Tras la escandalosa sentencia emitida sobre el juicio de cinco hombres que agredieron sexualmente a una joven gran parte de la población ha quedado conmocionada, generando así un debate social en relación a la violencia sexual y cómo sería fundamental una reforma del código penal.
Se hace más necesario que nunca tener claro el significado de la violencia sexual y la naturaleza del tipo de actos de los que se compone.
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¿Qué es la violencia sexual?
El concepto de violencia sexual hace referencia a una experiencia traumática en relación a la actividad sexual mantenida por dos o más personas donde no existe consentimiento por una de las personas implicadas. Este término engloba tres tipos de violencia.
1. Acoso sexual
En primer lugar, el acoso sexual, suele ser llevado a cabo de una forma verbal, a través de mensajes, llamadas o a través de coacciones y chantajes, es decir, el empleo de violencia psicológica. La persona agresora presiona e intimida a la víctima con el objetivo de que la otra persona mantenga relaciones sexuales. Por ejemplo, en el ámbito laboral que una persona coaccione a otra a tener relaciones sexuales ya que si no perderá su empleo.
2. Abuso sexual
Otro tipo de violencia sexual con la que nos encontramos es el abuso sexual. Este término hace referencia a cualquier acción que obliga a una persona, hombre o mujer, a llevar acabo conductas sexuales que no quiere realizar o mantener. Es decir, la persona agresora, ya sea hombre o mujer, asume la libertad de acceder al cuerpo de otra persona sin el consentimiento de esta, y no hay una autorización de la actividad sexual por una de las partes.
3. Agresión sexual
Por último, la agresión sexual consiste en acceder al cuerpo de la víctima, sin consentimiento, y empleando el uso de la violencia directa como forma de llegar a la actividad sexual. La forma más grave de agresión sexual es a través de la penetración.
Más allá del dolor físico
Como se observa, la condena al agresor puede variar en función del tipo de violencia sexual empleada. Una de las principales diferencias entre los tres tipos es el empleo de la violencia física. Pero cómo sabemos la violencia física no es la única forma de violencia que existe y como su propio nombre indica, en los diferentes tipos nos encontramos bajo un caso de violencia sexual.
Quizás, una parte del debate abierto en estos últimos días debe centrarse aquí y que no sea el empleo de violencia física el determinante de una mayor o menor condena, si no que el acto en sí,el simple hecho de coartar la libertad sexual de alguien se condene.
En la sentencia emitida se afirma que no hay violencia física, ya que la víctima admite que optó por no resistirse. Quizás no haya golpes o heridas visibles, pero la penetración no consentida por cinco hombres hacia una mujer, la coerción sobre la libertad sexual y por supuesto el daño emocional y las consecuencias psicológicas posteriores son más que suficientes.
¿Por qué en ocasiones no somos capaces de defendernos ante una amenaza?
Uno de los reproches que se le ha realizado a la víctima es que no se opuso en el momento del acto sexual. Esta conducta, desde un punto de vista psicobiólogico, tiene una función de supervivencia cuando nos encontramos ante una amenaza de diferente índole.
En nuestro cerebro tenemos un sensor sumamente potente, conocido como amígdala, la cuál será la alarma interna que nos avise de que hay una amenaza externa o interna, ya que es una de las áreas encargadas del miedo. Cuando nuestra alarma se activa nuestro cuerpo se va a preparar para hacer frente a esa amenaza, es decir, nos preparamos para dar una respuesta de lucha o huida. Consigo aparecerá una gran descarga de adrenalina en el organismo participando en esta respuesta. A su vez las áreas encargadas de la toma de decisiones se encuentran inhibidas, anestesiadas, debido a las sustancias químicas de estrés.
Por tanto, la persona se encuentra en un estado de hiperactivación, es decir, todos sus sistemas de alarma se activan, dando lugar a una incapacitación total de tomar decisiones, por lo que será nuestro sistema nervioso el que decida de una manera instintiva fomentando nuestra supervivencia.
Ante amenazas muy graves, pánico, traumas y situaciones de crisis, donde la situación nos sobrepasa y no disponemos de los recursos necesarios, nuestro cerebro automáticamente se desconecta. Este fenómeno es conocido como disociación, protegiéndonos así del dolor emocional y sufrimiento. En este estado se da una ausencia relativa de sensaciones, congelación de las emociones o reducción de los movimientos físicos. Siendo la defensa menos activa, no trataremos de huir, no seremos capaces de decir no. Será nuestro cerebro el que hable por nosotros y la persona actuará de manera automática.
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¿Cuáles son las consecuencias psicológicas y emocionales ante el abuso sexual?
Estas son algunas de las secuelas habituales que dejan las experiencias vinculadas al abuso sexual.
1. TEPT
Puede tener lugar un Trastorno por Estrés Postraumático cuyos síntomas están relacionados con aparición de pesadillas donde reviva lo ocurrido. Aparición de flashback donde aparece el recuerdo de una forma muy invasiva, pensamientos negativos, y alteraciones del estado de ánimo.
2. Aparición de sentimientos de culpa y vergüenza
La víctima tiene la falsa creencia de que lo ocurrido lo podía haber evitado si hubiese actuado de una manera distinta.
3. Miedo a hablar
Incapacidad de la victima de contar lo sucedido por miedo al rechazo.
4. Sentimientos depresivos
A veces se llega incluso a desarrollar un trastorno emocional.
5. Aislamiento
Puede darse un aislamiento social bien por vergüenza, miedo o desconfianza hacia los demás.
6. Autolesión
Empleo de conductas autolesivas como forma de calmar el daño emocional sufrido o incluso aparición de la conducta suicida
7. Uso de drogas
Abuso de sustancias como forma de aislarse y no pensar en lo ocurrido como forma de calmar todo el daño emocional.
8. Disminución de la autoestima
Todo esto deja una marca en el autoconcepto.
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Revivier el trauma
Es importante tener en cuenta la revictimización que se produce en la víctima generado por instituciones, medios de comunicación y profesionales. Ciertas iniciativas hacen que la victima reviva una y otra vez el dolor y las emociones que están asociadas al evento traumático. Sobre todo en casos tan mediáticos como este último, donde incluso se está poniendo en duda a la víctima en relación a la respuesta dada.
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