Ser un 'amateur' o un 'amante' en el amor

Una reflexión sobre cómo los mitos sobre el amor pueden limitar nuestras relaciones.

Ser un 'amateur' o un 'amante' en el amor

El corazón en llamas y el pensamiento borroso. Insomnio. A veces, nos cuesta poner en palabras nuestro propio estado.

Unos cuantos no aman tanto al otro, sino que aman el hecho de amar. Así, la persona que se ama, no importa mucho y se puede cambiar, el amante puede “flirtear”, porque, en definitiva, no ama a nadie más que a sí mismo, ama solamente el hecho de “estar enamorado”.

La búsqueda de la semejanza en el amor

Cuando se encuentra el “alma gemela”, uno se encuentra con otra persona porque se parece; tienen los mismos gustos, los mismos rechazos, les gustan los mismos lugares, las mismas series, películas y la misma música. Se trata de la atracción a lo que se me parece.

Pero todo esto también le hace mal al amor, porque amar al otro solo porque es como yo, sería estar en una relación muy primitiva y narcisista. En lugar de inclinarnos hacia la otra persona, nos inclinamos hacia nosotros mismos. Me estaría amando de esta forma dos veces, en la otra persona, y en mí. Es un amor que solo gira sobre sí mismo. No existe la entrega.

La atracción de los opuestos

Existe también la “atracción de los opuestos”, que suele manifestarse con la frase “nos complementamos muy bien”.

Esto puede llegar a ser una forma falsa de amor, porque busco en el otro lo que me falta, porque soy incompleto y necesito transformarme en una unidad completa. Una persona perfecta, a la que no le falte nada. En definitiva, aquí también, uno se ama a sí mismo.

Errores comunes

Los aspectos positivos de una persona, como su físico, sus talentos y sus dones, su estatus económico y/o social, no deberían ser causa de un sentimiento amoroso. La persona debería ser amada por lo que es y no por lo que tiene. Amar a alguien por lo que es, genera admiración y adoración. Los amateurs eligen partes de la persona, los amantes de verdad, eligen a la persona entera.

La amistad puede soportar la distancia del tiempo y del espacio, dos amigos que dejan de verse por un tiempo, se reencuentran y retoman la conversación ahí mismo, donde la habían dejado tiempo atrás. Al amor, en cambio, le cuesta soportar la distancia y la ausencia física. Los abrazos, los mimos, las caricias, los orgasmos, son necesidades del cuerpo.

El amor nos puede conducir a encuentros sin diálogo, o, por el contrario, a vivir pegados y creer que somos uno. En el primer caso, el amor se quiebra, y sufre, y, en el segundo, ya no hay persona que ame, ni persona que sea amada.

No existe nadie que esté “hecho” para el otro

Es en el espacio de la ausencia sin fin, donde se produce un encuentro amoroso. Se produce de forma milagrosa. Consideramos afortunados a quienes viven este encuentro que se da, de pura casualidad.

El instinto amoroso nos lleva a envolvernos los cuerpos. En cambio, el amor puro, fuera de la sexualidad, el amor por lo que la persona, es un amor más grande. Después del amor puro, ya estaríamos hablando de un enamoramiento místico, que rozaría la locura.

Al amor se lo relaciona con el deseo, porque, como este, nunca tiene fin. Nunca hay algo que lo apague realmente.

Amor hacia afuera y amor hacia dentro

Amar a todo el mundo es la mejor forma de amarse a sí mismo, y en el fondo, de no amar a nadie. Si uno piensa en su propio bien, antes que en el del otro, entonces no es amor. El amante da y no espera recibir. Mucho amor propio entorpece la posibilidad de amar a otro. No hay espacio para el otro. Sería entonces, un amateur que se ampara en su poder, en su placer y disfruta de su soledad, la atesora, como oro. Prefiere soportar, sólo, sus propias presiones, antes de acordar algo con el otro.

Dolores M. Irigoin

Dolores M. Irigoin

Licenciada en Psicologia y Licenciada en Comunicaciones Internacionales, Posgrado en Harvard School of Humanities and Social studies

Profesional verificado
Miami
Terapia online

Para ser amante, hay que dejar de lado la arrogancia, la autosuficiencia, los propios intereses. El amante hace brillar al otro, le saca sus miedos, le da fuerzas, lo hace más deseable, hace hincapié en su inteligencia, cree en sus capacidades y lo alienta. También es nervioso, tempestuoso, inseguro, pasa por gritos, “dimes y diretes” y reconciliaciones, negocia permanentemente, se calma, y vuelve a explotar. Un amante ama todo en el otro.

Psicóloga

Miami

Dolores Irigoin es Licenciada en Psicología y Licenciada en Comunicaciones Internacionales, Posgrado en Harvard School of Humanities and Social studies. Atiende de manera presencial y online.

Psicólogo/a

¿Eres psicólogo?

Date de alta en nuestro directorio de profesionales

Artículos relacionados

Artículos nuevos

Quizás te interese