Para que nuestro cerebro se mantenga con vida y funcione correctamente necesita de un constante aporte de oxígeno y nutrientes (especialmente glucosa), los cuales obtenemos a través de la respiración y de la alimentación. Ambos elementos llegan al encéfalo a través de la irrigación llevada a cabo por el sistema vascular.
Sin embargo, en ocasiones se producen lesiones y daños que hacen que los vasos sanguíneos dejen de funcionar adecuadamente o se rompan. Uno de los trastornos que causa esto es la microangiopatía cerebral.
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Microangiopatía cerebral: Concepto y síntomas típicos
Se entiende por microangiopatía cerebral todo aquel trastorno caracterizado por la presencia de lesiones o alteraciones en la parte del sistema vascular que irriga el encéfalo. Concretamente se hace referencia a los vasos sanguíneos de pequeño tamaño, arteriolas y vénulas, que en último término son las que más se acercan y están en contacto con las zonas diana.
En este tipo de trastornos las paredes de dichos vasos sanguíneos pueden volverse frágiles y romperse, produciéndose con facilidad hemorragias cerebrales que pueden causar una gran variedad de síntomas según la zona donde se produzcan.
La sintomatología más típica de estos trastornos, que se deriva del momento en que ocurren los accidentes cerebrovasculares, incluye la parálisis de parte del cuerpo, alteración del habla, la presencia de cefaleas continuas, mareos y vómitos, pérdida de conciencia y enlentecimiento del habla y del movimiento. Pueden ocurrir crisis epilépticas y convulsiones, pérdidas sensoriales, alteraciones del estado del ánimo e incluso alucinaciones y delirios.
La microangiopatía cerebral no es mortal de por sí, pero los infartos cerebrales que facilita son muy peligrosos y pueden conllevar la llegada de demencias cardiovasculares, incapacitación e incluso el fallecimiento del paciente. Generalmente no suelen presentarse síntomas antes de los cuarenta y cinco, produciéndose en su mayoría los accidentes cerebrales a edades más avanzadas. Sin embargo, existen casos en que han ocurrido incluso en la infancia.
Tipos de microangiopatía cerebral
El término microangiopatía cerebral no designa una enfermedad en sí, sino que se refiere al conjunto de trastornos que provocan un estado alterado de los pequeños vasos sanguíneos.
Así pues, dentro de las microangiopatías cerebrales pueden encontrarse diversos síndromes y trastornos, tres de los cuales os presentamos a continuación.
1. Arteriopatía cerebral autosómica dominante con infartos subcorticales y leucoencefalopatía (CADASIL).
Más conocida por sus siglas, CADASIL, esta enfermedad de origen genético afecta especialmente a las arteriolas que se conectan con los núcleos subcorticales del encéfalo, especialmente en los ganglios basales y alrededor de los ventrículos.
La musculatura de las paredes de dichos vasos sanguíneos se van degenerando de forma progresiva, perdiendo elasticidad y rompiéndose fácilmente. Se trata de un trastorno hereditario de carácter autosómico dominante, causado por mutaciones en el gen NOTCH3.
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2. Microangiopatía cerebrorretinal con quistes y calcificaciones
Enfermedad poco frecuente que provoca diversos tipos de alteraciones en las conexiones entre los órganos visuales y el cerebro, además de facilitar problemas de sangrado en el tubo digestivo. Las características principales de este trastorno es la presencia de quistes y calcificaciones en los tálamos, núcleos basales y otras regiones subcorticales en ambos hemisferios. Los primeros síntomas se suelen dar durante la infancia, evolucionando rápidamente. Su origen se encuentra en mutaciones del gen CTC1 del cromosoma 17.
3. Síndrome de Susac
Otro trastorno originado por una microangiopatía es el síndrome de Susac. Se genera por una microangiopatía no inflamatoria cuyos principales efectos se dan a nivel cerebral, retiniano y auditivo, afectando a los vasos sanguíneos que conectan entre dichas áreas. Suele causar pérdidas auditivas y visuales. Se sospecha que su origen puede hallarse en causas autoinmunes, si bien aún se desconoce su etiología exacta.
Causas
Las causas concretas de cada microangiopatía van a depender del tipo de enfermedad o trastorno que se presente.
En muchos de los casos, como ocurre con el CADASIL, las causas de este trastorno son de origen genético, presentándose mutaciones en genes como el NOTCH3 o el COL4A1. Sin embargo también pueden producirse y/o favorecerse por factores adquiridos. De hecho, la diabetes, la obesidad, el colesterol alto y la hipertensión arterial influyen un importante papel tanto en desarrollarla como en agravar el pronóstico de una microangiopatía cerebral, suponiendo factores de riesgo relevantes y a tener en cuenta a la hora de explicar algunos de estos trastornos y en algunos casos siendo su causa directa. Determinadas infecciones pueden también alterar y dañar los vasos sanguíneos.
También se ha documentado la presencia de una elevada cantidad de lipoproteína A en muchos casos de accidente vascular, contribuyendo una cantidad exagerada de esta sustancia a la facilitación de trombos.
Tratamiento
Al igual que con las causas e incluso los síntomas, el tratamiento específico a aplicar dependerá de qué zonas se encuentren dañadas. Por lo general, las microangiopatías no suelen tener un tratamiento que revierta el problema. Sin embargo, la prevención es esencial tanto en el caso de tener algún trastorno o problema que facilite el debilitamiento de los vasos sanguíneos (especialmente hay que vigilar en aquellos casos que padezcan hipertensión, obesidad y/o diabetes). Es por ello que se recomienda establecer hábitos de vida saludables.
Al margen de ello, se pueden aplicar diferentes estrategias terapéuticas para paliar los síntomas y mantener más fuertes los vasos sanguíneos. Se ha demostrado que la aplicación de corticoesteroides de manera continuada puede mejorar el estado de los pacientes. También otras sustancias permiten mejorar la sintomatología, como. La rehabilitación tras un accidente isquémico y la psicoeducación al afectado y a su entorno son otros factores fundamentales a tener en cuenta.
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