La familia representa ese primer grupo social al que pertenecemos en nuestra vida. Es en ella donde se construyen las raíces de lo que somos, donde formamos nuestros primeros vínculos y adquirimos una visión particular del mundo. A través de los lazos familiares también construimos una identidad y un concepto de lo que se supone que debemos ser. En definitiva, los primeros vínculos familiares dan forma a los cimientos de nuestra persona.
En una situación ideal, la familia es un espacio de amor, apoyo y protección incondicionales. Si bien a medida que crecemos vamos logrando hacer un camino propio, nuestros seres queridos representarán para siempre ese lugar seguro al que volver. No obstante, la realidad es que muchas familias muestran dinámicas problemáticas que las llevan a fracasar en su funcionamiento. En lugar de ser nidos cálidos que arropan, pueden sentirse como el más frío de los iglús. Incluso, pueden resultar entornos terroríficos como el mismo infierno.
Qué duda cabe de que las familias perfectas sólo tienen espacio en las películas. La armonía absoluta es imposible en una red tan llena de entresijos y complejidad, donde cada miembro ocupa un rol concreto, aparecen emociones ambivalentes, se forman vínculos y alianzas y se arrastran herencias invisibles de las anteriores generaciones.
Una de las cuestiones que empañan la dinámica de muchas familias tiene que ver con la preservación de secretos. Tabús encerrados en un cofre cuya llave se pasa de mano en mano, de padres a hijos, una y otra vez. Los secretos pueden ocasionar enorme sufrimiento por la culpa y la vergüenza normalmente asociada a ellos. En ocasiones, los secretos crean jerarquías en las familias, marcando la diferencia entre aquellos miembros que los conocen frente a los que no.
Llegadas a un punto, muchas familias toman la decisión de revelar ese secreto que las ha venido atormentando durante demasiado tiempo. Sin embargo, abrir la caja de Pandora es algo delicado que requiere tacto y cuidado.
En este artículo hablaremos acerca de cómo revelar un secreto de familia.
Los secretos buenos y malos
A grandes rasgos, todos sabemos qué es un secreto. Generalmente, mantener algo en secreto implica no compartir cierta información (una conducta, un hecho, un sentimiento…) con otras personas por alguna razón. Aunque todos los secretos se relacionan con ocultar y esconder, estos pueden tener una connotación positiva o negativa dependiendo de su finalidad. No es lo mismo guardar en secreto una infidelidad a la pareja que preparar una fiesta sorpresa de cumpleaños.
Cuando hablamos de secretos familiares en psicología, generalmente se hace referencia a los secretos de tipo negativo, que son empleados en cierta forma como un arma de poder. Normalmente, sólo algunos de los miembros conocen la información secreta, lo que hace que quienes sí la poseen cuenten con una ventaja sobre los demás. No obstante, la preservación de secretos en las familias a veces puede resultar adaptativa. Mantener cierta información oculta puede ayudar a mantener el equilibrio del sistema y su funcionamiento.
En cualquier caso, los secretos suelen acabar dando pie a dinámicas dañinas entre los familiares. Los hijos suelen ser los más perjudicados, ya que experimentan sentimientos como miedo, culpa o vergüenza por tener que mentir a su entorno. El lastre emocional asociado a los secretos puede dejar una huella muy dolorosa en la familia que se va transmitiendo de generación en generación.
Respecto a la temática de los secretos, estos suelen girar en torno a situaciones típicamente vinculadas a lo tabú y lo prohibido, que pueden dañar la imagen que la familia transmite al exterior. Entre ellas destacan cuestiones como las adopciones, los abortos, los falsos parentescos, los duelos asociados a suicidio o muerte inantil, la orfandad, la sexualidad, la enfermedad mental, las adicciones, la moralidad, la religión… y un largo etcétera.
Cuando un secreto domina las dinámicas de una familia, se instaura una potente ley del silencio que prohíbe la posibilidad de hablar acerca de estas cuestiones. Los miembros saben que no tienen permiso para abrir ese cajón y tratan de actuar como si no existiera.
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La influencia del contexto sociocultural en el secreto familiar
Lejos de lo que puede parecer, la familia no es un grupo social hermético. Por el contrario, se encuentra en constante interacción con el medio en el que se encuentra, lo que permite el intercambio de influencias. En relación con la problemática del secreto, las condiciones sociales en las que una familia está inserta condicionan qué temas están sujetos al tabú. Por ello, una misma situación puede ser motivo de vergüenza en una época de la historia o comunidad y no en otra. Basta echar la mirada tan sólo unas décadas hacia atrás para comprobar cómo asuntos hoy muy normalizados, como el divorcio o el aborto, eran motivo de un profundo estigma social.
