Separarse sin guerra: claves para un divorcio lo más amigable posible cuando hay niños

Estrategias para minimizar el impacto que un divorcio con hijos tiene en su bienestar.

Separarse sin guerra: claves para un divorcio lo más amigable posible  cuando hay niños
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Un divorcio es una de las situaciones más retadoras a las que una familia puede enfrentarse. Conllevan cambios en los roles, las dinámicas, la organización, etc. Lamentablemente, en muchas ocasiones se generan conflictos muy dolorosos para los diferentes miembros de la unidad familiar.

Es cierto que la adaptación a la nueva realidad puede ser difícil, especialmente cuando hay niños/as involucrados en el proceso. De hecho, es en este tipo de situaciones donde suelen complicarse bastante las cosas. Peleas por las custodias, dinámicas de triangulación y otras muchas dinámicas que generan mucho sufrimiento.

No obstante, divorcio no tiene por qué ser sinónimo de “guerra” ni suponer conflictos constantes. En la práctica, un divorcio bien gestionado puede ser una oportunidad para reorganizar la familia y, sobre todo, proteger el bienestar emocional de sus integrantes —especialmente el de los niños—. A continuación planteamos estrategias prácticas y reflexivas que pueden ser de ayuda.

El divorcio no tiene por qué ser una guerra

El divorcio se ha percibido de forma común —y todavía es así en muchas ocasiones— como una especie de batalla campal que se da a nivel legal en la que un bando gana y el otro pierde. Con frecuencia, el dolor de la separación se transforma en rabia y las disputas desencadenadas son muy dolorosas para los hijos.

Cuando hay criaturas involucradas en el proceso, no es extraño que aparezca cierta rivalidad entre los progenitores en este tipo de procesos. Como consecuencia, las heridas se hacen más profundas y el sufrimiento se alarga en el tiempo. Aunque es complejo hablar de forma general porque cada caso es un mundo, es importante tener en cuenta que las cosas, en muchas ocasiones, pueden ser diferentes.

En primer lugar, es necesario cambiar la forma de entender esta nueva situación. Es decir, las parejas pueden separarse porque no funcionan como pareja a nivel romántico, pero sí como equipo parental. Esto puede facilitar la cooperación y la búsqueda de acuerdos en lugar de la lucha constante. Y, por supuesto, en esta nueva dinámica, no es aceptable usar a los niños de mensajeros porque esto tiene un grave impacto en ellos.

Priorizar el bienestar emocional de los niños

Hoy en día disponemos de evidencia científica suficiente como para afirmar que los hijos de padres que se separan pueden adaptarse adecuadamente a esta nueva realidad siempre y cuando el proceso se realice de forma óptima. La estabilidad emocional —o las dificultades derivadas de esta situación— se relacionan más con la forma de los adultos de gestionar el divorcio que con el divorcio en sí.

Cuando los padres consiguen mantener un entorno en el que los niños se sienten cuidados y protegidos emocionalmente, los niños pueden desarrollar su capacidad de resiliencia y adaptarse a esta nueva situación. Puede parecer obvio, pero, para que esto suceda no pueden ser obligados —consciente o inconscientemente— a tomar partido de los conflictos entre los adultos.

Los adultos deben comunicar la decisión de separarse una vez esté tomada y sea definitiva, usando un lenguaje claro y adaptado a la edad de la criatura. No es necesario dar demasiadas explicaciones, pero sí es completamente necesario repetirles las veces que haga falta que ellos no tienen la culpa de la ruptura.

Es recomendable evitar las discusiones intensas delante de las criaturas puesto que esto les genera inseguridad interna. En el lado opuesto, mantener rutinas y tener horarios previsibles les ayuda a disminuir la ansiedad. Algunos autores sugieren que incluirlos en la toma de pequeñas decisiones (por ejemplo: de qué color pintar su nuevo cuarto) les proporciona cierta sensación de control.

