Pensemos por un momento en lo que una gran mayoría de personas hace día a día desde que se despierta. Nos levantamos, nos duchamos y aseamos, nos vestimos, desayunamos, vamos a trabajar/estudiar, comemos... son actividades aparentemente simples que tenemos automatizadas y en las que no solemos pararnos a pensar.
Pero se trata de actividades básicas que todos tenemos que hacer simplemente para mantenernos saludables y tener una cierta autonomía, y que hemos ido aprendiendo y desarrollando a lo largo de la vida.
Ahora bien, en algunos casos (accidentes, demencias y otras enfermedades neurológicas, discapacidad...) es posible que una persona pierda la capacidad para hacerlas por sí mismo o bien que no llegue a desarrollarlas. Teniendo en cuenta que se trata de habilidades básicas, ello implica que de cara a lograr un funcionamiento cotidiano adaptativo el sujeto va a precisar de ayudas para poder llevarlas a cabo: va a tener cierto nivel de dependencia, sea de manera temporal o permanente.
Evaluar cuando una persona es dependiente y el grado en que precisa una ayuda concreta no es tan sencillo como puede parecer a simple vista, pero afortunadamente existen diferentes instrumentos de evaluación que nos permiten realizar dicha valoración. Una de ellas es la escala o Índice de Barthel, de la cual vamos a hablar a lo largo de este artículo.
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El Índice de Barthel
Se conoce como Índice de Barthel o Escala de Barthel, el cual en ocasiones también es llamado Índice de Discapacidad de Maryland, a un instrumento de evaluación en forma de escala ampliamente utilizado por diversos profesionales de la rama sociosanitaria con el fin de evaluar o valorar el nivel de independencia que tiene una persona a la hora de realizar actividades básicas.
Esta medida permite valorar la existencia de una discapacidad física o neurológica que suponga una dificultad para el desempeño y realización de tareas fundamentales en nuestro día a día.
Concretamente este índice valora las llamadas actividades básicas de la vida diaria, las cuales se entienden como el conjunto de acciones y actividades que una persona necesita hacer con el fin de mantener un auto-cuidado adecuado y mantenerse sano y activo. Es decir, al contrario que otras actividades que se vinculan más bien a la relación del sujeto con el medio que lo rodea, las básicas se centran en cómo el sujeto se mantiene a sí mismo.
No poder realizar estas actividades supone un claro perjuicio para la integridad física y mental del sujeto e incluso podría llevarle a la muerte en caso de no ser ayudado.
La aplicación del índice de Barthel, el cual empezó a utilizarse en hospitales a partir de 1955, se busca evaluar cómo es el desempeño en un total de diez de dichas actividades básicas de tal modo que se observa si el individuo puede realizarlas sin problema alguno, necesita ayuda de manera o puntual o es totalmente dependiente de la ayuda externa.
Su puntuación total (cuyo máximo en 100 y mínimo 0) nos da una idea general de la necesidad de apoyo externo, si bien cada uno de los ítems de los que dispone nos puede dar información relevante de en qué áreas o tipo de actividades hay problemas o si se puede proporcionar un tipo de apoyo concreto u otro.
Hay que tener en cuenta que este índice se debe pasar en el momento inicial de cara a valorar si el sujeto o no presenta problemas en su vida diaria, pero también durante y tras cualquier intervención rehabilitadora que se utilice. Ello nos permitirá ver si dicha intervención ha tenido o no éxito y en qué nivel, así como ajustar el tipo y nivel de ayuda proporcionado a las necesidades del paciente. Asimismo es importante tener en cuenta que se evalúa lo que el sujeto hace, no lo que podría llegar a hacer.
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Actividades básicas que evalúa
El Índice o Escala de Barthel evalúa como hemos dicho un total de diez actividades básicas de la vida diaria, las cuales pueden dividirse principalmente en alimentación, higiene, desplazamiento y control de esfínteres. Las actividades en concreto que se observan son las siguientes.
1. Comida
Este ítem valora si el sujeto es capaz de comer por sí mismo. Implica ser capaz de introducirse el alimento en la boca, masticar y tragar. Además de ello también se valora si es capaz de realizar acciones como cortar la comida o servirse agua, si bien si pese a no poder hacer estas últimas acciones puede comer por sí mismo también va a tener una puntuación distinta de cero (10 si puede hacerlo todo independientemente, 5 si necesita ayuda para cortar, usar cubiertos, etc.). Si necesita una ayuda completa para poder comer, la puntuación es 0.
Es importante tener en cuenta que lo que se valora es el acto de comer en sí: no importa para esta valoración si la persona ha cocinado la comida o otra persona se la ha preparado y servido.
2. Lavarse/Aseo personal
Esta actividad implica ser capaz por sí mismo de mantener la higiene corporal, de tal modo que puede ducharse y limpiarse de manera autónoma.
También se tiene en cuenta si puede entrar y salir del baño. Se valora si precisa ayuda o supervisión (0) o si puede hacerlo de manera independiente (10).
3. Vestirse
Otra de las actividades básicas es la de vestirse. Aquí se valora si el sujeto puede ponerse y quitarse la ropa de manera autónoma y sin ayuda (10 puntos), tiene que ser ayudado en algunos momentos pero la mayoría de cosas puede hacerlas por sí mismo (5 puntos) o necesita que alguien le ayude en todo momento (0 puntos).
