La automedicación es una práctica que se ha extendido en la población general en las últimas décadas y que muchas veces conlleva una serie de problemas y peligros para la salud.
Podemos definir la automedicación como la tendencia a autoadministrarse todo tipo de fármacos sin la supervisión, la prescripción o la intervención de ningún médico o profesional de la medicina.
Es habitual automedicarse para tratar problemas leves como el dolor de cabeza o la fiebre; sin embargo, para tratar problemas más graves como algunas enfermedades, debemos evitar automedicarnos, ya que con ello podemos poner en peligro nuestra salud de múltiples maneras. Así pues, veamos cuáles son los riesgos asociados a la práctica de la automedicación.
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Los principales riesgos y peligros de automedicarse
Para evitar la proliferación de este tipo de práctica, a continuación veremos cuáles son los principales peligros de automedicarse de manera frecuente.
1. Equivocarse confundiendo fármacos
Uno de los principales peligros a los que pueden verse abocadas las personas que se automedican es el hecho de equivocarse al confundir un fármaco por otro.
Esto sucede, a veces, asumiendo que la caja de pastillas que hay en casa es el tipo de medicamentos que necesitamos para nuestra dolencia en particular, aunque bajo otro nombre comercial.
Tomar un medicamento específico creyendo que es lo que necesitamos y usando en realidad otro puede tener consecuencias verdaderamente negativas para la propia salud, además de exponernos a posibles efectos secundarios que pueda provocar el fármaco.
Para evitar que esto suceda debemos hacer caso a las indicaciones de un médico cualificado, quien nos recetará siempre la mejor opción para nuestro caso, aclarando sus nombres, si hay más de uno.
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2. Equivocarse con la dosis recomendada
Todos los medicamentos deben ser administrados de una forma determinada para que su principio activo haga el efecto determinado a una persona en particular, atendiendo a sus características particulares (por ejemplo, su sexo o edad).
Las personas que se automedican suelen ignorar esta norma básica y normalmente suelen equivocarse con la dosis administrada que ingieren de un medicamento en particular.
Esto tiene como resultado un aumento del riesgo de intoxicación cuando se consume una dosis mayor de la recomendada o bien una disminución del efecto del principio activo si la dosis es demasiado baja, con lo cual la enfermedad se deja sin tratar.
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3. Mayor riesgo de reacciones alérgicas
Los medicamentos mal administrados pueden ocasionar alergias muy peligrosas para nuestra salud si no están recetados por un médico, por eso resulta de tanta importancia contar siempre con la receta correspondiente para cada fármaco que vayamos a consumir.
A veces puede suceder que no recordemos reacciones alérgicas en el pasado y usemos un medicamento que nos provoca esa alergia en particular, algo que puede poner en serio riesgo nuestra salud. Por eso, los profesionales de la salud tienen en cuenta nuestras reacciones alérgicas pasadas.
4. Mayor riesgo de efectos secundarios
Tomar mal un medicamento, es decir, sin la supervisión de un profesional de la medicina, puede aumentar las posibilidades de sufrir efectos secundarios. Hay que tener en cuenta que prácticamente todos los medicamentos pueden generar estos efetos indeseados en mayor o menor medida, por lo que las indicaciones médicas se adaptan a las mejores maneras de minimizar los riesgos y detener el tratamiento en caso de que surjan dichos problemas.
Un efecto secundario puede ser por ejemplo, tomar pastillas que pueden causar úlceras estomacales sin haber comido nada antes, la somnolencia o bien el riesgo de desarrollar hepatitis.
5. Aumentan las probabilidades de desarrollar una adicción
Otro de los peligros más habituales de tomar un medicamento por uno mismo es el aumento del riesgo a desarrollar una adicción a dicho fármaco, puesto que muchos de ellos pueden tener a la larga este efecto en el organismo. Esto ocurre sobre todo con los psicofármacos u otros produtos que tienen la capacidad de modificar el funcionamiento de nuestro cerebro.
La supervisión de un médico especializado nos asegurará que tomamos la dosis adecuada y correspondiente, necesaria para evitar cualquier tipo de adicción a dicho fármaco.
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6. Resistencia al medicamento
El uso frecuente o incorrecto de determinados medicamentos facilita que los agentes patógenos a los que estos deben combatir acaben desarrollando resistencia a los fármacos.
Esto significa que los medicamentos ya no tienen ningún efecto contra la enfermedad que supuestamente deben tratar, o este queda muy minimizado, algo que puede suceder con gran facilidad si tomamos cualquier fármaco de manera indiscriminada y sin supervisión.
7. Interacciones con otros medicamentos
Algunos medicamentos pueden perder su efecto al interactuar con otros fármacos que pueda estar tomando la persona o bien al entrar en contacto con determinados alimentos o bebidas.
Esto es algo que debe ser tomado en consideración siempre que tomemos cualquier medicamento y que difícilmente podemos tener en cuenta sin contar con una receta profesional de un médico que conozca perfectamente nuestro caso.
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8. Enmascaramiento de otras enfermedades
La administración de fármacos no recomendados por parte de cualquier persona también puede enmascarar otras enfermedades graves que pueden no ser detectadas por los profesionales de la salud.
Esto dificulta la detección de todo tipo de enfermedades y consecuentemente su posterior diagnóstico y tratamiento.