La teoría de la performatividad de género de la filósofa norteamericana Judith Butler fue propuesta en la década de 1990 bajo el contexto de las teorías y los movimientos feministas contemporáneos.
A través de esta teoría cuestiona de manera importante la aparente naturalidad del sistema binario sexo/género y analiza sus efectos en términos de poder. A grandes rasgos propone que, en el sistema binario dominante, el género es creado a través de una serie de actos desplegados a través de categorías como "hombre" o "mujer".
Esta ha representado una de las obras más relevantes y también controvertidas del fin de siglo tanto en las ciencias sociales como en la filosofía, la política y el activismo. Veremos a continuación en qué consiste la teoría performatividad de género de Butler y cuáles son algunas de sus repercusiones a nivel teórico y político.
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El contexto contemporáneo de las teorías feministas
En el marco de la"posmodernidad" cobra relevancia la ruptura con las formas tradicionales de comprender la identidad, que solían presentarla como algo fijo y estable. En este mismo marco, las “verdades universales” de la sociedad occidental quedan fuertemente cuestionadas; entre ellas las lógicas binarias de comprensión de los cuerpos y la diferencia sexual: mujer/hombre; y su correlato cultural: masculino/femenino.
Se trataba de “verdades universales” porque dichos dimorfismos se sexo-género han establecido históricamente los modelos de referencia para definirnos de una u otra manera (y de forma aparentemente estable, incuestionable y única).
En este momento, una parte del feminismo empieza a centrarse en el análisis de los "mecanismos del poder", que son las formas coercitivas que se nos presentan durante la socialización, y que nos permiten aferrarnos defensivamente a una identidad determinada (Velasco, 2009). La pregunta ya no es tanto por el tipo de identidades prescritas por el patriarcado, sino por medio de qué mecanismos de poder acabamos aferrándonos a dichas identidades, y cómo esto es una forma de mantenernos a salvo de la exclusión, el rechazo o la marginación (ibídem).
Entre estos cuestionamientos emergen las propuestas de Judith Butler, quien ha sido una de la teóricas centrales del feminismo contemporáneo. En sus estudios retoma desde los trabajos de Simone de Beauvoir, Witting y Rubin, hasta las teorías críticas de Michel Foucault, Lacan y Derrida, pasando por distintas filósofas y feministas.
Al mismo tiempo establece importantes críticas a las teorías del feminismo que se habían asentado en modelos binarios y heterosexuales de género. Y, finalmente, define el género no como una atribución de hombre o mujer, sino como una puesta en escena (un performance) que puede ser tan diversa como lo son las identidades.
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La performatividad en la teoría de los actos de habla de Austin
Para desarrollar la teoría de la performatividad y explicar cómo es que la puesta en escena del género termina dando forma al mismo género, Butler retoma la teoría de los actos de habla del filósofo y lingüista John Austin.
Para este último hay una distinción importante entre los distintos tipos de enunciados que utilizamos al comunicarnos. Por un lado existen enunciados declarativos, y por otro lado existen enunciados realizativos o performativos.
Austin sostiene que, lejos de que la única tarea de emitir un enunciado sea dar a conocer la verdad o falsedad de un hecho (constatar); hay enunciados que pueden tener otra función: más allá de describir cosas, estos enunciados hacen cosas.
Uno de los ejemplos clásicos es el de pronunciarse afirmativamente ante un casamiento: decir ‘sí quiero’ en el escenario de una boda implica un acto más allá de una constatación, en tanto que tiene efectos a nivel individual, relacional, político, etc. Otro ejemplo es el compromiso que conllevan aquellos enunciados formulados como una promesa, una apuesta o una disculpa. Según el contexto en el que se enuncian, todos ellos pueden modificar la situación, las actitudes, las emociones, e incluso la identidad y/o el comportamiento de los sujetos.
La teoría de performatividad de género de Butler
Retomando lo anterior, Judith Butler dice que con el sexo y el género pasa lo mismo: al nombrar a una persona “hombre” o “mujer”, incluso desde antes del nacimiento, lo que ocurre no es una constatación sino una realización (en este caso de género).
Es así ya que dicha enunciación despliega una serie de normas sobre relaciones, identificaciones, deseos, intereses, gustos, maneras de hablar, de vestir, de vinculares con "el sexo opuesto", etcétera. Esto se traduce en una construcción del propio cuerpo en función de las normas de género dominantes.