Más allá de la temática, los secretos suelen cumplir siempre una función similar. Cuando aparecen, lo hacen con el objetivo de invisibilizar un dolor, de ocultar algo como si esto fuese a ser garantía de que desapareciera del recuerdo. Cuando un evento angustiante pasa a ser reprimido, automáticamente esto impide su correcta elaboración. Lo que es más, sucede la paradoja de que cuando una situación dolorosa trata de ocultarse, habitualmente el sufrimiento y la relevancia de dicha situación se incrementan.
Aunque con el tiempo la manera de mantener el secreto cambie, mientras perduren las dinámicas tendentes a reprimir el dolor será difícil que la familia pueda ser plenamente funcional.
Los secretos familiares son un fenómeno mucho más frecuente de lo que parece. De hecho, la mayoría de familias poseen secretos más o menos importantes. Al fin y al cabo, nadie nace en un escenario totalmente neutro. Todos nacemos en un contexto familiar particular, somos una página más de un libro con muchos capítulos anteriores ya escritos. Desde el momento en el que empieza nuestra vida, muchas veces sin quererlo, estamos perpetuando esa historia.
La memoria transgeneracional es clave para que las personas puedan entender lo que hacen y lo que son. Sin reflexionar acerca de las generaciones anteriores, puede que no comprendamos del todo nuestras circunstancias en la actualidad. Por ello, tomar la decisión de destapar un secreto con tacto puede ser una forma de quebrantar un ciclo que ha venido atormentando a todas las generaciones anteriores.Esto puede ayudar a iniciar una nueva página sin la sensación de que hay páginas arrancadas en los capítulos previos del libro.
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¿Cómo revelar un secreto de familia?
Imaginemos el caso de una familia en la que el padre ha estado en prisión durante su juventud, un secreto del que los hijos no son conocedores. Dar el paso de hacer una revelación como esta va a trastocar las relaciones familiares y la imagen que los hijos tienen de su progenitor. Por supuesto, también salpicará a la madre, que como cómplice de dicho secreto tiene un papel relevante en todo el conjunto familiar.
Antes de nada, debes tener en cuenta que revelar ese secreto familiar no va a implicar una vuelta a la normalidad inmediata y radical. De hecho, lo más probable es que dicha revelación remueva emociones, genere cambios y reacciones de todo tipo en el entorno. Adoptar esta visión realista es importante para prepararte con anterioridad. No obstante, por muy doloroso que sea, compartir la verdad siempre es más sanador que mantener un secreto dañino. Sin embargo, debido a esto es esencial saber elegir bien cuándo y cómo se va a producir la revelación.
Por otro lado, también es importante matizar que, en materia de secretos familiares, es más adecuado hablar de confirmación más que revelación. A menudo, los miembros que desconocen el secreto también sufren en cierta manera las consecuencias de este, manifiestan sospechas y dudas y no encuentran respuesta a numerosas preguntas. Por ello, sacar a la luz lo oculto es una manera de confirmar todo aquello que resonaba dentro de ellos.
Otras consideraciones relevantes a la hora de revelar un secreto:
1. Anticipa posibles consecuencias y efectos
Antes de hablar de ello, es importante que pienses acerca de cómo afectará al resto de la familia tu revelación. Reflexiona sobre cómo pueden verse afectadas las relaciones entre los miembros y cómo tú mismo puedes verte revuelto por esta nueva realidad.
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2. Escoge el momento adecuado
Cuando se trata de revelar un secreto nunca parece existir un buen momento. Sin embargo, por norma general es preferible hablar de ello en un momento cotidiano, tranquilo, sin demasiada expectación. Elegir un evento especial o un día señalado no es la mejor idea, ya que el impacto se magnifica mucho más.
3. Acepta tu responsabilidad
Cuando se toma la decisión de revelar un secreto, es importante aceptar la responsabilidad de todo lo que esto implica. A veces, destapar un tema tabú puede acarrear consecuencias inesperadas e incluso dar pie a la salida de otros secretos que desconocías. Ser responsable implica hacerse cargo de ese giro que se va a dar. No es responsable abrir una cuestión dolorosa y secreta para luego actuar como si la revelación nunca hubiera sucedido. Si vas a dar el paso, hazlo con todas las consecuencias.
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4. Plantea la posibilidad de hacer terapia familiar
La terapia familiar puede ser el espacio ideal para destapar un secreto. De manera individual, puedes hablar de ello con tu terapeuta y reflexionar acerca de cómo vas a hacer la revelación en sesión. Hacerlo en este escenario te ayudará a tener mayor seguridad, contando con una figura mediadora que pueda mantener la situación dentro de unos cauces controlados. Además, la terapia familiar también será de enorme ayuda a posteriori, pues toda revelación implica cambios y reajustes en el sistema familiar.
