Interpretamos y entendemos el mundo que nos rodea gracias a que somos capaces de sentir y percibir.
La sensopercepción es el proceso mediante el cual recibimos la información de los estímulos sensoriales a partir de nuestros sentidos para que pueda ser codificada y procesada después en nuestro cerebro y finalmente podamos generar una experiencia perceptiva consciente.
En este artículo te explicamos qué es la sensopercepción, cuáles son sus principales componentes y de qué manera se organizan los procesos sensoriales y perceptivos desde el nacimiento.
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¿Qué es la sensopercepción?
La sensopercepción o percepción sensorial es un proceso a través del cual capturamos estímulos de nuestro entorno para que puedan ser procesados e interpretados a nivel cerebral.
Percibimos lo que nos rodea e interpretamos el mundo gracias a nuestros sentidos, que transforman las señales electroquímicas recibidas y las transmiten como impulsos nerviosos a los centros neuronales de procesamiento sensorial (proceso de transducción).
La interpretación que hacemos de los estímulos que percibimos no es neutral ni se basa únicamente en las características físicas de lo que nos rodea. Nuestras expectativas, creencias y conocimientos previos influyen en cómo percibimos finalmente un objeto o un fenómeno concreto.
Componentes
La sensopercepción, tal y como indica su propio nombre, consta de dos partes: la sensación y la percepción. La sensación es un proceso neurofisiológico que implica la recepción de información (mediante receptores sensoriales distribuidos por el organismo) que proviene de nuestro propio cuerpo y del entorno.
Existen distintos tipos de sensaciones: las interoceptivas, que nos informan de los procesos internos de nuestro propio organismo a través de órganos como las vísceras, y modulan nuestros estados de ánimo; las propioceptivas, que nos sirven para saber situar nuestro cuerpo en el espacio, procurando información sobre la postura o el movimiento; y las exteroceptivas, que nos proporcionan datos del entorno mediante los sentidos (gusto, tacto, olfato, vista, oído).
Todas nuestras experiencias se basan en procesos sensoriales, y en toda sensación existe un componente físico (un estímulo), un componente fisiológico (recepción del estímulo y transmisión del impulso) y un componente psicológico (procesamiento cerebral y toma de conciencia). La sensación se convierte en percepción cuando nuestro cerebro codifica, interpreta y da sentido a los datos sensoriales.
Por su parte, el proceso de percepción se desarrolla en tres fases: primero, se recibe la información sensorial; segundo, hay un proceso de discriminación y selección de los datos sensoriales, que acceden a nuestra conciencia; y tercero, las áreas encargadas del procesamiento sensorial se ocupan de interpretar y procesar, en base a conocimientos adquiridos y experiencias previas, los datos sensoriales, aunando la información recibida con la previamente adquirida y generando una experiencia perceptiva consciente.
La sensopercepción es, por tanto, un proceso en el que concurren el procesamiento sensorial y el perceptivo, necesarios ambos para que podamos configurar una realidad coherente y accesible.
La organización sensorial
La organización sensorial alude a la forma en que captamos los estímulos a través de nuestros sentidos, a cómo se transmiten al cerebro y dónde se registran las sensaciones. Prácticamente desde que nacemos, los sentidos son funcionales y nos permiten ir accediendo a la información sensorial que nos rodea a través de la estimulación y la acción.
En torno a los 5 o 6 meses, los bebés ya perciben el mundo de una forma similar a como lo hacen los adultos. Una de las características más importantes de la sensopercepción, y en este caso de la organización sensorial, es que la recepción de información de los sentidos se combinan y coordinan para poder generar la experiencia sensorial y perceptiva más completa.
La organización sensorial sigue las siguientes etapas:
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Efectos desencadenantes: un sentido recibe información de un estímulo y solicita la cooperación del resto de sentidos.
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Efectos simultáneos: un solo estímulo provoca que varios sentidos intervengan al mismo tiempo.
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Efectos inhibitorios: varios sentidos actúan en un primer momento y, de forma selectiva, se inhiben uno o más sentidos.
La organización perceptiva
Dentro de la sensopercepción, la organización perceptiva hace referencia a la forma en que nuestro cerebro estructura, interpreta y codifica la información sensorial para darle coherencia y sentido.
