La actividad física no solo ayuda a llevar un mayor caudal de sangre y oxígeno al cerebro, que es crucial para su óptimo funcionamiento.
Pero, además, hay investigaciones que demuestran que el deporte está asociado a un mayor número de células NK; linfocitos que forman parte del sistema inmunológico y que defienden al organismo no solo de la invasión de virus y bacterias, sino que también atacan y evitan la proliferación de células cancerígenas ante la aparición de un tumor.
También, cada vez hay más evidencia que muestra que salir a correr ayuda notablemente a combatir la depresión.
Las ventajas de tener un gimnasio en la oficina
El esfuerzo aeróbico sostenido por un tiempo superior a los 15 o 20 minutos diarios bloquea la aparición de pensamientos negativos, y nos permite aumentar la capacidad para disfrutar de las pequeñas cosas.
Lo contrario es una condición conocida como anhedonia, cuyos afectados presentan una dificultad patológica para experimentar placer. Este síntoma, junto con la desesperanza y la tristeza, son las señales más frecuentes en los cuadros de depresión.
Alcanzado este punto es necesario desmontar un viejo mito muy extendido entre la gente que dice que solo usamos el 10% de nuestro potencial cerebral. Eso es falso, utilizamos el 100%. Lo que es verdadero, es que no lo usamos todo al mismo tiempo.
La mayoría de las tareas que un empleado administrativo promedio realiza en la oficina tienen que ver con la organización, la planificación, negociar con otras personas, resolver problemas y tomar decisiones. Para ello usamos las áreas prefrontales del cerebro, que están ubicadas por encima de los ojos y detrás de la frente. Estas zonas son las que presentan el mayor consumo energético de todo el cerebro, por eso, cuando trabajamos mucho, es normal llegar exhaustos al final de la jornada, y no hablo de un cansancio físico, sino de un agobio mental: la sensación de tener la cabeza “quemada”.
Llevar el foco de atención por mucho tiempo a tareas de alta demanda cognitiva consume la mayoría de nuestros recursos en términos de combustible o energía.
Activando nuestras neuronas
Es importante destacar que mientras usamos la corteza prefrontal, las neuronas del resto del cerebro permanecen comparativamente inactivas. Recordemos lo que dijimos antes: nunca usamos todo el cerebro al mismo tiempo.
Por otra parte, cuando hacemos actividad física necesitamos mover grandes grupos de músculos, lo cual implica el reclutamiento de miles de neuronas de las áreas premotoras y motoras del cerebro, y la inhibición de las áreas prefrontales, en lo que podría definirse como una verdadera dinámica de economía mental.
Hay investigaciones que demuestran que un recreo en horario de trabajo para realizar algo de actividad física, como por ejemplo caminar en la cinta, ayuda a que la parte pensante del cerebro se revitalice.
Es un fenómeno similar al que ocurre durante el sueño, en donde el cerebro se reinicia y hace una puesta a punto para que podamos continuar con nuestra vida al día siguiente. Claro que no todas las empresas tienen o pueden incorporar un gimnasio en sus instalaciones, pero por fortuna tampoco es necesario. Alcanza con introducir hacia la mitad de la jornada un periodo de ejercicio aeróbico como caminar a paso ligero durante 30 minutos.
Al estar el cerebro ocupado moviendo músculos, le permite a las áreas prefrontales recuperarse; se “cargan las pilas”, lo que redunda luego en una mayor eficiencia mental para el resto del día.
Beneficios también para la productividad
Aún hay gente dentro del mundo organizacional que ve esto como una auténtica pérdida de tiempo, pero es todo lo contrario: se estima que el beneficio se traduce en alrededor de un 30% más de tiempo productivo y de calidad por jornada laboral.
También hay experimentos que han puesto de relieve que la actividad aeróbica realizada varias horas después de la actividad mental mejora notablemente el recuerdo y la función cognitiva en general, hasta 48 horas después de finalizado el ejercicio.
La actividad aeróbica nos ayuda no solo a mejorar el estado de ánimo y equilibrar el humor, sino que también parece tener el potencial de mejorar la función cognitiva: Literalmente, nos hace más inteligentes. Todas razones de peso para considerar seriamente tomar una cucharada de ejercicio cardiovascular durante la mañana, en horario de oficina.
Sirve como profilaxis y nos facilita sobrellevar mucho mejor los problemas y complicaciones que van surgiendo durante el día.
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