La filosofía del lenguaje es una de las corrientes más interesantes de las nacidas en la filosofía moderna y uno de sus grandes representantes es el protagonista de este artículo.
John Langshaw Austin es, quizás, el más grande de los filósofos del lenguaje junto con John Searle, Noam Chomsky y Ludwig Wittgenstein.
Nacido y criado en Reino Unido es uno de los autores, junto con Searle, de la teoría de los actos del habla, aportando las tres principales categorías a a forma en que los seres humanos emitimos nuestras frases.
Su vida, aunque breve, ha sido una de las más influyentes en su campo. Veamos más a fondo su interesante historia a lo largo de esta biografía de John Langshaw Austin.
- Artículo relacionado: "¿En qué se parecen la Psicología y la Filosofía?"
Biografía de John Langshaw Austin
La vida de este filósofo del lenguaje no se caracteriza ni por publicar de forma prolífica ni tampoco, por desgracia, por haber vivido muchos años. Aún así, este pensador británico supo aprovechar sus años de vida, siendo el creador de una de las teorías más importantes en el ámbito de la psicolingüística, además de haber recibido unos cuantos premios.
1. Primeros años y formación
John Langshaw Austin nació en Lancaster, Inglaterra, el 26 de marzo de 1911.
En 1924 se matriculó en la escuela de Shrewsbury, donde estudió sobre grandes clásicos de todos los tiempos. Posteriormente estudiaría la carrera de literatura clásica en el Balliol College, en Oxford, el año 1929.
En 1933 recibió la titulación de literatura clásica y filosofía, además del premio Gaisford de prosa griega. Acabó esos estudios siendo el primero de la clase. En 1935 empezó a impartir clases en el Magdalen College, también en Oxford. Posteriormente se adentraría en el campo de la filosofía de Aristóteles, siendo un gran referente a lo largo de su vida.
2. Formación de su pensamiento
Pero entre sus intereses más tempranos no únicamente se podía encontrar a Aristóteles (más tarde, entre 1956 y 1957 Austin fue presidente de la Sociedad Aristotélica inglesa). También abordó a Kant, Leibniz y Platón. En cuanto a sus influyentes más contemporáneos se pueden encontrar a G. E. Moore, H. A. Prichard y John Cook Wilson.
La visión de los filósofos más modernos moldeó su forma de ver las cuestiones principales del pensamiento occidental, y fue a partir de este momento en el que empezó a tomar especial interés en la forma de cómo los seres humanos realizamos juicios específicos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Austin sirvió a su país trabajando en la Inteligencia Británica. De hecho, se ha llegado a decir que fue uno de los máximos responsables en la preparación del día D, es decir, del Desembarco a Normandía.
John Austin dejó el ejército con el rango de teniente coronel y fue galardonado por su trabajo en la inteligencia con la Orden del Imperio Británico, la Cruz Francesa de la Guerra y el premio norteamericano de la Legión al Mérito.
3. Últimos años
Tras la guerra, Austin trabajó en el Corpus Christi College, Oxford como profesor de filosofía moral.
En vida, Austin no era particularmente prolífico en cuanto a publicaciones se refiere (sólo publicó siete artículos), sin embargo, esto no evitó que se volviera famoso. Su influencia se debió, principalmente, al hecho de que llevaba a cabo muy interesantes conferencias. De hecho, se volvió famoso por dar algunas de ellas los sábados por la mañana, algo que para un profesor de la época era bastante llamativo.
Gracias a esto, y al incremento de su popularidad, John Austin fue visitando en la década de los 50’ universidades como las de Harvard y Berkeley.
Es a partir de estos viajes cuando surge el material para escribir Cómo hacer cosas con palabras una obra póstuma que recoge, en esencia, toda su filosofía del lenguaje. También fue durante estos años que tuvo la ocasión de conocer a Noam Chomsky, volviéndose muy buenos amigos.
Lamentablemente para el mundo de la lingüística, John Langshaw Austin falleció con tan solo 48 años de edad, el 8 de febrero de 1960, al cabo de poco de haber sido diagnosticado con cáncer de pulmón.
Filosofía del lenguaje y su método
Austin sentía poca satisfacción por la forma en cómo se estaba llevando a cabo la filosofía en su tiempo, especialmente con el positivismo lógico. De acuerdo con este autor, el positivismo lógico era el responsable de producir dicotomías filosóficas que, en vez de dejar claras las cosas y ayudar a comprender el mundo que nos rodea, parecía simplificar en exceso la realidad y se tendía hacia el dogmatismo.