Esta información puede estar determinada por los siguientes aspectos: los de tipo fisiológico, como la cualidad de los receptores sensoriales, el estado de ánimo de la persona, su edad, etc.; los de tipo psicológico, como la motivación, las expectativas o el contexto cultural; y los de tipo mecánico, como la intensidad del estímulo.
Nuestro sistema perceptivo se desarrolla siguiendo una serie de pautas. A continuación se presentan los principales sistemas perceptivos:
1. Percepción visual
La visión es limitada en el momento del nacimiento (los bebés no ven, pero pueden realizar exploraciones visuales), y va adquiriendo eficacia y funcionalidad con relativa rapidez. Los recién nacidos discriminan preferentemente ciertos estímulos que, para ellos, son más atractivos; por ejemplo, los más brillantes, los que se mueven, los que tienen colores o los que producen sonidos.
Estas preferencias visuales son innatas, lo que significa que el sistema perceptivo está condicionado desde el nacimiento para que atienda a determinados estímulos frente a otros, y gracias a este mecanismo evolutivo los niños pueden autorregular su propio desarrollo perceptivo, escogiendo de forma espontánea las experiencias de aprendizaje más adecuadas.
2. Percepción auditiva
Los procesos de sensopercepción auditiva son similares a los de la visión. El recién nacido no suele oír, aunque el oído irá afinando su capacidad progresivamente, haciendo que el bebé sea sensible a la intensidad de los sonidos. Los ruidos fuertes y estridentes les provocan malestar, y sonidos como la voz de su madre o la música relajante les tranquiliza.
Al igual que en la percepción visual, los niños muestran preferencia por determinados sonidos sobre otros, especialmente por la voz humana. A los 3 o 4 meses ya son capaces de identificar voces, y de reconocer la de su madre. La madurez auditiva completa se produce en torno a los 4 o 5 meses.
3. Percepción olfativa
El olfato es uno de los sentidos que más y mejor desarrollados están desde el nacimiento. Los niños tienen preferencia por los olores agradables (giran su cabeza hacia ellos) y son capaces de detectar los olores desagradables o perjudiciales. También suelen mostrar preferencia por olores como el de la leche materna o el olor corporal de la madre.
Durante los primeros meses, el infante memoriza muchos de los olores que va captando del ambiente. Y aunque la capacidad olfativa ha sido importante en el desarrollo evolutivo, esta capacidad se ha ido perdiendo con el tiempo debido a una falta de estimulación de la misma, en detrimento de la capacidad auditiva o visual.
4. Percepción gustativa
Desde el nacimiento, lo que ocurre con la percepción auditiva y la visual ocurre también en el caso de la percepción gustativa. Los bebés presentan preferencia por sabores más agradables (los dulces), sobre otros menos agradables (los salados o amargos).
Cabe señalar que el sentido del gusto es el más especializado de todos. Disponemos de más de 10.000 papilas gustativas y somos capaces de detectar 4 sabores y múltiples sensaciones (lo áspero, blanco, seco, duro, etc.).
Las investigaciones realizadas en niños también han podido estudiar la reacción de los infantes al aumento de la concentración de glucosa en los alimentos, comprobándose que también reaccionan con preferencia gustativa en estos casos.
5. Percepción táctil
El procesamiento sensorial de los estímulos táctiles es esencial desde que nacemos, ya que somos capaces de interpretar la realidad a través de nuestra piel y del contacto con el exterior. Normalmente, este primer contacto suele ser con la piel de la madre (mediante caricias y arrumacos), lo que genera un fuerte vínculo emocional y una gran experiencia sensoperceptiva.
A través del contacto de la piel, el niño es capaz de captar vibraciones y de generar experiencias conscientes y sentimientos que cumplen un papel fundamental en la construcción y el desarrollo socio-afectivo. La estimulación del tacto es, pues, esencial para que el niño se forme una imagen mental de su entorno y pueda empezar a construir su particular realidad.
Referencias bibliográficas:
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Merleau-Ponty, M., & Cabanes, J. (1975). Fenomenología de la percepción (p. 475). Barcelona: Península.
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Prieto, R. M., & Percepcion, S. Y. (2009). El desarrollo de la Sensopercepción. Revista Digital Innovación y Experiencias Educativas, 15, 117.