Inmortalizada por Nickolas Muray, el fotógrafo húngaro que fue durante muchos años su amante y amigo, la imagen de la pintora mexicana Frida Kahlo (1907-1954) no es difícil de evocar. El merchandising de nuestra era de consumismo ha plasmado su rostro en bolsos, camisetas, tazas y joyas, y son muchas las personas que ostentan orgullosamente su efigie. Pero ¿sabemos quién fue exactamente Frida Kahlo?
Su dulce belleza morena y los vistosos trajes mexicanos con los que se vestía la hicieron muy popular en Estados Unidos, cuando se mudó a vivir a California primero y a Nueva York después en compañía de su esposo, Diego Rivera. Sin embargo, muy pronto aquella jovencita de apariencia vulnerable se iba a convertir en una estrella por mérito propio. Frida Kahlo sería, gracias a su talento, una de las mayores artistas del siglo XX.
Si quieres conocer su historia, no siempre halagüeña, sigue leyendo esta biografía de Frida Kahlo. La vida de la pintora es y será un modelo de resiliencia y de lucha contra la adversidad.
Breve biografía de Frida Kahlo, la gran artista mexicana
En su último cuadro, pintado unos días antes de su muerte, Frida Kahlo escribe: “Viva la vida”. La frase, contundente y explícita, dio nombre a la obra, un bodegón compuesto exclusivamente de sandías. Así se expresaba una mujer que, aun viéndose consumida y cercana a la partida definitiva, todavía encontraba fuerzas para sentirse agradecida al milagro de la existencia. Una existencia que no fue, ni mucho menos, amable con ella. Veámoslo.
Su juventud: marcada por el infortunio
La obra de Frida Kahlo no se puede separar del dolor físico y emocional que sufrió desde muy niña. Al final de su vida, había sido intervenida quirúrgicamente en más de veinte ocasiones, y había padecido tres abortos.
La gran artista mexicana nació en julio de 1907 en Coyoacán, una población situada en los alrededores de Ciudad de México. Su padre, Wilhelm Kahlo (que más tarde cambiaría su nombre por el más hispano Guillermo) había nacido en Alemania, y era fotógrafo. La madre de Frida, la mexicana Matilde Calderón, no había sido su primera esposa, pues la anterior había fallecido en su tercer parto. Con su segunda mujer, Guillermo tuvo, además de a Frida, a Matilde (n. 1899), Adriana (n. 1902), Guillermo (nacido en 1906 y que falleció pocos días después) y Cristina (n. 1908). Con esta última, Frida estuvo siempre muy unida, por lo que su traición, de la que hablaremos más tarde, fue durísima para la artista.
La primera desgracia de Frida sobreviene a la temprana edad de seis años, cuando le es diagnosticada la polio, que le deforma para siempre la pierna derecha. Mucho más tarde, cuando ya es una atractiva joven de dieciocho años, sufre el gravísimo accidente que le marcará la existencia. El 17 de septiembre de 1925, un tranvía embiste al autobús en el que viajaba con su novio, Alejandro Gómez Arias. Un trozo de hierro se clava en su abdomen, y Frida debe ser intervenida con urgencia. Las múltiples heridas son tan graves que los médicos no saben si sobrevivirá. Sin embargo, contra todo pronóstico, la menuda jovencita sigue adelante. Eso sí, las secuelas le durarán toda la vida y, además, Alejandro la abandona, supuestamente al sentirse incapaz de cuidar a una “lisiada”.
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El arte y Diego Rivera, Diego Rivera y el arte
En alguna ocasión, Frida comentó que amaba más a Diego que a su vida. A la luz de los hechos, parece ser que fue así. Por encima de su arte siempre estaba su marido, el también pintor Diego Rivera, al que conoció a través de la fotógrafa Tina Modotti y su esposo, el comunista cubano Julio Antonio Mella. Diego poseía fuertes convicciones comunistas, que Frida también compartía y que se agudizaron durante este periodo.
La amistad que la unió en un principio con Rivera (a quien consultó acerca de su propio talento y sobre si creía que podría llegar a ser una gran pintora) se convirtió pronto en romance. La pareja se casó por lo civil en 1929, para disgusto de la madre de Frida, que era ferviente católica. Matilde, además, reprobaba la diferencia de edad de los cónyuges, puesto que Frida era una muchacha de veintidós años y Diego pasaba de los cuarenta.