3. Arreglarse
Esta actividad implica en parte aseo personal, e incluye acciones como peinarse, lavarse cara o manos, afeitarse o maquillarse. Se valora si el sujeto puede hacerlo por sí mismo (10) o necesita ayuda para ello (0).
4. Continencia/incontinencia fecal
En esta ocasión estamos hablando de una actividad básica en la que el sujeto elimina los residuos de la digestión por vía fecal. Se valora si el sujeto es capaz de contener las heces (10 puntos), si tiene algún episodio de incontinencia puntual o necesita ayuda de vez en cuando (5) o si es incapaz de controlar los esfínteres por sí mismo, teniendo incontinencia de manera habitual (0).
Esta evaluación se realiza teniendo en cuenta la actuación realizada durante la semana anterior a la valoración.
5. Continencia/incontinencia urinaria
Del mismo modo que se evalúa la incontinencia fecal, también se valora la urinaria.
En este sentido, teniendo en cuenta también el desempeño en la semana previa a la evaluación, se observará si el sujeto puede contener la orina y/o cuidar el funcionamiento de una posible sonda (10 puntos), si tiene episodios (máximo 1 diario) de incontinencia (5) o si de manera habitual no puede retener la orina (0 puntos).
6. Uso del retrete
Vinculado a los dos anteriores puntos, en este caso se valora si el sujeto es capaz de utilizar los sanitarios por sí mismo. Si puede ir al lavabo, quitarse la ropa, realizar sus necesidades y limpiarse se valora con 15 puntos.
Si necesita ayuda pero es capaz de limpiarse se valoran 5 puntos y en caso de que necesite ayuda para ambos aspectos se valorará el ítem con 0 puntos.
7. Trasladarse a silla o cama
Esta actividad entraría entre las que valora la capacidad de desplazamiento del sujeto, concretamente si es capaz de sentarse o levantarse por sí mismo o entrar y salir de la cama.
El sujeto puede ser totalmente independiente (15 puntos), necesitar poca ayuda (10 puntos), necesitar que alguien especializado y con gran fuerza (algo que implica que gran parte del esfuerzo lo hace gracias a dicha ayuda) le ayude aunque puede permanecer sentado por sí mismo (5 puntos) o necesitar una ayuda total en que o una grúa o varias personas lo trasladen y no pueda estar sentado (0 puntos).
8. Deambular
Otra de las actividades básicas que se evalúan en el Índice o Escala de Barthel es la capacidad de deambular y desplazarse en distancias cortas. Se valora si el sujeto es capaz de caminar 50 metros sin ayuda de otra persona o andadores (aunque puede usar muletas o bastones). Si es capaz de manera independiente se puntúa con 15 puntos, si precisa de alguna ayuda o andador 10 y si depende de la ayuda para desplazarse se puntúa con 0.
En el caso de personas en silla de ruedas que puedan desplazarse por sí mismas con dicha silla de manera independiente, se puntúa con 5 puntos.
10. Utilizar escaleras
En gran parte de nuestras urbanizaciones y casas podemos encontrar escaleras, escalones y cambios de altura, de manera que ser capaz de emplearlas es considerada una actividad básica de la vida diaria a la hora de desplazarse.
Un sujeto que puede subir o bajar unas escaleras de manera autónoma es puntuado con 10 puntos en este ítem, si necesita que alguien le ayude o supervise 5 y si no es capaz de utilizar las escaleras se puntúa el ítem con 0 puntos.
Puntuación y significación
El Índice o Escala de Barthel es de fácil aplicación y puntuación. Principalmente hay que tener en cuenta que la puntuación máxima es un 100 (90 en el caso de quienes van en silla de ruedas) y que cada ítem puede ser puntuado con 0, 5 o 10 puntos. Los diez puntos se otorgan cuando el sujeto es totalmente independiente para la acción referida en el ítem, los cinco cuando necesita ayuda para aspectos concretos o cuando ocasionalmente tiene dificultades y los cero puntos se dan cuando el sujeto es dependiente en dicha actividad.
Asimismo hay que tener en cuenta que algunos ítems como el de lavarse o arreglarse solo constan de puntuaciones de 5 (independiente) o 0 (dependiente), y en los casos de trasladarse o deambular se añade una puntuación de 15 que refleja que el sujeto puede trasladarse sin ayuda (el 10 implicaría una ayuda mínima o supervisión).
La puntuación obtenida a partir de esta escala nos permite obtener una idea del grado de dependencia del sujeto evaluado.
Puntuaciones de 100 implican una total independencia, y puntuaciones menores irían reflejando una cada vez mayor dependencia para las actividades de la vida diaria. Puntuaciones de entre 100 y 60 nos indica la existencia de una leve dependencia o necesidad de ayuda, entre 55 y 40 una dependencia moderada, de 35 a 20 nos hablaría de dependencia grave y puntuaciones inferiores a los 20 puntos nos indicarían que el sujeto tiene una dependencia total.
Referencias bibliográficas:
- Cid-Ruzafa, J. y Damián-Moreno, J. (1997). Valoración de la discapacidad física: el índice de Barthel. Revista Española de Salud Pública, 71 (2). Madrid, España.
- Barrero Solís, C.L., García Arrioja, S. y Ojeda Manzano, A. (2005). Índice de Barthel (IB): Un instrumento esencial para la evaluación funcional y la rehabilitación. Plasticidad y Restauración Neurológica, 4 (1-2). Asociación Internacional en Pro de la Plasticidad Cerebral, A.C.