Ayer me di cuenta de que mi despacho es, para muchas personas, un lugar seguro, un sitio donde pedir ayuda, un lugar al que acudir.
Una de las personas a las que acompaño volvió a consulta poco más tarde de una hora después de haber finalizado la visita. Todas nos sorprendimos al verle llegar. Estaba sudado y muy nervioso. Me parece fuerte que, de todos los lugares, escogiera mi despacho como refugio, lugar donde encontrar cobijo, donde recuperarse. Y he estado pensando en qué hace a este lugar ser el elegido.
En mi despacho cada cual puede ser como es, no hace falta hacer un papel, todas las características son bienvenidas. No hay juicio. En mi despacho hay una escucha activa, interés y presencia. En mi despacho hay información si la pides o necesitas. En mi despacho hay normas consensuadas, hay un terreno de juego delimitado. En mi despacho, si transgredes los acuerdos establecidos, tengo el compromiso contigo de señalártelo. En mi despacho tú y yo establecemos una relación de respeto, confianza, fiabilidad y seguridad. Con esto muchas personas se levantan y andan. No es magia, tiene ingredientes. No se ven, pero se sienten, se viven.
Es muy probable que olvide algún ingrediente de la receta. También es altamente probable que otra persona, hablando de mi despacho, nombre algunos ingredientes distintos, aunque hable de lo mismo e incluso del mismo momento. Esto puede pasar, y de hecho pasa. Incluso podría darse el caso en el que apenas algún ingrediente coincidiera. Es difícil, pero podría pasar. Ocurre porque no miramos desde el mismo lugar, porque ocupamos posiciones diferentes y desde ellas vemos también cosas distintas. Porque no hay una verdad única y en mi despacho caben todas; por ello, la descripción de mi despacho es libre y versátil, depende de quién te la cuente.
Yo, por mi parte, preparo con esmero y cariño cada uno de los ingredientes: foco y atención, cuidado y empatía, conocimientos y compasión, autenticidad y afecto. No obstante, a pesar de tanto esfuerzo necesario en todos estos ingredientes, no son lo más relevante. Lo realmente importante es que la receta de mi despacho te siente bien, te nutra y, si puede ser, la disfrutes.
¿Cuáles son los ingredientes de vuestro despacho para una receta de diez?


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