¿Cómo hacer de la Ansiedad algo constructivo para mí?

La ansiedad no tiene por qué ser un obstáculo siempre; en muchos casos, nos ayuda.

¿Cómo hacer de la ansiedad algo constructivo para mí?

Ponernos frente a frente con la ansiedad puede ser una tarea difícil. De hecho, por momentos, aproximarnos a nuestras emociones y permitirnos aceptarlas, experimentarlas plenamente y con compasión, aparenta ser algo contraintuitivo. Al leer líneas como ésta, es probable que alguien se pregunte: ¿por qué he de aceptar algo que me hace tanto daño? El razonamiento que guía esta pregunta no es del todo equívoco, ya que, en efecto, las sensaciones físicas y subjetivas que acompañan a la ansiedad —palpitaciones, sudoración en las manos y en el rostro, dificultades para respirar, etcétera— son muy desagradables.

La ansiedad es una emoción, y por lo tanto, su función es anticiparnos a la posibilidad de que un estímulo amenazante, sea real o hipotético, nos afecte negativamente (¿y qué mejor manera de advertirnos de una amenaza que poner nuestro sistema nervioso en estado de alerta, verdad?). A pesar de ello, lo que muchas personas tendemos a ignorar es el hecho de que la ansiedad puede ser constructiva en determinadas circunstancias; y de no serlo, también obviamos que somos capaces de hacer algo valioso aún en presencia de esa emoción. Por tales motivos, en este artículo veremos cómo hacer de la ansiedad algo constructivo para nuestras vidas.

Las dificultades para acercarnos a nuestras emociones

La escritora norteamericana Elizabeth Gilbert señala que, en algunas ocasiones, “las emociones acerca de nuestras emociones se vuelven un problema todavía mayor. Si te sientes asustado o ansioso y luego le arrojas vergüenza encima porque deberías estar manejando mejor tu emoción (…) ahora has multiplicado el sufrimiento”. A las personas nos resulta muy complejo permanecer junto con nuestras emociones difíciles y no tirarlas a la basura. De hecho, este es el sustrato sobre el que se asientan algunos mecanismos de evitación de nuestros pensamientos y emociones más incómodas, como la procrastinación o el consumo de sustancias.

Observemos estos fenómenos con lupa. La procrastinación, por ejemplo, implica el aplazamiento progresivo de una tarea, reemplazándola una y otra vez por otras actividades mucho más placenteras o gratificantes que la tarea inicial. La razón por la cual una persona procrastina una tarea se debe a que, cada vez que se enfrenta a ella, experimenta ciertas emociones o pensamientos con las que no es sencillo lidiar. Tal es el caso de alguien quien siente ansiedad y miedo a la crítica de un superior ante la escritura de un informe para el trabajo y, en consecuencia, escoge otras tareas sustitutivas para aliviar la ansiedad de manera rápida y eficaz, como abrir el refrigerador en busca de algo para picar o perder el tiempo en el teléfono móvil.

Cuando nuestra respuesta a la ansiedad es destructiva

Ahora bien: ¿es útil esta suplantación de actividades para resolver la tarea? Definitivamente, no. De hecho, de ser un trabajo muy importante, la persona podría poner en riesgo su situación laboral. Pero, sobre todo, ¿es útil el mecanismo para quitarse la ansiedad de encima? ¡Tampoco lo es! Siempre habrá otra situación ante la cual la ansiedad pueda desencadenarse (otro trabajo desafiante, otra conversación delicada, etcétera). Esto no tiene por qué resultar desesperanzador: la ansiedad es una emoción normal y universal, que nos convierte en seres humanos de carne y hueso.

Además, en algunas situaciones nos puede dar mensajes muy enriquecedores, dignos de ser oídos. Por ejemplo, cuando la sentimos en una calle oscura por la presencia de una sombra extraña, puede ser útil escuchar la llamada de la ansiedad y huir de ese sitio. También, cuando elegimos decir que no a una segunda cita en la que advertimos que no queremos involucrarnos con esa persona a futuro.

Por lo tanto, veremos que el problema no reside en la ansiedad per sé, sino que, por el contrario a lo que normalmente creemos, es necesario que ella esté ahí, acompañándonos. Los motivos por los cuales sentimos ansiedad ante ciertas situaciones y no otras dependerá de los estímulos ante los que nos enfrentemos, pero también de nuestra historia personal, del contexto sociocultural en el que vivimos y del lenguaje del que se han valido las personas a nuestro alrededor desde que éramos niños.

La propuesta no se trata de negar las razones por las cuales sentimos ansiedad —algunas experiencias nos dejan huellas, marcas, que nos acompañarán por siempre y que es necesario reconocer—, pero el punto está en decidir qué hacemos con esa ansiedad. Aquí hay dos alternativas. Una de ellas, como señalaba Gilbert, es añadirle una capa de sufrimiento a la ansiedad que antes no existía, prohibiéndonos experimentarla o haciendo como si allí no estuviera. Es eso lo que ocasiona que nuestra ansiedad sea destructiva, ya que acaba por alejarnos de la construcción de una vida que merezca la pena ser vivida.

La vía para hacer de la ansiedad algo constructivo

Otra vía es escoger el camino de la aproximación a nuestras emociones, el camino de hacerle espacio a la ansiedad en nuestro cuerpo, a ella y a las sensaciones físicas que la acompañan, por más desagradables que sean. Esto puede ser muy liberador, aunque también puede exacerbar nuestra emoción. Sea cual fuere el caso, el acercamiento a la emoción parece ser una estrategia más útil que reemplazarla por una actividad evitativa.

Además, permitirnos sentir la ansiedad sin negarla nos enseña que ésta es pasajera, que tiene una curva, un momento cúlmine y luego se difumina. En otras situaciones, reconocer y aceptar la emoción nos permite hacer cosas importantes para nosotros aún en presencia de la ansiedad —por ejemplo, sentarnos a escribir ese informe junto con nuestra ansiedad en lugar de mirar la televisión con el fin de erradicarla—; en otras palabras, reconocer la emoción nos enseña que tenemos la capacidad de decidir qué hacemos con ella. Es esto lo que configura una relación con la ansiedad constructiva.

Existen prácticas concretas como las prácticas Mindfulness que pueden ser muy efectivas para centrar la atención en las sensaciones físicas que están ocurriendo en el presente, sin necesidad de cambiarlas. Al contrario de lo que suele decirse acerca del Mindfulness, su objetivo no es la relajación, sino la ampliación del campo atencional. Metafóricamente, “nos abre los ojos”; nos entrena en permanecer junto a las emociones y pensamientos que estamos experimentando en este preciso instante, sin juzgarnos, para así tomar decisiones más sabias, alejadas del automatismo.

Javier Ares Arranz

Javier Ares Arranz

Psicólogo especialista en Depresión, Ansiedad y Pareja.

Profesional verificado
Madrid
Terapia online

También es necesario señalar que la práctica no siempre es fácil. Tampoco lo es aproximarse a la ansiedad, aunque sepamos que hacerlo ha probado científicamente ser una gran estrategia para elaborar una relación constructiva con ella. En algunas situaciones, como las crisis recurrentes de ansiedad, o las fobias sociales o específicas, recorrer este camino por cuenta propia puede adquirir una complejidad mayor. Por lo tanto, la consulta con un psicoterapeuta especializado en el tema puede ayudar en el proceso de entablar una forma distinta de vincularse con las propias emociones del mejor modo posible.

  • Hayes, S. (2019). A Liberated Mind: How to Pivot Toward What Matters.
  • TED Connects (2020). Elizabeth Gilbert: It's OK to feel overwhelmed. Here's what to do next.

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