Edgar Allan Poe: biografía de este escritor y poeta norteamericano

Un viaje por la vida del maestro del relato de terror, Edgar Allan Poe.

Edgar Allan Poe: biografía de este escritor y poeta norteamericano

Poca gente desconoce quien fue Edgar Allan Poe. Títulos como El gato negro, La caída de la casa Usher o El corazón delator son universalmente reconocidos como algunos de los relatos de terror más escalofriantes de la historia de la literatura, que han sentado las bases de la obra de autores posteriores como Lovecraft, Baudelaire o Stevenson.

En efecto, pocos son los escritores de relato “gótico” de la segunda mitad del siglo XIX que no reconocen la influencia que Allan Poe ha tenido en su trabajo. Y es que Poe es el maestro de maestros, el que situó el cuento de terror en un lugar privilegiado de la literatura y esbozó por primera vez lo que, más tarde, sería el tan manido género de detectives. En suma, mucho debemos en el ámbito literario al genio de Richmond, aunque, como veremos (y como suele pasar), su inmortal fama vino tras su prematura y enigmática muerte.

Breve biografía de Edgar Allan Poe, el maestro del relato de terror

El que pasó a los anales literarios como el gran maestro del género “gótico” deseaba en realidad ser poeta. Y es que, desde muy temprana edad, Poe se sintió inevitablemente atraído por las musas, lo que le enfrentó, una vez más, a su tiránico padre adoptivo, John Allan, un rico caballero sureño que quería para su pupilo un futuro más “prometedor”.

Los que tuvieron la oportunidad de conocer a Poe en su juventud (entre ellos, su primer gran amor, Sarah Elmira Royster), lo describen como un chico más bien callado y taciturno, pero con un carácter enérgico e impetuoso, que sacaba a la luz cuando se sentía avasallado. Al menos durante sus primeros años, Poe no fue el hombre melancólico sumido en sus divagaciones que veremos más tarde, sino un vehemente joven de físico vigoroso y una mente brillante que le hacía destacar por encima de sus compañeros. Pero empecemos por el principio.

Una infancia inestable

Los padres biológicos de Poe fueron David y Elizabeth Poe, de profesión actores, que se ganaban la vida vagando de población en población. Esta vida itinerante fue la que determinó el lugar de nacimiento del pequeño Edgar, que fue totalmente accidental: la ciudad de Boston, al norte de los Estados Unidos, donde el futuro escritor vio la luz un 19 de enero de 1809.

La pareja había tenido ya un hijo, William Henry, y tendría todavía otra hija, Rosalie, nacida en 1810. Cuando Edgar tenía meses de vida, el padre los abandonó, y la madre, pobre y enferma, sólo pudo sobrevivir dos años más. Así, en 1811, Edgar y sus hermanos quedaban huérfanos de ambos progenitores, a merced de la caridad de vecinos, amigos y familiares.

Henry, el mayor, quedó al cuidado de los abuelos, mientras que Rosalie era adoptada por la familia Mackenzie. En cuanto a Edgar, fue recogido por los Allan, un matrimonio sureño originario de Richmond, Virginia, a petición de Frances, la esposa, que anhelaba con toda el alma el hijo que no había podido tener. Parece ser que John, el marido, aceptó casi a regañadientes, y la indiferencia que sintió siempre hacia este vástago no deseado se manifiesta en el hecho de que, a pesar de criarlo como a un hijo, nunca lo adoptó de forma oficial ni se acordó de él una vez fallecida la esposa.

Con todo, es justo reconocer que Edgar mostró siempre un carácter hostil hacia su padre adoptivo. Puede que la estrecha ligazón que le unía a Frances y las continuas infidelidades de John tuvieran algo que ver en el tema. Sea como fuere, durante su juventud, Edgar Poe, ahora ya conocido como Edgar Allan Poe, manifestó conductas impulsivas y rebeldes que trajeron de cabeza a su despótico progenitor.

Un caballero del sur

A pesar de tener sus raíces familiares en el norte de Estados Unidos, Poe se había criado en Virginia, por lo que, ideológicamente, era un caballero del sur, con todo lo que esto suponía en la época. Culturalmente, pues, el futuro escritor se encontraba muy lejos de los ideales democráticos y liberales del norte, e incluso algunos autores han visto en sus escritos restos de un evidente racismo, ligado al régimen esclavista que todavía era legal en los estados sureños.

Pero, por debajo de todo ello, se escondía un joven necesitado de afecto, que había perdido a su familia biológica a los dos años y que había crecido castrado emocionalmente por un padre adoptivo abusivo y dominante, con el que nunca consiguió llevarse bien. El clímax llegó cuando Poe comenzó a cartearse con Sarah Elmira Royster, una joven de la que se enamoró y con la que pretendía casarse. Al regresar de la Universidad de Charlottesville, de la que tuvo que huir por deudas de juego, se enteró de que John Allan había interceptado la correspondencia y había presionado para deshacer el compromiso. No sólo eso; el padre adoptivo se negó en redondo a prestarle dinero para saldar sus deudas y regresar a la universidad. El enfado de Poe no conoció límites, y la relación con John Allan se rompió definitivamente.

Las desventuras del joven Poe

La ruptura convence a Poe de que debe cumplir su sueño y labrarse un futuro como poeta. Sin embargo, su primera publicación, Tamerlane and Other Poems, no obtiene el éxito esperado, y se ve obligado a enrolarse en el ejército para sobrevivir. Mientras, Frances, la adorada madre adoptiva, fallece. Para consternación de Poe, el mensaje del óbito le llega demasiado tarde. Cuando regresa a la ciudad, Frances hace días que está enterrada. Pero al joven todavía le aguarda otra desventura. John Allan se ha vuelto a casar, y su nueva mujer no está dispuesta a consentir que el “capricho” de la anterior esposa se entrometa entre sus futuros hijos y la herencia. La casa de los Allan se le cierra para siempre. Edgar se encuentra, de repente, absolutamente solo.

