La idea acerca de que los rasgos de la personalidad de las personas no cambian notablemente a lo largo de la vida está muy extendida. Siguiendo esta premisa asumiríamos que nuestros rasgos de la personalidad se mantendrán estables a pesar de los cambios sociales y biológicos atravesados a lo largo de los años.
Esta idea sobre el hecho de que haya una estabilidad de los rasgos de la personalidad, siendo un aspecto bastante universal, permite a las personas tener cierta seguridad a la hora de predecir las propias conductas y las de los que nos rodean, además de servirnos de ayuda a la hora de hacer planes a largo plazo (p. ej., estudiar un carrera considerando que siempre será nuestra vocación).
En este artículo hablaremos hasta qué punto es cierta la idea de que haya una estabilidad de los rasgos de la personalidad o, por el contrario, cómo cambian los mismos a lo largo de la vida, basándonos en diversos estudios que han sido realizados al respecto.
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¿Hay realmente estabilidad en los rasgos de la personalidad?
En el campo del estudio de la personalidad, dentro de la psicología, se han dado numerosos debates con respecto a si hay cambios o una estabilidad de los rasgos de la personalidad a lo largo de los años.
Mientras que los estudiosos de la psicología de la personalidad ponen mayor énfasis en el estudio de las características que se mantienen estables en las personas a lo largo de su vida, la psicología clínica ha hecho hincapié en los cambios de las personas durante el proceso terapéutico.
Podrían considerarse ambas perspectivas igualmente válidas, puesto que en cada uno de los ámbitos los objetivos son diferentes y, además, su centro de estudio son dos caras de la misma moneda que han permitido a las personas adaptarse a determinadas circunstancias. Es decir, que los cambios ayudan a un individuo a adaptarse al ambiente, mientras que la estabilidad ayuda a un individuo a establecer relaciones con los demás, hacer predicciones y reconocerse a uno mismo.
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Cambios y estabilidad de los rasgos de la personalidad a lo largo del ciclo vital
Dada la importancia de ambos factores, el cambio y la estabilidad de los rasgos de la personalidad, vamos a continuación con mayor detalle en qué consiste cada uno.
1. Cambio de los rasgos de la personalidad a lo largo de la vida
Hay 3 factores, entre niveles diferentes, que determinan los posibles cambios de los rasgos de la personalidad a lo largo del ciclo vital.
El nivel 1, sería el de los rasgos disposicionales, que son aquellos rasgos de la personalidad que mantienen cierta estabilidad a lo largo de los años y además tienen una consistencia transituacional, es decir, en diferentes situaciones, siendo este el nivel más estable de la personalidad.
El nivel 2, sería el de los intereses o las preocupaciones personales, un nivel con bastantes más cambios que el nivel 1, estando relacionado con los deseos o las motivaciones individuales de cada persona, por lo que podría ser un nivel de la personalidad que aporte más información acerca de una persona.
El nivel 3 es el de la historia de la vida; está relacionado con la verdadera identidad de una persona y es en este nivel en el que se producen los cambios fenomenológicos de la personalidad, que son realmente difíciles de observar. Este nivel, relacionado con la historia de vida, integra la propia existencia de una persona de manera que sea capaz de responder quién es y hacia dónde va orientada su propia vida, lo que permite a cada persona organizar su propia biografía.
Si el nivel 2 se refería a lo que hace un individuo, el nivel 3 va más allá, explicando hacia dónde va esa persona y quién quiere llegar a ser, siendo una característica fundamental de su propia identidad. Su historia de vida, incluida en el nivel 3, aúna elementos como ideologías, episodios importantes en su vida que le hayan llegado a marcar, aspiraciones vitales y también el legado que pudiera dejar al final de su vida a generaciones posteriores.
Como podemos ver en esos 3 factores, los cambios de los rasgos de la personalidad solamente se suelen dar en algunos aspectos determinados, siendo estos aquellos que están asociados a intereses, necesidades o metas y objetivos que van apareciendo en las diferentes etapas de la vida de las personas, por lo que podríamos decir que, de acuerdo con esta perspectiva, no se producen cambios sustanciales de los rasgos de la personalidad a lo largo del ciclo vital, habiendo además ciertos rasgos de la personalidad que son más susceptibles a cambiar que otros rasgos que se mantienen más estables.
