Antes de dar charlas, presentarse a alguien importante, hay un detalle que a menudo nos pasa desapercibido: la necesidad de cuidar la voz para que esta no nos traicione.
Al igual que antes de hacer deporte calentamos los músculos, es primordial tratar nuestras cuerdas vocales con el mimo que merecen y preparar esos pequeños músculos para el trabajo que han de desempeñar. Por supuesto, cantar en la ducha es un excelente modo de calentamiento, mas tal vez te vengan bien también alguno de estos otros que explico a continuación por si, antes de salir a escena o dar esa conferencia, no tuvieras acceso a ella.
El objetivo es, mediante un buen uso de nuestra voz, evitar la sobrecarga y la fatiga vocal para prevenir lesiones como la afonía, los pólipos en las cuerdas vocales, etc… al mismo tiempo que hallamos nuestra propia y preciada voz y le aportamos longevidad.
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Ejercicios para cuidar la voz
Aunque algunas personas tienen patrones únicos de vibración de las cuerdas vocales que les hacen más aptos para la interpretación, imitación o canción (pues se mueven más rápido y se cierran con más fuerza de lo habitual), podemos y debemos cuidar la voz y desarrollarla hasta su optimización. Además de los ejercicios que expongo a continuación, proteger el cuello del frío, tomar bebidas templadas (especialmente té de jengibre o de erísimo) y huir del alcohol y el tabaco antes de usar la voz de forma prolongada son consejos muy a tener en cuenta.
Estos ejercicios provienen de mi aprendizaje como soprano, me ayudaron y aún lo hacen cada día. No solo mejoran la voz… también relajan y aumentan la concentración. Además, son bastante discretos, con lo que pueden realizarse en cualquier momento sin llamar la atención. Por ejemplo, antes de entrar a dar clase, dar una conferencia…
1. Estiramientos
Con los pies separados, alineados a la altura de nuestras caderas, y las rodillas ligeramente flexionadas, dirigimos el coxis hacia delante y levantamos los brazos al techo, nos agarramos una muñeca con la otra mano y tiramos de ella hacia arriba. Repetimos cambiando de mano. Unas tres veces por mano será suficiente para estirar los músculos intercostales y ayudar al diafragma a relajarse.
Ahora masajeamos nuestro cuello, zona de los trapecios y hombros para ablandar la musculatura. Pasamos el brazo por encima de la cabeza y colocamos la palma de la mano sobre la oreja, tirando con suavidad de la cabeza, estirando bien toda la musculatura. Podemos intensificarlo estirando la mano contraria hacia el suelo.
A continuación apoyamos la barbilla sobre un hombro y rotamos la cabeza hacia abajo con la barbilla siempre tocando el cuerpo hasta el otro hombro y volver siempre rotando hacia abajo.
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2. Relajación facial
Con la lengua, presionamos las paredes de la boca tan extensa y fuertemente como podamos. Después nos pellizcamos pómulos y mejillas, la zona del arco ciliar, tiramos de nuestras orejas… y volvemos a presionar con la lengua. Notarás que ahora la lengua es capaz de llegar mucho más lejos con menor esfuerzo. Repite dos o tres veces. Una vez la hemos calentado, lengua afuera, estira hacia abajo y adelante, espera 15 segundos y relaja dentro.
Si molesta (en la base, no en el frenillo) repite hasta que no moleste más. Lo mismo hacia los laterales: lengua afuera, estira hacia abajo y lado derecho, aguanta 15 segundos y relaja dentro. Lo mismo hacia el lado izquierdo. Repite hasta que no moleste.
3. Calentar el diafragma
Pies separados a la altura de las caderas, coxis adelantado, rodillas ligeramente flexionadas, inspira en respiración completa y expulsa el aire con mucha presión por la boca casi cerrada, emitiendo sonido F mientras controlas con las manos la cantidad de aire que se emite desde el abdomen. Con práctica es muy fácil y ayuda sobremanera a aprender a gestionar el aire que empleamos al hablar. Se trata de uno de los ejercicios para cuidar la voz más útiles.
4. Calentar las cuerdas vocales
Con los labios en forma de pico de pato, flojos, la garganta abierta y la cabeza inclinada con el mentón pegando al pecho, inspira por nariz sin ruido nasal y expira por la boca sonoramente imitando un caballo y haciendo con ello que los labios vibren. Repite 5 veces.
Colocas los dientes incisivos sobre el labio inferior y haz salir un sonido suave exhalando mucho aire, imitando el zumbido de una abeja con la letra V. Hazlo otras 5 veces.
Masticando con movimientos verticales de mandíbula, inclina la cabeza hacia abajo y agrega la vocal O, repitiendo MO, MO, MO. 5 veces.
5. Colocar la voz
Para ello, en la posición “de cantar” (o de hablar) que ya conoces: piernas separadas pies a la altura de las caderas, coxis adelantado, rodillas ligeramente flexionadas, bajamos el mentón hacia el pecho y decimos una frase. La voz tiene que resonar en el paladar superior y vibrar en los incisivos. Repite la frase hasta asegurarte de que tu voz está en esa posición, e incluso puedes ensayar el discurso, texto o lección que estés a punto de exponer.