En estos tiempos que nos ocupan es normal caer en especulaciones (más o menos acertadas) sobre la situación de la juventud. Me ha parecido muy interesante este artículo publicado en El País. La frase es genial, pero tengo serias dudas de que sea exactamente depresión el tema que nos ocupa. Aunque a mí de joven me quedan tres festivales, me incluyo en el grupo, y os comparto sin más pretensiones mi visión y reflexión personal sobre el asunto.
Una generación marcada por la despreocupación
La generación de la infancia feliz, la adolescencia despreocupada, la juventud estudiosa. Vivir sin muchos problemas (estoy generalizando), en un ambiente sobreprotegido en el que los problemas del mundo se colocaban en un tercer mundo que parecía muy lejano. Aún hoy nos referimos a África cuando se habla de pobreza, entendiendo el continente que tenemos a las puertas como un ente en el espacio, que solamente existe en los telediarios. "Los pobres no tienen patria", dijo alguien hace dos siglos, igual hay que leer más. La juventud de hoy creció en función de unos dogmas que han resultado ser unas milongas: "estudia y trabajarás", "de lo mío", "con esfuerzo todo saldrá bien"...
La formación (especialmente la post-universitaria) no es más que un negocio de los de siempre para lucrarse a costa de las esperanzas de una juventud que ha perdido su tiempo y el dinero que papá y mamá (o estudiantes trabajando por las tardes/noches) ganaron para costearlo.
¿Depresión en la juventud o generación anestesiada?
No hay tristeza. La gente no está deprimida en un sentido estricto de la palabra. La gente está anestesiada, que es diferente. Ha nacido una generación anestesiada, no otra cosa. Existe una ansiedad latente por el miedo a un futuro que, ya hoy, ha normalizado trabajar gratis, compartir piso, no poder abandonar el piso de los padres, no poder planear formar una familia o seguir haciendo botellón (por decir algo menos grave) hasta los 40. El viaje hacia ese futuro se manifiesta inhóspito. Siempre habrá cantamañanas fans del voluntarismo y de otras mamarrachadas que dirá "si quieres, puedes". Pero si no existen condiciones para poder, no vas a poder una puta mierda.
Jordan Belfort, los yupis, los grandes empresarios que hacían muchas horas (de "trabajo", según cuenta la leyenda que pretende encumbrar a gente que ha normalizado la especulación a costa de cualquiera y el aumento de la plusvalía a costa de los sueldos). Esos eran los ejemplos de ansiedad. Con su coca, sus anfetaminas y sus cosas. Una ansiedad por tener, supuestamente, mucho trabajo.
Hoy no. Hoy hay una juventud ansiosa por no poder hacer nada. O por hacer demasiadas cosas y que ninguna le salga bien.
El miedo al futuro. A un futuro demasiado cercano.
Haciéndole un guiño a aquella gran película que fue Los lunes al sol, podríamos decir que estamos pasando lo mejor de nuestra vida al sol. Pero aludiendo a otra gran serie de ahora, lo peor es que el invierno está llegando.
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