de episodios de violencia o agresividad, tanto en entornos domésticos como sociales. Este aumento en la propensión a comportamientos violentos se debe, en parte, a los efectos del alcohol en el sistema nervioso central, que pueden llevar a una disminución de la inhibición, un juicio pobre y una mayor impulsividad.
Además, el alcohol afecta la capacidad de procesar señales sociales adecuadamente, lo que puede resultar en interpretaciones erróneas de las intenciones de los demás (malentendidos) y, en consecuencia, reacciones desproporcionadas.
La presencia de violencia en individuos con problemas de alcoholismo no solo tiene un impacto devastador en las relaciones personales y familiares, sino que también representa un riesgo significativo para la seguridad y el bienestar de todos los involucrados. Las víctimas de esta violencia, a menudo miembros de la familia o seres queridos, pueden experimentar consecuencias a largo plazo en su salud mental y física.
Dificultades financieras debido al gasto en alcohol
Las dificultades financieras son una consecuencia directa y a menudo devastadora del alcoholismo, provocadas por el gasto excesivo en alcohol. Este patrón de consumo no solo implica la compra de bebidas alcohólicas, sino que también puede acarrear costos adicionales relacionados con el estilo de vida que acompaña a la bebida, como salidas frecuentes, apuestas o compras impulsivas (realizadas bajo los efectos del alcohol).
A medida que la dependencia se profundiza, la prioridad financiera del individuo se desplaza hacia la adquisición de alcohol sobre las necesidades básicas y responsabilidades, tales como el alquiler, la hipoteca, las facturas del hogar, la alimentación, y el cuidado de la familia.
Esta realineación de prioridades puede llevar a deudas significativas, la pérdida de ahorros, e incluso la bancarrota. La situación se complica aún más si el alcoholismo afecta la capacidad del individuo para mantener un empleo estable. La pérdida de ingresos, sumada al aumento del gasto, crea un círculo vicioso de dificultades financieras que puede ser extremadamente difícil de romper sin ayuda externa.
Priorizar el consumo de alcohol sobre las relaciones
Priorizar el consumo de alcohol sobre las relaciones es un indicador común de alcoholismo, donde la bebida ocupa un lugar central en la vida del individuo, relegando a un segundo plano las interacciones personales significativas. Este comportamiento no solo afecta la dinámica de la relación de pareja, sino que también puede erosionar los lazos familiares y amistades. A medida que el alcohol se convierte en la prioridad, se invierte menos tiempo y atención en las necesidades emocionales y físicas de los seres queridos, lo que puede generar sentimientos de descuido, rechazo y soledad en ellos.
Luis Miguel Real Kotbani
Luis Miguel Real Kotbani
Psicólogo | Especialista En Adicciones
La reconfiguración de prioridades afecta profundamente la calidad de la relación. Se deteriora la comunicación, se reducen las actividades compartidas y se incrementa la tensión. Las promesas y compromisos quedan en segundo plano, a menudo incumplidos debido a las consecuencias del consumo excesivo de alcohol. Este ciclo de desatención y descuido puede llevar a conflictos constantes, resentimiento y, en algunos casos, a la disolución de la relación.
La recuperación implica reconocer el impacto negativo que el alcohol ha tenido en las relaciones y trabajar conscientemente para reparar esos lazos. Este proceso no solo requiere reducir o eliminar el consumo de alcohol, sino también invertir tiempo y esfuerzo en reconstruir la confianza y fortalecer las conexiones personales. La terapia de pareja y familiar pueden ser esenciales para ayudar a la persona a recuperse, ofreciendo un espacio seguro para explorar las emociones, mejorar la comunicación y sanar las heridas causadas por el alcoholismo.