Alcmeón de Crotona es uno de los muchos enigmas que plantea la filosofía griega, puesto que desconocemos la mayor parte de su trayectoria vital. Como suele suceder, lo (poco) que sabemos de él lo conocemos a través de escritos de terceros; en este caso, de Aristóteles, que lo menciona varias veces en su obra y dice que, cuando Alcmeón era todavía un joven, Pitágoras era ya anciano.
Efectivamente, Alcmeón nació y vivió en Crotona, ciudad que formaba parte de la Magna Grecia y que fue testigo del nacimiento de uno de los movimientos más señalados del pensamiento heleno: los pitagóricos.
Más allá de si Alcmeón perteneció o no a este grupo, lo cierto es que su teoría sobre el alma está fuertemente influenciada por la filosofía de los seguidores de Pitágoras. Según él, el alma es inmortal porque se encuentra, como los astros, en continuo y eterno movimiento, las características esenciales de las cosas divinas.
Veamos la trayectoria de este médico-filósofo singular que perteneció a la Escuela de Medicina de Crotona y que fue, según la tradición, el primer griego que diseccionó cadáveres para estudiar su anatomía.
Breve biografía de Alcmeón de Crotona, el primer griego que diseccionó cadáveres para su estudio
Todo en la vida de Alcmeón es una incógnita. Sabemos que era natural de Crotona, una urbe ubicada en la llamada Magna Grecia (sur de Italia), que consistía, alrededor de los siglos VI y V a.C., una verdadera colonia de pitagóricos. De hecho, las enseñanzas del ilustre Pitágoras (570 – 490 a.C.) habían empezado allí, y pronto se creó toda una escuela a su alrededor.
El grupo se autodenominaba matematikoi (matemáticos), y era, más que una corriente de pensamiento, un auténtico modo de vida, basado en una perpetua contemplación del cosmos como ejemplo indispensable para inspirar el comportamiento humano.
Alcmeón de Crotona, ¿un pitagórico?
Si tomamos como cierta la afirmación de Aristóteles (384-322 a.C.) de que Alcmeón de Crotona era joven cuando Pitágoras estaba ya al final de su vida, debemos situar su nacimiento a mediados del siglo VI a.C. Nada más podemos concretar, por desgracia.
A juzgar por sus teorías acerca de la inmortalidad del alma y de los contrarios que habitan en la mayoría de las cosas, parece ser que Alcmeón formaba parte de la escuela pitagórica o, al menos, estaba muy influenciado por ella. Pero si, como sostienen algunos investigadores, su nacimiento se dio mucho antes de lo pensado (a inicios de la centuria), cabría la posibilidad de que fuera la filosofía de Pitágoras la que estuviera influenciada por la de Alcmeón, y no al revés.
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El alma en eterno movimiento
Sea como fuere, las conexiones existen. Por ejemplo, en lo referente al alma: según Alcmeón, y de forma parecida a lo sostenido por los pitagóricos, esta se encuentra en eterno movimiento, puesto que sólo las cosas que se mueven perpetuamente son inmortales y, por tanto, divinas.
Para Alcmeón la inmortalidad entraña circularidad. Nada que sea eterno puede encontrarse alejado del círculo. De ahí su curiosa teoría acerca de la muerte; según nuestro personaje, el ser humano es mortal porque es incapaz de unir su principio con su fin. Si fuéramos capaces, pues, de “vivir” circularmente, seríamos eternos, como el alma, los dioses o las estrellas.
Una de las características de la filosofía de Alcmeón es la unión de una doctrina de índole mística (en relación directa con la filosofía pitagórica) con la investigación empírica de las ciencias naturales. Así, el médico-filósofo sostiene que el mantenimiento de la vida se consigue con un constante movimiento circular de los diferentes órganos del cuerpo. Cuando este movimiento se rompe, sobreviene la tan temida muerte. La idea dejó su huella, puesto que es recogida nada menos que por Platón (427-347 a.C.) en su obra Timeo.
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La “tabla de oposiciones”
Otra de las conexiones de Alcmeón con la escuela pitagórica es la tabla de las oposiciones, por la que se explica la dualidad que entrañan los elementos.
Aristóteles incluso llega a atribuir dicha tabla a Alcmeón, y no a los pitagóricos. Sea como fuere, mientras que estos últimos destacan 10 parejas de oposición “fijas”, Alcmeón no se arriesga en este sentido y no establece ningún número fijo de contrarios.
El médico que “descubrió” el cerebro
Ya hemos comentado que Alcmeón formaba parte de la famosa escuela médica de Crotona, de donde salió, por cierto, Demócedes, médico personal de Darío I. Si por algo fue conocido Alcmeón fue por ser, presumiblemente, el primer médico griego que diseccionó cadáveres para su estudio.
Ello le permitió descubrir, entre otras cosas, las estribaciones nerviosas que se ramifican desde el globo ocular y acaban en el cerebro, lo que le hizo suponer que era este órgano el principal responsable de las sensaciones humanas.
Por otro lado, fue él quien separó definitivamente la experiencia sensitiva de seres humanos y animales. Según este médico, los primeros eran capaces de sentir sensaciones y producir pensamientos, mientras que los segundos solo podían experimentar sensaciones y no producían pensamiento alguno.
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Isonomía y monarquía
La relación del pensamiento de Alcmeón con la noción de orden cósmica de los pitagóricos también se percibe en sus ideas acerca de qué origina la enfermedad. Para el médico-filósofo, mientras existiera una isonomía entre los humores corporales, es decir, un equilibrio (en el que ninguno de ellos sobresaliera por encima de otro), la salud estaría garantizada.
Sin embargo, si se producía la monarquía (del griego monos, uno), es decir, si uno de estos humores sobresalía demasiado y llegaba a controlar a los demás de forma patológica, la enfermedad se cerniría sobre el cuerpo. Y ¿qué podía originar, según Alcmeón, esta “monarquía”? Sencillamente, un entorno inadecuado, una mala alimentación o un equivocado estilo de vida. En esta última idea volvemos a rastrear la filosofía pitagórica que, además, se nos antoja increíblemente moderna.
En resumen, Alcmeón de Crotona es una figura enigmática en cuanto a que no se conoce casi nada de su vida. Parece ser que estuvo ligado a la escuela pitagórica de su ciudad, Crotona, inaugurada por Pitágoras en el siglo VI a.C. Por otro lado, fue un eminente médico que investigó con cadáveres y aunó los conceptos filosófico-religiosos de los pitagóricos con una auténtica ciencia empírica.
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