Por otro lado, hay perspectivas al respecto que determinan que los cambios estarían determinados por algunas disposiciones estables de la personalidad. También afirman que el contexto en el que se desenvuelve la vida de un individuo y algunas circunstancias que han sido desencadenadas en el ambiente en ese ambiente en el que vive, los cuales han determinado esos cambios, podrían estar determinados de manera previa por las tendencias de la propia personalidad a moverse en esos ambientes.
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2. Estabilidad de los rasgos de la personalidad a lo largo del ciclo vital
La estabilidad de los rasgos de la personalidad a lo largo del ciclo vital ha contado con una apoyo empírico muy notable a través de numerosos estudios.
Según James, los rasgos de la personalidad de una persona alcanzan una estabilidad bastante afianzada alrededor de los 30 años de edad, mientras que para otros autores que se han dedicado al estudio de la personalidad, los rasgos continúan en proceso de estabilización durante un periodo de tiempo más largo y no alcanzan su punto álgido de estabilidad hasta los 50 años de edad.
En cualquiera de los casos, la mayoría están de acuerdo en que existe un alto grado de estabilidad de los rasgos de la personalidad a lo largo del ciclo vital.
De cuerdo con los estudios realizados a raíz del “modelo de los 5 grandes de la personalidad” (big five), se ha podido encontrar que hay un cierto grado de disminución en los rasgos de extraversión, neuroticismo y apertura a la experiencia a medida que se van cumpliendo años, mientras que los otros grandes rasgos de la personalidad, la responsabilidad y la amabilidad, aumentan con la edad, aunque no se producen cambios muy significativos a partir de los 30 años, lo que reforzaría la teoría inicial de James.
En definitiva, diversos estudios han encontrado que aproximadamente el 75% de la varianza de los 5 grandes factores de la personalidad mantienen una estabilidad a lo largo de toda la vida, por lo que solamente un 25% o lo que es lo mismo, una cuarta parte, está abierta a los cambios, algo que es bastante significativo, a pesar de que hay una mayor proporción en cuanto al grado de estabilidad de los rasgos de la personalidad.
Por otro lado, estos estudios han encontrado que la estabilidad de los rasgos de la personalidad está relacionada en general con factores genéticos o hereditarios, sin tener en cuenta la experiencia de esa persona a lo largo de la vida, es decir, el contexto o el ambiente, por lo que esta idea parece un tanto limitada, y es que los cambios de los rasgos pueden sufrir cambios dependiendo del contexto de cada uno, puesto que cada factor está compuesto por un gran número de rasgos que pueden variar con el tiempo, a pesar de que el valor global del factor se mantenga estable.
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3. Modelo que integra los aspectos de cambio y estabilidad de los rasgos de la personalidad
En 1994 McAdams desarrolló un modelo que integraba el cambio y la estabilidad de los rasgos de la personalidad humana, teniendo en cuenta los 3 niveles de organización mencionados en el apartado de los cambios (rasgos disposicionales, intereses personales e historia de vida), que actúan de forma paralela en cuanto a las funciones y la estructura de la personalidad, habiendo un espacio en cada uno de los niveles para el cambio y para la estabilidad de los rasgos de la personalidad.
A esos 3 factores o niveles iniciales, para este nuevo modelo integrador, añadieron dos factores más que influyen en los cambios y la estabilidad de la personalidad: el papel de la evolución y los aspectos culturales.
El papel de la evolución se refiere al hecho que las variaciones de la personalidad de cada persona se encuentran influenciadas por un diseño evolutivo, de manera que todos los humanos, aunque sean únicos, siguen unos patrones de cambio comunes a todas las demás personas.
El papel diferencial de la cultura se refiere a la influencia en las experiencias vitales de cada persona en función del contexto cultural en el que se desarrolle su vida, teniendo un mayor impacto en su proceso de adaptación al medio que en los rasgos de la personalidad directamente, de manera que podríamos decir que la cultura ejerce su influencia en las historias de vida de las personas, por lo que repercute en la parte psicosocial de la identidad de las personas, habiendo aspectos comunes con otros individuos pertenecientes a la misma cultura.