El primer año de matrimonio fue feliz, pero pronto llegaron las desavenencias, cuya fuente era, principalmente, las continuas infidelidades de Diego. El golpe definitivo fue su romance con la hermana pequeña de Frida, Cristina. La artista se sintió incapaz de soportarlo. Aun así, siguió con Diego y perpetraron una unión de codependencia que les llevó a divorciarse en 1940 y volver a casarse un año después.
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Plasmar el sufrimiento en el arte
Frida había empezado a crear su obra durante la durísima y larga convalecencia del accidente de 1925. Obligada a permanecer en la cama durante meses, empezó a pintar, con la ayuda de un espejo. De esta época es su primer autorretrato, realizado en 1926 y que regaló a su novio, Alejandro. Sin embargo, este ya había empezado a poner distancia entre él y la “lisiada”, no se sabe si por voluntad propia o por presión de sus padres, que no querían que su hijo se casara con Frida.
Es precisamente el autorretrato el género que más cultivó la artista, posiblemente fruto de las largas horas que pasaba en compañía de sí misma. Frida aprendió a leer en su interior y comenzó a plasmar su sufrimiento en sus cuadros. Su obra se inspira en gran medida en los exvotos mexicanos, dando testimonio, una vez más, de su pasión por la cultura de su país.
Su autorretrato más famoso contiene, paradójicamente, a dos personas: se trata del famoso Las dos Fridas, pintado en 1939. El lienzo muestra a una primera Frida vestida de blanco, usualmente interpretada como la Frida ingenua anterior a su accidente y a la tormentosa relación con Rivera. La segunda Frida está ataviada con un vestido de colores más oscuros (la Frida desengañada y decepcionada); ambas están conectadas por una arteria que lleva sangre a los dos corazones. Sin embargo, las tijeras que porta la primera Frida (en cuyo vestido blanco resalta la sangre derramada) son un eco de los traumas vividos: el accidente, la pérdida de los embarazos, las infidelidades del marido…
Durante toda su vida, Frida Kahlo traspasó el dolor de su corazón a sus cuadros. En Henry Ford Hospital o La cama volando, la artista se pinta desnuda, tumbada en una cama de hospital (que, por desgracia, tan bien conocía). La completa desnudez de Frida denota su vulnerabilidad; alrededor, distintos hilos rojos la conectan con diversos elementos en los que pueden leerse los grandes sufrimientos de su vida; entre ellos, un feto (en referencia a los abortos) y una pelvis (su grave fractura fruto del accidente).
Los últimos y terribles años
En la década de 1940, la fama de Frida es internacional. Está considerada una de las mejores artistas de su tiempo, y empieza a exponer profusamente. En París, la ayudan a este objetivo personalidades como Marcel Duchamp o André Breton, este último verdaderamente asombrado por el talento de la mexicana. Ella, en cambio, no guardaba mucha simpatía por el grupo surrealista de París, como expresó en una de sus cartas a Nickolas Muray, y nunca se consideró parte del movimiento.
Es en Estados Unidos donde la fama de Frida fue especialmente notable, y eso a pesar de su abierta vinculación con el trotskismo. Frida y Diego simpatizan con esta ideología y llegan a hospedar al líder, León Trotski (1879-1940), en su casa de Coyoacán, conocida como La casa azul. Tras el atentado que acabó con la vida de Trotski (perpetrado por el comunista Ramón Mercader), Frida fue interrogada durante interminables horas y su casa fue allanada, en busca de pruebas.
Los últimos años de la vida de Frida Kahlo son un auténtico infierno. Su salud se deteriora por momentos; en 1953, tienen que amputarle parte de la pierna debido a una galopante gangrena. Uno de sus firmes apoyos es su otra vez marido, Diego Rivera, con quien sigue muy unida a pesar de los devaneos de él. El dolor es tan grande que Frida intenta suicidarse. Finalmente, fallece el 13 de julio de 1954, a los cuarenta y siete años.
Su muerte hizo correr ríos de tinta y hoy en día sigue siendo un misterio. ¿Tuvo su óbito causas naturales, relacionadas con su estado de salud? ¿O fue quizá el intento de suicidio definitivo?
Su marido, Diego Rivera, sucumbió emocionalmente tras su partida, y se fue sólo tres años después que ella. Una relación polémica plagada de altibajos, pero que se mantuvo hasta el final.
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