En palabras de Butler (2018), aunque vivimos como si "mujer" y "hombre" fueran hechos con realidad interna, y por lo tanto incuestionables; es el propio comportamiento lo que crea el género: actuamos, hablamos, nos vestimos de maneras que puedan consolidar una impresión de ser un hombre o ser una mujer.
El género entonces no es una verdad incuestionable e interna. Es más bien un fenómeno que se produce y reproduce constantemente. Así, decir que el género es performativo implica que nadie tiene un género dado desde el inicio, sino que éste se produce durante una constante puesta en acto (es decir, en la repetición cotidiana de las normas de género que nos dicen cómo ser o no ser hombres, o cómo ser o no ser mujeres).
En el mismo sentido Judith Butler hace una distinción entre "el género es un performance" (la puesta en escena, un acto), y "el género es performativo". El primer caso hace referencia a lo que hacemos para presentarnos al mundo bajo la etiqueta de un género, comúnmente binario (mujer u hombre), mientras que el segundo término hace referencia a los efectos que dicha performance produce en términos normativos (de convertirse en una norma).
El poder institucional
Todo lo anterior se vigila, legítima y protege especialmente por la acción de poderes políticos e institucionales de distintos tipos.
Uno de ellos es la familia tradicional, fundamentalmente asentada en un modelo de género jerárquico y heterosexual.
Otro es la instrucción psiquiátrica, que desde sus inicios ha patologizado las expresiones de género que no se ajustan con la normativa dicotómica y heterosexual. Y hay también otras prácticas, informales y cotidianas, que constantemente nos presionan para no salirnos de las normas de género. Un ejemplo de esto es el bullying verbal por diversidad de género, que es una forma de insistir en el cumplimiento de los valores normativos asociados a hombre/mujer y masculino/femenino.
Así pues, el problema es que lo anterior produce distintas formas violencias cotidiana e incluso termina por condicionar oportunidades y acceso a derechos.
Negociación de poder y resistencias
Lo anterior lleva a Judith Butler a cuestionar: ¿cómo es que estas normas quedan establecidas, incluso a nivel institucional y político? Y, por otro lado, dado que no todas las personas se sienten cómodas en el género que les ha sido asignado y la identidad es diversa y contínua, ¿qué tipos de violencia generan estas normas? ¿Cuál es la mejor manera de subvertirlas o de superar el poder político relacionado con esto?
A partir de lo anterior, Butler defiende que el género está formado o construido culturalmente, pero no sólo eso. La agencia y la libertad propia son elementos fundamentales para comprender la identificación, la subversión y las formas de resistencia a la violencia impuesta por los ideales de género.
En suma, el género es visto como un dispositivo de poder, en tanto que es un mecanismo crucial para la socialización, es decir, para volvernos miembros competentes de una sociedad y asignarnos deseos y funciones determinadas dentro de esta. Pero, para que dicho dispositivo exista tiene que ser actuado por un cuerpo, cuya voluntad e identidad se van construyendo en constante tensión y negociación con las normas de género dominantes.
En estas tensiones y negociaciones se abre la posibilidad para su deconstrucción; cuestión que ha sido fundamental en el desarrollo de los movimientos feministas contemporáneos y en distintas luchas para contrarrestar las violencias y vulnerabilidades legitimadas por el sistema hegemónico de sexo/género.
Referencias bibliográficas:
- Amigot, P. & Pujal i Llombart, M. (2009). Una lectura del género como dispositivo de poder. Sociológica, 24(70), pp. 115-152.
- Butler, J. (1996). Sex and Gender in Simone de Beauvoir’s second sex. Yale University Press, no. 72, pp. 35-49.
- Butler, J. (2009). Performatividad, precariedad y políticas sexuales. AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana. (4)3, pp. 321-336.
- De Mauro, M. (2015). Cuerpos en escena: Materialidad y cuerpo sexuado en Judith Butler y Paul B. Preciado. Egales: Barcelona.
- Jones, J. (2018). Theorist Judith Butler Explains How Behavior Creates Gender: A Short Introduction to "Gender Performativity". Open Culture. Recuperado 01 de octubre de 2018. Disponible en http://www.openculture.com/2018/02/judith-butler-on-gender-performativity.html.
- Velasco, S. (2009). Sexos, género y salud. Teoría y métodos para la práctica clínica y programas de salud. Minerva: Madrid.