La comunicación es la clave del proceso

Aunque para muchas parejas que deciden separarse esta parte se complica, la comunicación es clave si la intención es tener un divorcio lo más respetuoso posible con todos los miembros de la familia. La relación de pareja ha terminado, pero la coparentalidad continua.

Es importante comunicarse de forma respetuosa y neutral, evitando reproches, descalificaciones, ironías o sarcasmos. En este sentido, si la conversación cara a cara resulta difícil, pueden emplearse medios escritos.

También puede ser de ayuda establecer reuniones de forma periódica en las que se generen los espacios para abordar temas de los hijos. Es crucial tener claro que, para que funcione, no se deben mezclar los temas de crianza con los posibles conflictos (resentimiento, reproches, etc.) que puedan existir entre los adultos.

Este tipo de comunicación entre los progenitores transmite a los hijos la sensación de seguridad emocional. Los niños perciben que los adultos se hacen cargo de la situación mediante la cooperación y ellos no tienen que asumir responsabilidades que no les pertenecen. Además, puede servir como aprendizaje en cuanto a habilidades sociales, resolución de conflictos y colaboración.

Organización y acuerdos prácticos

Con el fin de minimizar al máximo posible los conflictos en el divorcio, es esencial planificar cómo va a ser la logística en la crianza compartida. Quizá algunas familias consideran que no es necesario porque pueden “ir viendo sobre la marcha”, pero los expertos señalan que cuanto más claros sean los límites, menos conflictos conllevarán en el futuro.

Los horarios de visita y las custodias suelen ser una fuente de conflicto importante. Es crucial recordar que la prioridad es el bienestar de las criaturas y que, por tanto, los horarios deben adaptarse de forma realista a sus ritmos y necesidades.

Es importante repartir de la forma más equilibrada posible las responsabilidades escolares, médicas y de ocio que conlleva el tener criaturas. Además, es interesante que, en la medida de lo posible, se promuevan valores similares en ambos hogares —o al menos con cierta coherencia entre ellos— con el fin de minimizar la confusión y la contradicción.

Buscar ayuda profesional

A veces las cosas se complican y no salen como se frasea pese a todos los esfuerzos que se hacen por mantener una comunicación respetuosa, centrada en las necesidades de los niños y todos los intentos de planificación a nivel de organización.

Un divorcio es un proceso en el que se remueven muchas cosas a nivel emocional y, a veces, las heridas de los adultos dificultan la cooperación y hacen que sea difícil conectar con las necesidades reales de las criaturas.

Existen recursos de mediación familiar que trabajan acompañando a unidades familiares en la resolución de conflictos evitando tener que llegar a juicio. Además, puede ser necesario también contar con el apoyo de profesionales de la psicología para los adultos y/o las criaturas.

Recurrir a los profesionales cuando es necesario no es un fracaso. Al contrario. Es una muestra del interés por resolver las cosas de la forma más llevadera posible. Es un ejemplo de asumir las responsabilidades.

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  • Bach, E., & Martí, C. (2023). El divorcio que nos une. Plataforma Editorial S.L.
  • Bonnell, K., & Little, K. (2019). Padres separados: Cómo criar a los hijos en la separación y el divorcio. Océano.
  • Pedro-Carroll, J. (2010). Putting children first: Proven parenting strategies for helping children thrive through divorce. Avery.

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Nerea Moreno. (2025, julio 10). Separarse sin guerra: claves para un divorcio lo más amigable posible cuando hay niños. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/social/separarse-sin-guerra-claves-para-divorcio-amigable-posible-cuando-ninos

Psicóloga

Nerea Moreno es graduada en psicología, con mención en psicología clínica, por la Universidad de Barcelona. Cursó el Máster en Psicología General Sanitaria con la Universidad Autónoma de Barcelona. Posteriormente, se formó como experta en psicología de las emergencias y catástrofes. Tanto esta formación como la experiencia laboral en el campo, supusieron para Nerea el descubrimiento de un nuevo mundo: el trauma. Desde entonces, trabaja desde un enfoque integrador y no ha parado de formarse en trauma, sistema nervioso, apego, duelo y emociones.

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