¿Solo? En realidad, no. Porque en Baltimore le quedan todavía unos pocos familiares de sangre: Henry, el hermano mayor, que sufre tuberculosis y vive pobremente en casa de la señora Clemm, la tía de ambos, junto con Virginia, su pequeña hija. Hacia allí se dirige Poe y allí se instala, ávido de un amor que ya no sabe donde buscar. Durante algunos meses (los pocos que dura la agonía de su hermano) comparte lecho con él en el desván de la casa, e intenta encontrar trabajo en algún periódico. Sigue empeñado en ser, sino poeta, al menos, escritor.

La dulce Virginia, esposa, hermana y amiga

Por fin, en 1836, consigue un premio de cincuenta dólares en un concurso literario, que gana con su relato Manuscrito encontrado en una botella. La alegría de Poe no es pequeña, puesto que se trata de la primera remuneración que recibe una obra suya. Además, entre los miembros del jurado se encuentra John Peddleton Kennedy, auténtico mecenas que le abre las puertas de algunas editoriales y que le encuentra trabajo en el Southern Literary Messenger. El futuro parece por fin sonreír a nuestro protagonista.

Sin embargo, el demonio de la bebida ya ha hecho acto de presencia en la existencia de Poe. Sus borracheras apoteósicas y las resacas correspondientes hacen que falte repetidas veces a su puesto de trabajo, lo que conlleva un despido tan inesperado como decepcionante. Aturdido, Poe regresa al único hogar que conoce: la casa de las Clemm. Henry, su hermano mayor, ya ha fallecido.

Para estupor de muchos de sus biógrafos, el escritor contrae matrimonio ese mismo año con su prima Virginia, la hija de Miss Clemm, la niña que conoció durante su primera estancia en Baltimore y que cuenta entonces sólo con trece años (Poe ha cumplido ya los veintisiete). Si bien los matrimonios de este tipo no eran para nada inusuales en la época, no cabe duda de que se trata de un acontecimiento como mínimo intrigante, que ha hecho correr ríos de tinta y ha llevado de cabeza a los biógrafos del escritor. Algunos creen que Virginia representó la hermana angelical que Poe no tuvo y que, por tanto, no existió trato carnal entre ellos; al menos, durante los primeros años. En cualquier caso, tanto Miss Clemm como Virginia supusieron el principal soporte emocional del inestable y quebradizo Edgar durante aquellos años oscuros.

Grandes esperanzas

Su matrimonio coincide con una etapa de relativa fortuna profesional, puesto que, en 1839, sale a la luz sus Cuentos de lo grotesco y lo arabesco, un recopilatorio de sus relatos de terror, entre los que se encuentran, entre otras obras maestras, el cuento Ligeia y La caída de la casa Usher. Más tarde, en 1843, Poe recibe nada menos que cien dólares por su relato El escarabajo de oro, premio otorgado por la Dollar Magazine.

Decidido a fundar su propio periódico, Poe empieza a trabajar en publicaciones diversas, como el Evening Mirror o el Broadway Journal, y finalmente consigue convertirse en el único propietario de este último, lo que representa una oportunidad sin igual de cumplir su sueño editorial. Sin embargo, con la publicación también hereda sus deudas, a las que no puede hacer frente. En consecuencia, el Broadway cierra en 1846 y, con él, desaparece la única posibilidad que el destino le daría a Poe de alcanzar su sueño. Mientras, en 1845, ha aparecido en el Evening Mirror su poema más famoso, que le lanzará a la fama definitiva: El cuervo.

Tras una etapa de relativa estabilidad profesional (no reñida con la precariedad económica, siempre presente en la vida adulta de Poe) llegan tiempos aciagos. Su esposa Virginia enferma gravemente de tuberculosis y fallece prematuramente a la edad de veinticinco años. La muerte de su adorada niña trastorna a Poe, que bebe y se da al láudano como nunca había hecho.

Ni siquiera el reencuentro con su gran amor de juventud, Sarah Elmira Royster, consigue encauzar su vida. El 7 de octubre de 1849, el escritor es encontrado en estado delirante en las calles de Baltimore, vestido con unas ropas que no le pertenecen. Este dato ha alimentado la teoría de que Poe fue usado como votante obligado en las elecciones municipales que se estaban llevando a cabo esos días, puesto que era común que los candidatos emborracharan a mendigos y los llevaran por todos los centros electorales para les votaran una y otra vez. Puede que este haya sido el caso; de cualquier forma, todo lo concerniente a las últimas semanas de Poe sigue siendo un misterio.

El gran maestro del terror falleció en un hospital de Baltimore, abatido, enfermo y cansado, a los cuarenta años. Como se suele decir, moría el personaje, pero nacía la leyenda. Porque la fama de sus relatos no hizo sino crecer, hasta convertirse en el gran referente literario que es actualmente. No en vano Charles Baudelaire, el enfant terrible de la literatura, dijo que, cuando leyó a Poe, leyó a su otro yo. Y es que todos tenemos un Edgar Allan Poe dentro de nosotros.

  • Ackryd, P. (2009). Poe, una vida truncada, ed. Edhasa
  • Baudelaire, C. (1989), Edgar Allan Poe, ed. Visor
  • Lovecraft, H.P. (1973), El horror sobrenatural en la literatura, ed. Barral
  • Poe, E.A. (2011), Contes, volumen 1, con prólogo de Joan Solé, Edicions 62

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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