A veces te pasa que miras a tu pareja y en lugar de sentir tranquilidad piensas: “¿Por qué está conmigo? ¿En qué momento se dará cuenta de que no soy tan especial como cree?”. Y ahí empieza ese miedo de que tarde o temprano se entere de la “verdad”.
Entonces minimizas tus cualidades, rechazas los cumplidos y hasta comparas lo que das con lo que recibes, siempre poniéndote en desventaja.
Si te reconoces en esto, no estás inventando nada raro: tiene nombre y sí, puede ser agotador vivir con esa sensación de que no mereces a la persona que tienes al lado.
El síndrome del impostor: cuando dudas de ti mismo
Seguramente ya habías escuchado hablar del síndrome del impostor, ya que de esto se habla bastante en las redes. Es ese fenómeno donde la persona siente que sus logros no valen tanto, que tuvo suerte o que engañó a los demás haciéndoles creer que era más capaz de lo que en verdad es. Sin embargo, ese término suele estar relacionado sobre todo con el área profesional.
Lo que no se habla tanto es que este mismo patrón puede encontrarse también en el terreno romántico. Y es una sensación que duele mucho, porque una relación debería sentirse como un espacio seguro, no como un examen permanente.
Cuando aparece este síndrome en pareja, empiezas a dudar de si eres suficiente, como si tu presencia no bastara y en cualquier momento la otra persona descubriera que cometió un error al elegirte.
Cómo se ve el síndrome del impostor en la vida en pareja
El amor exige abrirse, mostrarse tal cual uno es, y justo ahí se disparan las inseguridades. Quien vive esto suele pensar que su pareja está “fuera de su liga”, que merece a alguien mejor, y entonces vive con miedo a que todo se derrumbe de golpe.
Esa inseguridad lleva a esforzarse demasiado, a querer complacer siempre o a buscar la perfección en todo lo que se hace dentro de la relación. El problema es que mantener esa imagen genera una presión enorme.
Cuando todo eso ocurre, en lugar de disfrutar, la relación se convierte en una especie de escenario donde tienes que actuar para no perder lo que tienes. Y al final, en vez de sentirte amado o amada, te sientes constantemente en deuda.
Señales de que te sientes impostor en el amor
No hay una única forma de vivirlo, pero hay comportamientos que lo delatan:
- Te cuesta aceptar un cumplido. Cuando tu pareja te elogia, crees que exagera, que no está siendo del todo honesta o que no se ha dado cuenta de que “no eres lo que piensa”.
- Te comparas sin parar. Ves a otras personas y sientes que no tienes tanta belleza, inteligencia, carisma o simplemente crees que no eres tan valioso o valiosa como ellos.
- Miedo al abandono. Te la pasas imaginando que todo se acabará aunque no haya motivos reales.
- Querer lograr la perfección. Te esfuerzas demasiado en estar siempre a la altura, como si tuvieras que ganarte el amor cada día.
- Autosabotaje. A veces te alejas, provocas discusiones o pones distancia, como si quisieras confirmar que el final es inevitable.
- Dificultad para mostrarte vulnerable. Prefieres guardarte lo que sientes porque temes que, si tu pareja viera tu “verdadero yo”, se decepcionaría.
Las consecuencias de vivir así
“Vivir así es morir de amor”, dice una canción. En este caso, vivir así, es morir de angustia… Claro, no literalmente. Lo cierto es que ese miedo constante desgasta mucho.
La ansiedad se multiplica, la autoestima se tambalea y la relación pierde frescura. Porque, en vez de disfrutar lo que tienes, pasas demasiado tiempo pensando en cuándo se acabará o en cómo mantenerlo a flote.
Con el tiempo, esto genera barreras emocionales. La comunicación se vuelve superficial porque ocultas lo que sientes, y esa desconexión termina afectando la intimidad. También aparece la desconfianza: empiezas a interpretar gestos o palabras de tu pareja desde la inseguridad, lo que abre espacio a discusiones que no tienen base real.
Y lo más duro es el círculo que se crea: cuanto más inseguro te sientes, más te esfuerzas por aparentar, y cuanto más aparentas, menos disfrutas. Eso, claro, debilita el vínculo y puede incluso terminar en rupturas que parecían inevitables, aunque en realidad se originaron en tus propios miedos.
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Cómo dejar de sentir que no mereces a tu pareja
La sensación de no ser suficiente no tiene por qué quedarse para siempre. Claro, tampoco hay un remedio que borre esto de una vez y para siempre, pero sí se puede trabajar y poco a poco se vive la relación con más calma y autenticidad.
A continuación, te decimos algunas formas de hacerlo:
- Ponle nombre a lo que sientes. Reconocer que es el síndrome del impostor o que simplemente tienes muchas inseguridades ya es importante. Así puedes empezar a mirar más de cerca y a trabajar en reforzar esa confianza en ti.
- Habla con tu pareja. Compartir esos miedos puede darte alivio, y muchas veces escuchar al otro ayuda a darte cuenta de que tus dudas no reflejan la realidad.
- Trátate con más amabilidad. La autocrítica constante solo alimenta la inseguridad. Intenta hablarte como lo harías con alguien a quien quieres.
- Deja las comparaciones. Cada relación es distinta. Reconoce lo que aportas, aunque te parezca pequeño, porque eso también sostiene el vínculo.
- Acepta los cumplidos sin cuestionarlos. Aunque te cueste, responde con un simple “gracias”, incluso cuando los cumplidos vengan o no de tu pareja. Poco a poco se vuelve más natural.
- Baja las exigencias internas. No necesitas estar demostrando todo el tiempo que vales la pena. El amor no se gana, se comparte.
- Busca ayuda profesional si lo necesitas. Un espacio terapéutico puede servir para entender de dónde viene esa inseguridad y aprender a manejarla de otra manera.
El síndrome del impostor en el amor existe y puede complicar mucho tu manera de vivir una relación. Hace que te veas como alguien insuficiente y que minimices todo lo que aportas, cuando en realidad tu pareja está ahí porque te elige.

Avance Psicólogos
Avance Psicólogos
Centro de Psicología en Madrid
Reconocer estas dinámicas y trabajar en ellas no solo fortalece la autoestima, también ayuda a disfrutar más de la relación, sin sentir que tienes que dar un examen diario para que no te dejen. Porque el amor no se trata de ser perfecto, sino de mostrarse auténtico y confiar en que eso basta.


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