Austin desarrolló una nueva metodología filosófica, que más tarde sentaría las bases de la filosofía basada en el lenguaje ordinario. John Austin no consideraba que este método fuera el único válido, sin embargo, sí parecía acercar a los filósofos occidentales a la resolución de cuestiones tan longevas como son la libertad, la percepción y la responsabilidad.
Para Austin, el punto de partida debía ser el analizar las formas y conceptos utilizados en el lenguaje mundano, y reconocer sus limitaciones y sesgos. Esto permitiría desvelar aquellos errores que se llevaban haciendo desde tiempos inmemoriales en la filosofía.
De acuerdo a este autor, en el lenguaje del día a día se encuentran todas las distinciones y conexiones establecidas por los seres humanos. Es como si las palabras hubieran evolucionado por medio de la selección natural, sobreviviendo las más adaptadas al contexto lingüístico y las que permitieran describir el mundo que los seres humanos percibimos. Esto se vería influido por cada cultura, expresándose en una forma diferente de ver las cosas.
Teoría de los actos de habla
La teoría de los actos de habla es, seguramente, la más conocida contribución de John Austin al campo de la filosofía del lenguaje. La teoría de los actos de habla es una teoría de cómo se manifiestan las intenciones comunicativas. En esta teoría se incorporan como elementos fundamentales de los usos del lenguaje los conceptos de intención y de acción.
En su tiempo, la mayoría de los filósofos estaban interesados en cómo funcionaba el lenguaje formal, es decir, aquel que está formado con reglas lógicas. Un ejemplo de lenguaje formal sería el siguiente: los mamíferos maman, los perros maman, por lo tanto, los perros son mamíferos. Sin embargo, Austin optó por describir cómo se utiliza el lenguaje cotidiano para describir y cambiar la realidad.
Uno de los aspectos más interesantes del interés de Austin en el lenguaje ordinario fue el darse cuenta de cómo, dependiendo de lo que se dice, es posible crear una situación en sí misma. Es decir, hay expresiones que, al ser emitidas, son en sí lo que están describiendo que se hace. Para que se entienda mejor:
Estando en una boda, el cura quien oficia la ceremonio, tras darse los anillos los novios, dice en voz alta: ‘por la presente, yo os declaro marido y mujer’. Al decir ‘yo declaro’ el cura no está describiendo una realidad, la está creando. Mediante sus palabras ha hecho que dos personas sean, oficialmente, un matrimonio. Y esto lo ha llevado a cabo mediante un acto de habla, en este caso, una declaración.
Así pues, se entiende por actos de habla aquellas expresiones lingüísticas, tanto orales como escritas, que al ser emitidas implican un cambio en la realidad por sí mismas, es decir, son lo que dicen que están haciendo.
Dentro de la teoría de Austin, con acto de habla, término que fue usado originalmente por John Searle y Peter Strawson, se hace referencia a enunciados que constituyen, por sí mismos, un acto que implica algún tipo de cambio en cuanto a la relación entre interlocutores se refiere, como se ha podido ver en el caso de la boda.
Dentro de la misma teoría, John Austin distingue entre tres tipos de actos:
1. Actos de habla locutorios
Son simplemente decir algo. Es como se denomina al acto de que el ser humano diga o escriba algo, independientemente de si es verdad o no o si constituye por sí mismo un cambio en la realidad.
2. Actos de habla ilocutorios
Son actos que describen la intención del hablante al ser enunciados. Por ejemplo, un caso de acto ilocutorio sería el de dar una felicitación, lo cual ya de por sí implica hacer un acto, que es el de felicitar.
3. Actos de habla perlocutorios
Son los efectos o consecuencias que se desprenden del acto de emitir un acto ilocutorio, es decir, la respuesta de haber dicho algo, ya sea una felicitación, insulto, orden…
Son actos realizados por el hecho de enunciar alguna cosa. Reflejan el resultado de un acto enunciado por el hablante el cual ha producido un efecto en el oyente.
No hay suficiente con reconocer la intención del hablante, sino que además el receptor se lo debe creer. No se ejecutan por el simple hecho de enunciarlos.
Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad