Se designa como “adicción” a cualquier enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracterice por una búsqueda patológica de recompensa/alivio mediante el uso de una sustancia (o una actividad, en el caso del juego de apuestas). Las sustancias potencialmente adictivas son de sobra conocidas, aunque algunas están más aceptadas a nivel social que otras.
Según el portal Our World in Data, las drogas son responsables de forma directa o indirecta de la muerte de 11,8 millones de personas al año. El alcohol y el tabaco se llevan los primeros puestos de peligrosidad, pues estas dos sustancias por sí solas acaban con la vida de 3 millones y 8 millones de personas cada año, de forma respectiva. Sin ir más lejos, el tabaco mata casi a la mitad de individuos que lo consumen.
Con todos estos datos en la mano, nos queda más que claro que las adicciones son un problema sociosanitario a combatir. De todas formas, toda acción global comienza a pequeña escala, y el entorno del adicto es esencial para que este se decida a buscar ayuda. Por todos estos motivos, a continuación exploramos los síntomas de la adicción.
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La definición de adicción y sus síntomas
El término “adicción” no se suele utilizar en el ámbito psicológico, pues hace referencia al desorden biopsicosocial que generan las drogas a nivel cerebral, pero el conjunto se entiende mejor si usamos el concepto “Trastorno por uso de sustancias” o “substance abuse disorder” (SUD) en inglés.
Los SUD se caracterizan por una serie de problemas mentales, emocionales, físicos y comportamentales que surgen por el consumo de una sustancia adictiva, sea esta legal, ilegal o recetada por un médico en un entorno concreto. Los pacientes adictos no son físicamente capaces de dejar de usar la sustancia conflictiva por mucho que lo intenten, aunque esto ponga en peligro su vida y la de su entorno.
A pesar de que todos estos conceptos puedan sonar etéreos y difíciles de evaluar, existen criterios estandarizados para cuantificar una adicción. La Asociación Americana de Psicología (APA) edita y publica cada cierto tiempo su Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, documento que sienta cátedra en lo que a la clínica psiquiátrica se refiere. Según la quinta edición, estos son los criterios que se buscan en una persona adicta:
- El paciente consume la sustancia más de lo que tenía planeado en un principio.
- No puede dejar la sustancia por mucho que quiera o que lo intente.
- El paciente pasa mucho tiempo consiguiendo, usando o recuperándose del consumo de la sustancia conflictiva.
- Necesidad y urgencia para utilizar la sustancia.
- El uso recurrente de la sustancia evita que el paciente se desarrolle en otros ámbitos de su vida, como el trabajo, el hogar o el colegio.
- El paciente continúa usando la sustancia a pesar de que el consumo causa problemas en el ambiente íntimo (interpersonal o social).
- El paciente deja de lado actividades sociales, ocupacionales o recreacionales con tal de seguir usando la sustancia.
- El uso de sustancias se sostiene en el tiempo, incluso cuando las actividades en las que se consumen son peligrosas.
- El paciente continúa usando la sustancia, incluso cuando sabe que tiene un problema psicológico derivado de la droga o esta acrecienta la sintomatología de otros trastornos.
- El adicto necesita más sustancia cada vez para llegar al efecto deseado (tolerancia).
- También desarrolla síntomas cuando deja de consumir la sustancia, y estos se pueden remediar con su uso nuevamente (dependencia).
Esta larga lista representa todos y cada uno de los síntomas de una persona con una adicción. De todas formas, un paciente adicto puede no presentarlos todos a la vez, o expresar de forma menos clara sus sentimientos y efectos psicológicos derivados de la situación.
La gravedad del trastorno por uso de sustancias
Si el paciente presenta 2 o 3 de de los síntomas citados, se diagnostica con un “trastorno por uso de sustancias leve”. 4 o 5 signos indican un cuadro moderado, y 6 o más incurren en la parte más grave del espectro patológico. De todas formas, dependiendo de las fuentes consultadas, se estipula que para ser considerada adicta (en cualquiera de sus variantes), una persona debe mostrar al menos 2 síntomas por un periodo de 12 meses o más.
¿Qué no es una adicción?
Como habrás visto, el intervalo temporal en el que se presentan los síntomas es importante a la hora de diferenciar una adicción u otras condiciones. Por esta misma razón, los medicamentos que generan tolerancia y/o síntomas de abstinencia de forma rápida (como la morfina y el fentanilo, sobre todo opioides) en los pacientes médicos son un terreno resbaladizo.
Por ejemplo, una persona con dolor crónico que utiliza un analgésico opioide puede desarrollar síntomas de abstinencia cuando deja de consumirlo, a pesar de haber seguido todas las indicaciones del médico. Esto no se considera una adicción, pues la mayoría del malestar proviene del dolor que el opioide estaba enmascarando, no de que los circuitos cerebrales se hayan modulado según el consumo de la sustancia.
Por otro lado, cabe destacar que solemos utilizar el término “adicción” para muchos ámbitos, como las compras, los hobbies, los videojuegos, el ejercicio e incluso las relaciones íntimas (“soy adicto a estar con mi pareja)”. La realidad es que técnicamente, a día de hoy solo hay una actividad reconocida por la APA como potencialmente adictiva: el juego de azar. Se ha descubierto que, en un adicto a las apuestas, ganar una cantidad cuantificable de dinero en metálico es muy similar a darle una dosis de cocaína a un drogadicto, al menos desde un punto de vista neurológico.
Si seguimos el criterio, no podemos afirmar que el trabajo, las compras, los videojuegos, el deporte o las relaciones sean sustratos adictivos por sí solos. Una persona puede obsesionarse de forma compulsiva con cualquiera de estos frentes, pero esto sería un síntoma de una entidad clínica diferente (y no un trastorno por uso de sustancias).
Esto no quiere decir que no sean actos potencialmente adictivos, sino que aún no se tiene suficiente evidencia para afirmar o desmentir que se trate de un problema de ese tipo, sino que constituirían otra forma de psicopatología.
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Como habrás podido comprobar, es fácil reconocer de forma externa cuando alguien tiene problemas con una sustancia o actividad, pero no tanto demostrar de forma clínica que se trata de un paciente con un trastorno por uso de sustancias. Aquí entran en juego el número de síntomas, el tiempo por el que se presentan y la sustancia o actividad potencialmente nociva, entre otras cosas.
Llaurant La Llum Residencial
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Centro de Tratamiento de Adicciones
De todas formas, la terminología psiquiátrica ocupa un segundo plano cuando tenemos en cuenta que estamos hablando de personas que ponen en juego su vida. Si te has visto reflejado en alguna de estas líneas o has pensado en un familiar, te recomendamos que acudas los profesionales de la medicina y de la psicoterapia. Las adicciones se pueden tratar, pero cuanto más tiempo pasa, peor es el pronóstico del paciente.
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