El debate sobre la salud mental es, afortunadamente, cada vez más frecuente. Vivimos en una época en la que, poco a poco, se van desestigmatizando los trastornos mentales y se produce una paulatina alfabetización en salud mental en el público general. El resultado es un mayor conocimiento de las enfermedades mentales y una mejor comprensión de las mismas.
Sin embargo, y tal y como apunta el reciente estudio Public awareness of mental illness: Mental health literacy or concept creep?, esta alfabetización en salud mental puede ser un arma de doble filo, puesto que se ha observado que, en los últimos años, los autodiagnósticos erróneos han aumentado considerablemente, entre otros riesgos asociados.
En el siguiente artículo hablamos de lo que se ha venido a denominar Mental Health Learning (es español, alfabetización en salud mental) y los peligros que esto conlleva.
Concienciar versus patologizar
El concepto de Mental Health Learning (MHL) fue acuñado por un equipo de investigadores australianos en 1997 y, desde entonces, ha ido adquiriendo cada vez más importancia. El término hace referencia al conocimiento que posee el público general en materia de salud mental que, hasta hace pocos años, era realmente escaso. Estamos concienciando a la población, pero ¿es posible que también la estemos patologizando en exceso?
El Mental Health Learning o la alfabetización en salud mental
En efecto; hace unos cuarenta años (o puede que menos), la mayoría de las personas desconocían los conceptos básicos en cuanto a salud mental se refiere. Los términos depresión o ansiedad no formaban parte del lenguaje cotidiano y, si lo hacían, era de forma sucinta y confusa. El resultado era que muchas personas que sufrían patologías mentales se sentían incomprendidas y absolutamente aisladas por la sociedad.
Desde la década de 1990 y, en concreto, con la llegada del nuevo milenio, la alfabetización en materia de salud mental ha ido creciendo significativamente, gracias al esfuerzo de los profesionales de la salud y, en menor medida, de los gobiernos e instituciones educativas. Actualmente existe una amplia concienciación de la sociedad acerca de la necesidad de conocer en profundidad el tema de la salud mental y de los trastornos mentales, lo que, a priori, puede parecer absolutamente positivo.
En realidad, lo es. Gracias a la alfabetización en salud mental se han eliminado (o casi) una serie de estigmas relacionados con las enfermedades de índole mental y, con ello, las personas afectadas se han sentido capaces de pedir ayuda. Todo ello redunda, como puede imaginarse, en una mejora de la salud mental de la sociedad en general. Pero, ¿existen riesgos relacionados con este aumento de la conciencia social en materia de salud mental?
Los riesgos asociados a la MHL
Sí, los hay. En el estudio anteriormente citado, se mencionan, grosso modo, tres: a) un autodiagnóstico erróneo; b) un tratamiento inadecuado y c) una patologización de la angustia, digamos, ordinaria. Veámoslo por partes.
1. Autodiagnóstico erróneo
La amplia difusión de conocimientos sobre salud mental en el mundo de los legos en la materia puede provocar (y, de hecho, provoca) muchos autodiagnósticos al año que, a la postre, pueden resultar erróneos. Esto, según el citado estudio, puede darse a través de dos formas: a) mediante una “falsa alarma” que indica un síntoma que, en realidad, no está vinculado a ningún trastorno, y b) a través del “error”, que es, en esencia, todo lo contrario; no ver síntomas claros de una enfermedad cuando sí los hay.
2. Tratamiento inadecuado
Como consecuencia de lo anterior, muchas personas acuden a un especialista sin que tengan necesidad de ello y, por tanto, pueden recibir un tratamiento inadecuado o, simplemente, innecesario.
3. Patologización de la angustia ordinaria
El exceso de conocimiento en salud mental por parte de los legos en la materia también puede llegar a provocar una patologización de la angustia ordinaria, es decir, considerar como trastornos procesos que son naturales e inherentes a un suceso.
Por ejemplo, según un estudio realizado en Estados Unidos, la mayoría de adultos encuestados consideraban como patologías mentales 11 afecciones que no están incluidas en el manual de referencia para el diagnóstico de trastornos mentales, el DSM-5. Entre estas afecciones naturales se encontraban el duelo persistente y la baja autoestima que, a pesar de ser tratables, no constituyen una patología en sí.
Conclusiones
Así pues, y a la luz de estos datos, podemos concluir que la MHL o Mental Health Learning (alfabetización en salud mental) es una herramienta poderosa para concienciar al público en materia de salud mental y, por tanto, para erradicar los prejuicios y los estigmas relacionados con el desconocimiento.
No obstante, la MHL constituye un arma de doble filo que, si no se utiliza adecuadamente, puede conllevar riesgos importantes, como un autodiagnóstico erróneo (con el tratamiento inadecuado o innecesario correspondiente) y/o una patologización de procesos naturales que no son, en ningún caso, un trastorno mental.
Un ejemplo de patologización (y también de autodiagnóstico) sería considerar que estamos deprimidos simplemente porque nos sentimos tristes durante un tiempo por un suceso que nos ha afectado. En este caso, se trataría de la emoción natural de la tristeza, reacción normal de nuestra psique ante un hecho adverso. Relacionado con esto, observamos un crecimiento preocupante en el uso de expresiones relacionadas con patologías mentales, especialmente entre los jóvenes; expresiones como “estar deprimido” o “ser un poco toc” han pasado al lenguaje común y han perdido todo su significado original. Como resultado de ello, pueden derivarse nuevos prejuicios: por ejemplo, la idea de que las personas diagnosticadas (correctamente) con TOC “exageran” porque “todos somos un poco toc”.
En resumen, la alfabetización en salud mental es algo positivo que ha destruido viejos estigmas sobre los trastornos mentales, hecho que ha redundado en una mejora de las condiciones emocionales y de salud de estas personas. Sin embargo, esta concienciación colectiva en pleno crecimiento puede conllevar nuevos peligros que pueden convertirse, a la larga, en nuevos estigmas. Es responsabilidad de los profesionales de la salud mental una correcta promoción de los conceptos relacionados con la salud mental, así como la rotunda oposición a unos conceptos expansivos en exceso. En definitiva: concienciar no es lo mismo que patologizar.