Gran parte de las crisis de pareja vienen dadas por problemas de infidelidad, con su consiguiente falta de confianza y cambios en la manera en la que se ve la relación. Normalmente esto es vivido con gran estrés y frustración por parte de ambos miembros de la pareja, y el sentimiento de culpa es frecuente, incluso en la persona que no ha comentido la infidelidad.
Si bien es cierto que en muchas ocasiones el simple hecho de que se haya producido este engaño es motivo suficiente para que uno de los miembros de la pareja decida romper la relación y alejarse definitivamente, en otros casos la situación puede ser reconducida si el problema de raíz es solucionado y se busca honestamente el perdón de quien se ha visto engañado por un o una amante. Disculparse por una infidelidad es un paso fundamental para recomponer la relación.
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Cómo pedir perdón tras una infidelidad: volver a conectar
En las siguientes líneas veremos varios consejos acerca del papel que debe tener el perdón tras una infidelidad y de qué modo hay que disculparse tras un suceso de este tipo.
1. Asumir que no tiene por qué perdonar
La persona que ha sufrido la infidelidad tiene todo el derecho a no aceptar las disculpas y a dar por terminada la relación sin dar más explicaciones. Si es el caso, es totalmente inapropiado y dañino culparla, pues nadie está obligado a dar segundas oportunidades. Es necesario emprender la tarea de pedir disculpas teniendo en cuenta esto, y que ante la primera señal de que la otra persona quiere estar sola y no quiere hablar con quien le ha sido infiel, se ha de respetar su decisión.
2. Preguntarse por las propias necesidades
Antes de pedir disculpas, hay que plantearse si la infidelidad no es de hecho el síntoma de que no se quiere estar en esa relación. Hacerse esta pregunta puede ser duro, pero es necesario para evitar pérdidas de tiempo y frustraciones a la otra persona y a uno mismo.
3. Tener la charla inicial
Hay que hablarlo, pedir perdón de manera expresa y forjar nuevos compromisos muy concretos, para que la otra persona tenga la capacidad de ver si se producen avances en ellos o i se actúa como i no existieran.
Esta charla debe producirse en un lugar tranquilo y en el que haya intimidad, y su tono debe ser serio, para que se permita la honestidad y para evitar dobles sentidos. Por supuesto, hay que evitar tenerla de manera remota, ya sea mediante mensajes de texto o llamada telefónica. Algo tan importante se merece verse cara a cara. De esta manera, la implicación será mucho mayor.
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4. Asumir la propia responsabilidad
La única persona responsable de la infidelidad es quien la comete. Tener claro esto es totalmente imprescindible, ya que de otro modo, si se plasma en la conversación que la otra persona también es responsable, se introducirá en ella un sentimiento de culpa totalmente inmerecido e injusto.
5. Más acciones y menos palabras
La infidelidad supone una traición a la confianza de una persona. Alguien que ha realizado sacrificios para estar con su pareja, que ha dejado pasar oportunidades que en soltería no habría dejado pasar, y que ha invertido tiempo y esfuerzo en la relación. Por eso, no basta implemente con decir “lo siento”. Hay que mostrar un cambio significativo en la manera de comportarse cada día, en el modo de vivir la relación y de generar hábitos.
6. No hacerlo para compensar, sino para construir
La idea de que pedir perdón por una infidelidad consiste en compensar por el agravio parte de un enfoque incorrecto acerca de lo que está sucediendo. Si esto fuera así, una vez se considera que la infidelidad pasada ha quedado compensada, todo debería volver a como era antes, engaños incluidos.
La idea a seguir es otra: transformar cualitativamente la relación para hacer que se base en la honestidad y la confianza. De esta manera, la necesidad de buscar el perdón de la otra persona se transforma en algo útil y con sentido: una manera de dar pie a la evolución de la relación.
7. Abrirse y ser transparente
Todo el proceso de pedir perdón por una infidelidad pasa por mostrarse vulnerable y mostrar confianza, haciendo que la otra persona tenga motivos para tener más confianza en quien la ha engañado anteriormente. Eso sí, no hay que obsesionarse con la idea de no guardarse ningún secreto, ya que todo el mundo tiene derecho a guardarse secretos siempre que no afecten directamente a la otra persona que comparte su vida con ella, y siempre que no sean numerosos.
Además, intentar ser totalmente transparentes puede tener un efecto rebote, al ser algo prácticamente imposible, da una excusa para buscar excepciones a esta norma a sabiendas de que es absurdo no tener secretos.
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