En una sociedad en la que hay tanto que hacer y en la que los cambios se producen de una manera tan rápida, el ritmo de vida de la mayoría de las personas es muy ajetreado. Sin embargo, ni hacer frente a las responsabilidades ni emprender esas difíciles partes iniciales de nuestros proyectos es algo que nos salga de manera espontánea. Necesitamos aprender a vencer la pereza.
En este artículo veremos justamente cómo vencer la pereza, dado que pequeños cambios en nuestra rutina pueden hacer que no caigamos en la trampa de dejarlo todo para otro día.
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Consejos para saber cómo vencer la pereza
Uno de los descubrimientos más relevantes realizados por la psicología es que el ser humano no se comporta de un modo racional. Ateniéndonos a la teoría, somos capaces de planificar proyectos razonables, e incluso llegamos a imaginar con todo tipo de detalles qué es aquello que queremos hacer, pero eso no implica que realmente vayamos a hacerlo… incluso aunque el coste de no hacerlo sea alto, y el esfuerzo requerido para ello no sea descabellado.
Muchas veces, cuando nos planteamos hacer algo que sabemos que no irá bien, hay algo que nos retiene, nos lleva a no salir de una actitud pasiva. Una auténtica barrera a la hora de acometer esas acciones necesarias: ir al gimnasio, cocinar algo sano, estudiar para un examen o incluso hacer una llamada telefónica. Se trata muchas veces de tareas tan sencillas que no llegamos a explicar por qué postergamos siempre.
Por eso, para llegar a vencer la pereza es importante tener claro que esta no es una batalla que vaya a ser ganada solo desde la introspección y la reflexión. Sabemos que debemos hacerlo, pero eso no es suficiente para conseguir llevarlo a la práctica. Por lo tanto, hay que cambiar nuestra manera de actuar; los cambios en el pensamiento se producirán después como consecuencia de lo anterior. Para saber cómo hacerlo, sigue las siguientes pautas.
1. Duerme bien
Esto puede parecer un detalle sin importancia, pero no lo es. Mantener una buena higiene del sueño es imprescindible para contar con la energía suficiente para hacer aquello que queremos. Si estamos todo el día cansados por haber dormido poco, ese malestar será la excusa que usaremos para seguir procrastinando, sin emprender aquello que queremos hacer.
Así pues, ve a dormir siempre en un límite horario muy delimitado pero razonable, y de ese modo no te expondrás a la tentación de quedarte hasta tarde en vela, algo típico de las personas preocupadas por tener responsabilidades que de momento no están siendo atendidas, al sentirse culpables.
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2. Estructura tus tareas
El truco está en ponérselo muy fácil a uno mismo, y para ello es importante establecer una planificación detallada de lo que se va a hacer, si no está hecha ya. Si percibimos la tarea a realizar como un conjunto complicado de acciones, algo que requiere una gran cantidad de esfuerzo en su conjunto, esa perspectiva nos intimidará y preferiremos cualquier cosa en vez de pensar en ella.
3. Cómo dar el primer paso
En el hecho de poder dar ese primer paso está la clave para vencer la pereza. Para ello, lo mejor es plantearse hacer algo absurdamente sencillo y que sea a la vez el primer paso para hacer aquello que quieres. Si crees que deberías ir al gimnasio, proponte ir y hacer tan solo una serie de ejercicios: por ejemplo, ir al vestuario, cambiarte, subir a la sala de pesas y hacer media docena de sentadillas. Si tienes que escribir un proyecto de universidad, proponte encender el ordenador, abrir el editor de texto y escribir una frase. Si quieres estudiar, proponte abrir los apuntes y leer las primeras dos líneas de texto.
En la gran mayoría de los casos, y del mismo modo que hasta ese momento no podías ser capaz de empezar la tarea, no serás capaz de limitarte a realizar solo esas acciones tan sencillas, y seguirás hacia adelante hasta tener la sensación de haber realizado una jornada de trabajo con la que te puedes sentir bien. En este caso, la manipulación de tus propias expectativas jugará a tu favor.
4. Aprovecha cualquier momento para progresar
Siguiendo con la lógica de lo que hemos visto hasta ahora, es importante evitar darte motivos para pensar en lo que tienes que hacer como si fuese algo intimidante y difícil de conseguir. Para ello, aprovecha cualquier momento para ir haciendo, en vez de asignarte de antemano un día y una hora para hacer un esfuerzo titánico. Es importante que te pongas fechas límites sucesivas y relacionadas con objetivos relativamente sencillos de conseguir.