¿Hay cada vez más personas con TDAH? ¿Hay más información sobre este diagnóstico y se pueden identificar más casos? Sea como sea, la cuestión es que cada vez hay más información y más conocimiento sobre el trastorno por déficit de atención e hiperactividad y esto lleva a que las personas puedan sentirse más o menos identificadas.
Tradicionalmente, se ha asociado el TDAH más con chicos que con chicas, pese a que ellas también pueden tener este diagnóstico. De hecho, un estudio reciente realizado en Suecia revela que las chicas adolescentes son más conscientes de los propios síntomas que los chicos. A lo largo de este artículo te lo explicamos detalladamente.
¿Qué es el TDAH y cómo se manifiesta?
El Trastorno por déficit de atención e hiperactividad, también conocido como TDAH por sus siglas, pertenece a la categoría de los trastornos del neurodesarrollo. Se define, según la CIE-11, como un patrón persistente de falta de atención y/o hiperactividad-impulsividad que afecta negativamente y de forma significativa en los diferentes ámbitos (académico, laboral, relacional, etc.) de la vida de una persona.
Se suele hacer diferencia entre estos diferentes tipos en base a la sintomatología:
- Predominantemente inatento, cuando hay más dificultad para concentrarse o más facilidad para distraerse y olvidarse de tareas.
- Predominantemente hiperactivo-impulsivo, cuando se observa constante inquietud motora, necesidad de hablar mucho o interrumpir frecuentemente.
- Combinado, cuando los síntomas anteriores se mezclan.
¿Los síntomas son los mismos para chicos y chicas?
En el estudio mencionado, realizado en Suecia, observaron que los chicos suelen presentar más sintomatología relacionada con la hiperactividad y la impulsividad. Se les suele describir como más inquietos, impulsivos o con más conductas disruptivas como interrumpir en clase, hablar sin parar o moverse constantemente.
Puesto que estos síntomas son más llamativos, es más fácil que padres, madres y docentes busquen ayuda cuanto antes. Las chicas, sin embargo, tienden a presentar más síntomas del tipo inatento. Esto hace que habitualmente se las perciba como tímidas, soñadoras, distraídas o desorganizadas.
Como los síntomas que presentan con más frecuencia las niñas son más “silencios” e internos, es más habitual que pasen desaparecidos. Por lo tanto, es más probable, que sean infradiagnosticadas o que llegar a este diagnóstico sea mucho más complejo.
¿Las chicas son mejores que los chicos identificando sus síntomas?
El estudio realizado por el equipo de investigación de Frick se llevó a cabo en Suecia con adolescentes de entre 15 y 18 años. Administraron autoinformes (evaluación de los propios síntomas), informes a los padres (cómo ellos perciben el comportamiento de sus hijos) y se completó con una evaluación clínica.
Los resultados revelaron que los autoinformes que las chicas facilitaron mostraban más concordancia con las evaluaciones clínicas (y los diagnósticos llevados a cabo por profesionales expertos en salud mental) que los autoinformes entregados por los chicos.
Los chicos, por el contrario, mostraban una tendencia a subestimar sus propios síntomas. En muchas ocasiones ellos reportaban sentirse bien o no presentar dificultades cuando en las entrevistas clínicas se apreciaban signos claros de TDAH.
Además, otro aspecto interesante es que los autoinformes, en general, fueron más precisos que los informes que aportaban los padres. Esto sugiere que es realmente importante que tanto padres y madres como los profesionales de los diversos ámbitos que están en contacto con los jóvenes les escuchen puesto que pueden aportar información muy valiosa.
¿Por qué ocurre esta diferencia?
En el estudio no se da una explicación directa y contrastada sobre el porqué de estas diferencias en cuanto a la propia percepción de los síntomas que cada persona manifiesta. Sin embargo, hay diversos factores que quizá pueden ayudarnos a comprenderlas mejor.
Por un lado, en términos generales, en el proceso de socialización de las chicas se suele fomentar que presten más atención a sus estados emocionales. Lo mismo ocurre con sus estados de ánimo y su comportamiento.
En este sentido, socialmente se puede estar potenciando que las niñas tengan una capacidad de introspección mayor, o más desarrollada, y más práctica en nombrar lo que sienten.
Por otro lado, los chicos reciben otro tipo de mensajes a nivel social en su proceso de socialización. Durante muchas décadas se ha transmitido la idea de que los hombres no deben pedir ayuda porque deben poder resolver sus dificultades por sí mismos.
Como consecuencia, en un intento inconsciente de evitar sentirse o mostrarse vulnerable (o “débil” como en muchas ocasiones se ha dicho culturalmente), pueden estar más desconectados de sus dificultades. De hecho, algunos autores sugieren que los niños aprenden a minimizar los síntomas tanto por orgullo como por evitar el estigma asociado al diagnóstico.
¿Qué significa esto para padres, docentes y otros profesionales?
Los resultados que este estudio ha puesto de manifiesto son grandes aportaciones para todas aquellas personas adultas que están en contacto de forma diaria con adolescentes. En muchas ocasiones se considera que la información que brindan es poco precisa por su corta edad o experiencia y parece ser que no es así.
En los procesos de evaluación clínica es necesario escuchar y tener en cuenta lo que los propios adolescentes reportan. Aunque la información que padres, madres y profesores/as pueden aportar es muy valiosa, los autoinformes y toda la información que ellos pueden aportar en las entrevistas clínicas es crucial.
Así pues, es fundamental escuchar a las chicas cuando hablan de las dificultades que sufren, incluso si lo que comentan puede ser poco perceptible para el entorno inicialmente. De todas formas, también es interesante que los adultos estén pendiente de las posibles dificultades para poder intervenir cuanto antes.
Por otro lado, no podemos olvidar que muchos chicos han presentado dificultades para reconocer sus propios síntomas. No obstante, que no hablen de ellos o no “los vean” no implica que no esté sucediendo y que no necesiten ayuda. Además, es importante cambiar la perspectiva que se ha trasladado durante generaciones sobre la “debilidad” que conlleva el hecho de pedir ayuda.
Por último, es necesario revisar el TDAH como entidad diagnóstica puesto que parece que históricamente se han tenido más en cuenta los síntomas que afectan más a los hombres que a las mujeres. A día de hoy, este trastorno está infradiagnosticado en mujeres.


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