Resulta evidente que estamos viviendo unos momentos de cambio social y político que van asociados con la izquierda progresista. Aquella izquierda que aboga por los derechos sociales, de libertad intelectual y de pensamiento.Una ideología que, en definitiva, se posiciona desde sus orígenes contra las diferentes formas de represión hacia particularidades culturales y de pensamiento, así como a favor de la participación ciudadana en el debate social y político.
Todos estos princioios y posicionamientos morales, sin embargo, necesitan de una implementación, una manera de ser aplicadas a la práctica. Y aquí es donde aparece la polémica y el enfrentamiento acerca no solo de los métodos para asumir los objetivos sino también sobre la meta a alcanzar. Por todo esto, en la Universidad de Minesota se impulsó un estudio para determinar las prácticas y técnicas que usa la izquierda para convencer a la población y derrotar a sus adversarios políticos. La idea de fondo era averiguar si la izquierda es tan dogmática y contraria al cuestionamiento de ciertas ideas como la derecha, tradicionalmente asociada al conservadurismo. Los resultados finales son, cuanto menos, sorprendentes.
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La política, la nueva religión
Lucian Gideon Conway, profesora asociada de psicología en la Universidad de Montana, advierte que la ideología política es una de las variables más arraigadas e influyentes en nuestra manera de pensar, aunque no nos demos cuenta, “hasta el punto de ser dogmática”, apunta.
Hace ya algunos años que, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial (1945) y recién iniciada la Guerra Fría (1945-1991), se acuñó el concepto de guerra de las ideas, vaticinando que las próximas batallas que se iban a librar no serían tan materiales como ideológicas. Desde entonces, la propaganda ha sido la herramienta más útil para combatir las ideas del contrario. Los gastos en periódicos, televisiones y programas afines a dogmatismos políticos, se cuentan por millones de dólares. H
ace poco menos de 1 año que se celebró la Revolución Rusa del 1917 de la mano del comunismo leninista. Algunos lo aplauden, otros lo lamentan y acusan a la izquierda radical de autoritarismo histórico, en gran parte a causa del modo en el que se ha polarizado la opinión pública al respecto. Como muestra de la influencia que la batalla propagandística ha tenido, cabe tener en cuenta que si bien al final de la Segunda Guerra Mundial la Unión Soviética había sido la principal responsable de la derrota de Hitler, en las últimas décadas se cree más bien que fueron los estadounidenses quienes derrotaron a los nazis.
A Conway le picó la curiosidad y, junto con sus colegas psicólogos, decidió hurgar en la manera de transmitir argumentos que tiene la izquierda. Para ella, muchos de los que se mostraban contrarios al dogmatismo, lo practicaban ya verbalmente.
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¿Es la izquierda autoritaria?
Inconscientemente, se suele asociar al autoritarismo con la extrema derecha y con el fascismo. Hay razones para ello, dado que desde estas posturas se legitiman maneras de discriminar a las personas a partir no de sus acciones, sino de su pertenencia a categorías "fijas" como la raza o el lugar de nacimiento. Conway, sin embargo, creía que el dogmatismo también está muy extendido entre la izquierda. Como punto de partida, el equipo de psicólogos tomó el modelo de la "Escala de la Derecha Autoritaria del norteamericano Bob Altemeyer.
Este método no es más que una encuesta para poder medir el autoritarismo de una persona que responde las preguntas. Algunas cuestiones responden al poder que se le debe de otorgar al Estado, la confianza en las autoridades y en sus leyes. Frases como “siempre es mejor confiar en el rigor de las autoridades respecto al cambio climático y otros problemas relacionados con las ciencias”, a las cuales hay que responder en diferentes escalas de concordancia: absolutamente de acuerdo, muy de acuerdo, parcialmente de acuerdo, ligeramente de acuerdo, neutro, parcialmente en desacuerdo, muy en desacuerdo y absolutamente en desacuerdo.
Esta técnica nos acerca a un análisis muy preciso dado el abanico de posibilidades para responder, sobre todo para determinar el nivel de dogmatismo ideológico. Para ello se seleccionaron a 600 alumnos de ideología progresista, y a otros 600 de ideología de la derecha liberal. Ambos grupos respondieron a sus respectivas encuestas de su espectro político de izquierda/derecha.
Asombrosamente, cruzando las respuestas de ambos grupos, coincidían en tres variables. Según los datos obtenidos, los individuos de pensamiento izquierdista son tan autoritarios, dogmáticos y extremistas como sus colegas de derechas. Los participantes interrogados se situaban en el mismo espectro político en cuanto se les pregunta por el poder Estatal.
Conclusiones y limitaciones del estudio
Tal y como asegura Conway, este estudio tiene algunas limitaciones. El número de participantes es demasiado pequeño como para poder extraer conclusiones definitivas. Para el equipo de psicólogos, existen buenas razones para creer que la derecha tiende a ser más dogmática que la izquierda, y aseguran que todavía falta desarrollar un poco más los estudios para poder comparar los comportamientos de ambas ideologías.
Por otro lado, la investigación presenta un sesgo: la confianza en el Estado y las leyes no tiene por qué ser un rasgo de dogmatismo si estas efectivamente sirven para que todos los colectivos sociales vivan bien, o en épocas en las que se percibe la amenaza de la influencia ultraconservadora a causa de la tendencia de esta última a discriminar sistemáticamente a ciertas minorías.