Pensemos en cualquier cosa que hayamos hecho, estemos haciendo o tengamos que hacer. Por ejemplo, estoy escribiendo este artículo. Atiendo al ponente de una conferencia o al profesor en clase. Tengo que salir a comprar antes de que cierren la tienda. Parecen cosas sencillas de hacer, pero cada una de dichas acciones supone una serie de procesos cognitivos de elevado nivel que me permiten llevarlas cabo.
Estos procesos reciben el nombre de funciones ejecutivas, gracias a las cuales somos capaces de actuar con un propósito determinado.
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Definiendo las funciones ejecutivas
Se entiende por funciones ejecutivas el conjunto de habilidades y procesos cognitivos que nos permiten adaptarnos con éxito al medio y resolver problemas a partir de la integración de las diferentes informaciones disponibles, pudiendo realizar conductas propositivas gracias a ellas. En general se puede considerar que se encargan de controlar y autorregular la actividad mental y los recursos cognitivos, participando en aspectos como la motivación o la moral además de en el procesamiento de la información y el control de la conducta.
Se trata de una serie de habilidades que no resultan completamente innatas, sino que se adquieren y desarrollan a lo largo del ciclo vital y del desarrollo del individuo. De hecho algunas de ellas no terminan de madurar hasta alrededor de los veinticinco años de edad, siendo esto algo vinculado a la maduración cerebral. Asimismo, las funciones ejecutivas tienden a decaer según se va envejeciendo, tanto de manera normativa como si se dan problemas neurológicos.
Localización cerebral
La región cerebral que más se ha vinculado a dichas funciones se encuentra en el lóbulo frontal. Concretamente es una parte de dicho lóbulo, la corteza prefrontal, la que tiene mayor relevancia a la hora de gestionar este conjunto de habilidades.
Daños en esta región provocarán graves dificultades en los procesos mentales superiores que permiten la gestión de la conducta, como puede observarse en diferentes trastornos y traumatismos. Además, el desarrollo de las funciones ejecutivas se vincula en gran medida a la maduración cerebral del prefrontal, el cual no acaba de producirse hasta la edad adulta.
Pero ello no quiere decir que las funciones ejecutivas se deban únicamente a la corteza prefrontal. Al fin y al cabo, la información que permite que se llevan a cabo procesos como la planificación y el razonamiento proviene en gran parte de otras áreas cerebrales. Por ejemplo, destacan estructuras como el sistema límbico, el hipocampo, los ganglios basales o el cerebelo.
De hecho, todos los procesos cerebrales complejos son llevados a cabo por redes de células nerviosas distribuidas por todo el encéfalo, y en este sentido las funciones ejecutivas no son una excepción a esta regla. Así pues, las áreas especializadas en determinadas funciones lo son tan solo en parte, de manera relativa, y en muchos casos incluso si quedan dañadas, parte de su trabajo puede pasar a ser realizado por otras redes de neuronas con el paso del tiempo.
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¿Qué tipo de funciones se incluyen?
Como hemos dicho, por funciones ejecutivas entendemos a un conjunto de habilidades y procesos de gran utilidad para nuestra supervivencia y adaptación. Pero ¿cuáles son? Algunas de las principales y más importantes son las siguientes.
1. Razonamiento
Ser capaz de emplear las distintas informaciones y ver las posibles conexiones entre ellas, así como elaborar posibles explicaciones.
2. Planificación
Esta función ejecutiva es la que nos permite elaborar planes de actuación. Permite generar una serie de pasos que nos llevarán a una meta concreta.
3. Fijación de metas
Vinculada a la motivación, se trata de la habilidad que nos permite que decidir cómo invertir nuestras energías y hacia donde dirigir nuestras conductas.
4. Toma de decisiones
Se trata de la habilidad que nos permite determinar qué opción escoger entre las múltiples que se nos pueden presentar.
5. Inicio y finalización de tareas
Aunque puede parecer extraño, iniciar las tareas en un momento concreto supone una actividad cognitiva importante. Lo mismo ocurre con la capacidad de determinar cuando debe finalizarse una acción.
6. Organización
Se trata de la capacidad de aunar y estructurar la información de manera eficiente y útil.
7. Inhibición
La capacidad de inhibición es otra de las funciones ejecutivas y una de las más relevantes. Se trata de la habilidad que nos permite regular nuestra actuaciones mediante la detención de la conducta. Hace que seamos capaces de resistir impulsos concretos, cesar una acción y impedir que informaciones inocuas interfieran en nuestra conducta.
8. Monitorización
Se refiere a la habilidad de mantener la atención sobre la tarea y regular qué y cómo estamos haciendo lo que estamos haciendo.
9. Memoria de trabajo verbal y no verbal
Se trata de la capacidad para almacenar la información de manera que el sujeto pueda operar con ella más adelante. Tanto a nivel verbal como no verbal.
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10. Anticipación
Esta capacidad permite prever de antemano los resultados de una acción y/o sus consecuencias. Se trata de una proyección hacia el futuro de nuestros recuerdos, aquello que hemos aprendido a través de la experiencia.
11. Flexibilidad
La capacidad de ser flexible es la que nos permite cambiar nuestro modo de actuar o pensar ante posibles cambios ambientales o modificar acciones en marcha.
Algunos trastornos en los que aparecen alteradas
Diferentes trastornos y lesiones en el cerebro pueden provocar que las funciones ejecutivas no pueden llevarse a cabo correctamente, provocando importantes problemas de adaptación.
Algunos de los trastornos con afectación en esta área pueden darse desde la infancia, como ocurre con las personas que padecen TDAH. Estos niños presentan problemas tales como dificultades para iniciar una tarea, poca capacidad de inhibición y para elaborar y seguir planes o problemas para retener información en la memoria de trabajo.
Otros trastornos en los que este sucede son las demencias, en las que el proceso neurodegenerativo provoca una afectación que dificulta mantener las funciones ejecutivas. Ejemplos de ello lo podemos encontrar en demencias como la provocada por la enfermedad de la Corea de Huntington, o las demencias frontales.
En cualquier caso, incluso sin ningún tipo de trastorno las funciones ejecutivas suelen empezar a presentar cierto declive a partir de la sexta década de vida, de manera normalizada.
Referencias bibliográficas:
- Baldauf, D. & Desimone, R. (2014). Neural mechanisms of object-based attention. Science. 344(6182): 424 - 427.
- Betts, J., Mckay, J., Maruff, P. y Anderson, V. (2006) The Development of Sustained Attention in Children: The Effect of Age and Task Load, Child Neuropsychology, 12:3, 205-221, DOI: 10.1080/09297040500488522.
- Fuentes, L. & García-Sevilla, J. (2008). Manual de psicología de la atención: una perspectiva neurocientífica. Madrid: Síntesis.
- Roediger, H.L.; Dudai, Y.; Fitzpatrick S.M. (2007). Science of Memory: Concepts. Nueva York: Oxford University Press, pp. 147 - 150.
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