La confianza en mí: el proceso de construirnos

Fomentar la autoconfianza es clave en el camino hacia una vida plena.

Confianza en mí

El conjunto de habilidades que tenemos, la posibilidad de tomar decisiones, de cuestionarnos qué hacer con aquello que no nos gusta y con lo que sí nos agrada, actuar siendo consecuentes con nuestro decir, aventurarnos a nuevos desafíos: esto es tener confianza en uno mismo, independientemente de los resultados.

El valor que nos otorgamos a nosotros mismos, los diálogos internos, los juicios y prejuicios con que medimos y decidimos actuar, los pensamientos positivos o intrusivos que nos llegan de modo permanente: es nuestra autoestima.

La historia de Luciana

Luciana comienza su proceso terapéutico debido a que estaba en una relación de pareja en la que no podían avanzar en la construcción del vínculo ni separarse. Se había transformado en un vínculo cíclico, tóxico y dependiente. Él llegaba a ella con su posición amorosa para la conquista. Cuando lograba el objetivo y ella accedía a volver a intentarlo, él volvía a alejarse. Esto se repetía cíclicamente a lo largo del tiempo.

Ella accedía a esos retornos porque manifestaba amor por él, ya que en sus ausencias el sufrimiento era intenso. Lo que no podía entender al comienzo era la ausencia de amor propio que la dejaba fuera de escena, sin ser capaz de tomar decisiones para preservarse de este “supuesto” amor. Esta discontinuidad en la relación provocaba en ella situaciones de ansiedad y angustia de las que no podía salir, modificando su vida por completo.

Tanto la confianza en uno mismo como la autoestima se van construyendo con el crecimiento, con la forma y la historia en que nos fueron educando nuestros padres y formadores. A su vez, del modo en cómo fueron criados y educados ellos mismos, esto se manifestará en la forma en que eduquen a sus hijos. Así se replica la crianza y educación en la siguiente generación si no existe una pregunta previa de cómo se desea gestionarla con una mirada diferente. No olvidemos que dicha educación tendrá a ambos padres con sus diferentes posiciones e historias primarias para transferir a sus hijos. Si no se reflexiona para hacer una síntesis y elegir desde la consciencia qué tomar como valores y qué no, esto se repetirá de generación en generación.

Desde allí también se regula la construcción de la confianza y la autoestima, en la cultura en la que vivimos, con los mandatos que se fueron instalando, con las etiquetas limitantes o posibilitantes que nos han marcado fuertemente y también con los miedos heredados.

En Luciana se escuchaba un discurso débil. Había enojos e impotencia ante la acción ajena, pero no podía salir de ese sitio. Cuando comenzamos a trabajar con su historia de vida, fuimos observando que cada decisión que quería llevar a cabo en relación con un deseo era desautorizada por sus padres desde la educación recibida. Ese fue el contexto en el que creció, con exigencias y castigos por no hacer aquello que los adultos decían. Se instaló así el miedo a actuar y decidir, por sus inseguridades de realizar mal las cosas y ser castigada. Esto se replicó en su vida adulta con sus vínculos.

Poco a poco vamos creando cuerdas invisibles que nos atan a algo o a alguien que nos inhabilita para crecer, para avanzar en función de nuestro deseo. De este modo, armamos los cimientos de la estructura de lo que será nuestra personalidad, esa que nos acompañará en el presente, la que tendremos que revisar si no nos sentimos a gusto, con el objetivo de poder pensar hacia dónde queremos conducir nuestra vida.

Nuestra mente se las ingenia para repetir lo enseñado y ser reconocidos desde esa perspectiva. El primer reconocimiento y aprobación que necesitamos es el de nuestros padres. Con la intención de ser queridos y aceptados, llegarán luego las demandas de amor hacia ellos y hacia nuestros vínculos sociales. Buscaremos siempre ser reconocidos y valorados sin pensar primero en darnos el valor propio, el único que necesitamos en verdad, haciendo lo que nos inculcaron que correspondía, lo que nos contaron e impusieron que estaba bien o mal. Pero… ¿bien o mal para quién?

El formato y concepto de familia que habían instalado en Luciana era el de sostener la unión familiar a cualquier costo emocional, sin posibilidad de plantearse cuál era su deseo al respecto. La enseñanza, en muchos casos, no se aloja en la pregunta acerca de qué nos ocurre desde lo emocional, sino que hay imposiciones que deben ser cumplidas. No nos enseñan a preguntarnos qué nos gusta, qué queremos, si nos hace bien tal o cual acción y decisión tomada. Por lo general, se escucha: “es o fue por tu bien”, sin preguntar ni buscar respuestas posibles y variadas para salir de un molde preestablecido.

Cuando comprendemos que no estamos en este mundo para satisfacer el deseo de nadie más que el propio, este momento de comprensión es un gran clic en la vida. Comienza un proceso de replanteos interesantes, con idas y vueltas, con miedos al riesgo, con temores a que el ‘otro’ se enoje, que me desapruebe si no hago lo que venía haciendo, pero con la certeza de que será el proceso más sano que nos toque atravesar. En cada replanteo aparece una nueva pregunta que nos lleva a una búsqueda. Es ahí cuando van apareciendo las posibilidades de mirarnos y reconocernos.

Somos dueños y responsables de nuestra vida. Si nos atrevemos a cambiar la historia desde adentro, crearemos nuestro mejor paradigma, en función del deseo propio y no del mandato ajeno. Hay un segundo nacimiento que se produce cuando sabemos quiénes somos y hacia dónde queremos ir, cuando hacemos lo que deseamos, lo que sentimos, cuando actuamos con libertad, pero también desde el respeto propio y hacia el otro.

