Afortunadamente, en los últimos años se están produciendo importantes cambios sociales que están contribuyendo a que se produzcan grandes mejoras en los permisos de paternidad. Lo que antes era una rareza o algo impensable en muchos contextos, es cada vez más habitual y se está convirtiendo en un derecho fundamental en muchos países.
En la mayoría de ocasiones esto se plantea más bien desde una perspectiva de igualdad de género, equidad laboral o incluso la corresponsabilidad familiar. Es decir, se suele enfocar principalmente desde los beneficios para los adultos o, como mucho, las familias.
Sin embargo, empieza a surgir el interés por conocer y estudiar a nivel científico el impacto que la presencia del padre puede tener en el desarrollo de las criaturas. Recientemente se ha publicado un estudio realizado en Singapur sobre el tema y esto es relevante puesto que la mayoría de investigaciones se han llevado a cabo en Europa y Estados Unidos. A lo largo de este artículo te explicamos los detalles.
La situación de los permisos de paternidad en Asia
En Asia, existe una gran heterogeneidad en relación con los permisos de paternidad. Sin embargo, uno de los aspectos que comparten entre ellos es que suelen ser mucho más breves en comparación con los permisos de maternidad y, además, se alejan considerablemente de lo que está establecido en algunos lugares de Europa –donde también se pueden observar grandes diferencias entre países–.
De hecho, hay regiones que han empezado recientemente a introducir estos permisos y en algunas ni existen. Mientras que en algunos lugares los permisos de paternidad son de apenas unos días, hay otros países, como Corea del Sur y Japón, en los que las leyes han cambiado y han permitido ampliar notablemente este permiso.
Pese a que se pueden ver las crecientes mejoras, el peso del contexto cultural junto con el del mercado laboral sigue limitando en la mayoría de ocasiones que los padres puedan utilizar estos permisos. Como consecuencia, los padres ven más limitadas sus oportunidades para implicarse en el cuidado de la criatura.
La presencia del padre también importa
Tradicionalmente, se ha puesto más énfasis en el estudio de los permisos de maternidad que en los de paternidad –puesto que, hasta hace relativamente poco, en la mayoría de los países los hombres apenas podían disfrutar de días para estar con su hijo/a recién nacido–.
Sin embargo, se ha observado un cambio social en muchos países que conlleva una mayor implicación de los progenitores varones en los cuidados y la crianza de las criaturas, así como la incorporación de la mujer en el trabajo remunerado. Esto supone que los padres tienen más posibilidades para estar presentes en un momento crucial de la vida del bebé y de la familia.
Además de facilitar la vinculación entre padre e hijo/a, el hecho de que el padre también pueda disponer del permiso de paternidad, puede facilitar la repartición tanto de las tareas del hogar como de la carga mental que conlleva sacar adelante una familia.
Como consecuencia, que los padres estén más implicados podría traducirse en entornos familiares más equilibrados, cálidos, cooperativos y menos conflictivos. Y, sin duda, este ambiente favorece el desarrollo emocional, psicológico y conductual de las criaturas.
El nuevo estudio realizado en Singapur
Son muchos los estudios realizados –principalmente en países occidentales– que señalan la importancia del permiso de paternidad puesto que se relaciona con una mayor participación de los padres en el cuidado de las criaturas y, como consecuencia, el fortalecimiento de la unidad familiar. La información relativa a Asia es menor.
Recientemente ha sido publicado, en el Journal of Marriage and Family, un estudio llevado a cabo en Singapur en el que se los investigadores quisieron ir más allá de la implicación familiar para analizar la relación entre el tiempo que los padres (varones) estaban de permiso de paternidad y el desarrollo de sus hijos e hijas.
Un aspecto novedoso que aporta este estudio es que los autores quisieron ver el impacto a largo plazo, especialmente en contextos asiáticos. Es decir, querían saber si la presencia o ausencia del padre durante los primeros días o semanas de vida del bebé tenían algún tipo de impacto sobre el desarrollo emocional de los niños, su comportamiento y el desempeño académico.
La investigación se basó en dos teorías principalmente. Por un lado, la teoría de los sistemas familiares que plantea que la familia funciona como un equipo donde lo que un integrante hace, afecta al resto. Por otro lado, también se basa en la teoría del capital social que sugiere que los vínculos fuertes dentro de una familia contribuyen positivamente al desarrollo de la criatura.
¿Cómo se llevó a cabo el estudio?
El equipo de investigadores analizó datos del Estudio Longitudinal de Desarrollo Temprano de Singapur, que recopiló información de una gran muestra representativa de niños/as singapurenses y sus cuidadores principales en 2018/2019 y 2021. Concretamente, el estudio se centró en aquellos niños y niñas que habían nacido después del 1 de mayo de 2013, fecha en la que se empezó el permiso de paternidad en Singapur.
Finalmente, la muestra incluyó a 3895 niños que tenían 3 años o más y que vivían con su padre y su madre, siendo la madre la cuidadora principal. Las criaturas fueron evaluadas en dos momentos diferentes: cuando tenían entre 3 y 6 años y cuando tenían entre 5 y 8 años. Es un estudio longitudinal, es decir, se siguió a las mismas familias.
Para medir los problemas de comportamiento, se utilizó el Inventario de Problemas de Conducta (Behavior Problems Inventory, más conocido como BPI) que evalúa conductas externalizantes –como la agresión– e internalizantes –como la ansiedad–. También se midió el rendimiento académico, mediante pruebas, que forman parte de la batería de Woodcock-Johnson, de identificación de letras y palabras y los problemas aplicados para evaluar la resolución de problemas.
Por otro lado, se evaluaron aspectos relacionados con el padre. Por ejemplo, el grado de participación en la hora del baño, el cambio de pañales o el juego, se midieron mediante los reportes que las madres hacían. Del mismo modo, se tuvo en cuenta el grado de cercanía que los hijos sentían con sus padres. Para evaluar la dinámica familiar, se tuvo en cuenta también lo que las madres reportaban sobre los conflictos, la satisfacción marital y la frustración relacionada con la crianza.
Por último, una de las variables más importante del estudio fue si el padre había tenido la opción de poder estar en casa con el permiso de paternidad o no. Se crearon tres grupos:
- Padres que no tuvieron permiso de paternidad.
- Padres que tuvieron una semana de permiso.
- Padres que tuvieron dos semanas o más.
Los resultados obtenidos
Los hallazgos del estudio de Li y Yeung señalan que aquellos niños cuyos padres habían tomado dos o más semanas de baja por paternidad tendían a tener mejores resultados tanto en las tareas de habilidades verbales como en las de razonamiento numérico.
En lo que respecta al ámbito conductual, se observó que el permiso de paternidad no tenía un impacto directo en el comportamiento de los hijos en sí. No obstante, sí se observó un impacto indirecto. Es decir, gracias al permiso de paternidad (de dos o más semanas), se estableció un ambiente familiar más positivo y, como consecuencia, los hijos de los padres que habían tenido dos semanas o más de permiso mostraron menos problemas de conducta entre los 3 y los 6 años y también entre los 5 y los años.
Además, aquellos padres que habían tenido dos o más semanas de permiso de paternidad también se habían implicado más en las tareas de cuidado infantil, mostraban más cercanía con sus hijos/as y se observó una dinámica familiar más positiva.
Como conclusión, la baja por paternidad (de dos o más semanas) influye directamente en el desarrollo de la criatura y en el entorno familiar –que indirectamente también impacta en el desarrollo infantil–. Sin embargo, este impacto no se observó en aquellas familias en las que solo hubo una semana de permiso por paternidad.


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