Nuestra mente necesita volver a lo conocido, controlar, clasificar, ordenar. Necesita volver a esas “verdades” que nos contaron como únicas, pero que no son propias. El gran desafío será crear nuestra propia verdad. La mente intenta retornar a un pasado. Aunque con queja o enojo, sabe de qué se trata. Todo lo nuevo asusta.

¿Por qué es tan importante la terapia?

La terapia intenta generar el corte en la cadena de repeticiones que nos es conocida. ¿De qué forma? Tomando consciencia y registrando tales escenas, pretendiendo desangustiar, pero no desresponsabilizar del deseo que nos habita. Ese deseo que nos conecta con nuestro ser y, cuando sucede, se pierde la ingenuidad. Se hace consciente lo inconsciente, saliendo de la posibilidad de poner excusas.

Al comienzo se actúa desde un inconsciente que se desconoce, pero nos gobierna. Cuando en el proceso se trae a la consciencia ese contenido, se pierde la ingenuidad y pasamos a la elección. Entonces, si aun conociendo elegimos quedarnos donde no estamos bien, somos absolutamente responsables de tal decisión. Somos responsables de elegir ser protagonistas y no víctimas, ya con la plena conciencia de que hay otros caminos posibles.

Luciana tenía buen registro del trabajo en su espacio terapéutico. Así, una tarde llegó a la consulta y me dijo: “Lo dejé, se terminó, me siento aliviada por esto. Perdí el miedo”. De nosotros depende mostrarnos la posibilidad de otro camino, de no repetir aquel pasado, de saber que somos libres de tomar otras decisiones.

Lo heredado puede que no sea lo que elegimos, ya que la construcción se armó en base al deseo de otros. Podemos y debemos replantearnos la posibilidad de cambiarlo o sostenerlo, sin culpa (o trabajarla en caso de que aparezca).

El miedo también juega sus travesuras con la información que le genera a la mente. En ocasiones paraliza y no permite avanzar. Todos tenemos miedo. Es una emoción válida en su justa medida, la posibilidad que tenemos para reaccionar ante situaciones de peligro. Lo importante es aprender a gestionarlo para continuar sin que se instale e intente dominarnos.

Cuántas veces permanecemos en lugares, situaciones, relaciones, trabajos en los que no queremos estar, quedándonos por la “supuesta” seguridad que creemos nos otorgan, y digo supuesta ya que no se sabe qué hay saliendo de ahí y tomando otro rumbo, eligiendo cosas diferentes, desde la posibilidad de crecer, de sumar, de ser feliz con lo que nos podría gustar.

Cuando Luciana salió de esa relación tóxica, había dejado atrás la ingenuidad, sabía que si volvía solo sería por elección propia, en este caso no ocurrió. Cuántas cosas hay que nos pesan para poder decidir, una de las más fuertes es esa voz interna que nos habita, llena de pensamientos negativos y temerosos. Y así debatimos internamente como un hámster en la rueda, por horas, días, años: si hacemos lo que debemos o hacemos lo que deseamos.

Nuestra tarea será responsabilizarnos de nuestras verdades, cada uno tendrá la propia, la que pudo construir, dependiendo de su historia de vida. Cada uno tendrá la obligación de descubrir su verdad, sin certezas, buscando hacia adentro, hacia ese interior que se desconoce, esa búsqueda jamás podrá ser hacia afuera.

Una breve reflexión

El deseo es propio, es íntimo, es profundo, nos habita, pero tenemos que buscarlo para poder nombrarlo, aceptarlo y ponerlo en práctica. Y es ahí cuando miramos, proyectamos, juzgamos o nos enojamos, cuando nos defraudamos a nosotros mismos, es ahí cuando ponemos en el afuera y no en el adentro. Cuando comenzamos a construirnos, a evaluarnos, a ir hacia adentro, a bucear en ese interior que está lleno de escollos, cuando podemos decir y decirnos por acá sí o por ahí no, cuando ponemos el NO donde queremos que este y el SÍ por elección, es allí donde empieza nuestro camino.

Allí empieza el recorrido de nuestra vida, es ahí donde dejamos de mirar la historia de los demás para pensar qué hacer con la propia y entonces el resto comienza a desvanecerse para darle nacimiento a lo que en verdad interesa en cada uno de nosotros: nuestra esencia.

Tal vez no tengamos claro nuestro camino, nuestras ganas, nuestro deseo, pero puede que tal vez se tenga claridad de qué es lo que NO queremos más para nuestra vida. Busca lo que te haga bien y eso puede estar en muchas variables, un libro, una actividad, en emprendimiento, una terapia. El camino es único y lo que nos hace bien también lo es. Abandonemos las voces que nos indican qué hacer, abandonemos mandatos, posiciones, cometamos errores, ya que es a única forma de aprender, pero por sobre todo salgamos de donde ya no pertenecemos, donde no somos felices, nada malo va a ocurrir más que descubrirnos.

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Gabriela Boullon. (2025, enero 30). La confianza en mí: el proceso de construirnos. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/confianza-en-mi-proceso-de-construirnos

Psicóloga

València
Terapia online

Gabriela Boullon es Licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Argentina John F. Kennedy, y especialista en terapias holísticas, con más de 26 años de trayectoria profesional en este ámbito.

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