La agorafobia es el temor a situaciones de las que parece difícil escapar o en las que podría ser difícil recibir ayuda en caso de que se desarrollaran síntomas de ansiedad.
Como consecuencia de este trastorno de ansiedad la persona evita las situaciones temidas, las soporta con gran ansiedad o necesita ser acompañada cuando se enfrenta a ellas.
En este artículo analizaremos los síntomas y las causas de este "miedo al miedo".
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¿Cómo se manifiesta la agorafobia?
La agorafobia es más frecuente en mujeres y en los últimos años su prevalencia se ha elevado. En cuanto a la edad de inicio, suele darse en la adolescencia, aunque podemos encontrar casos que empiecen a cualquier edad.
Podemos hablar de distintos grados de agorafobia: hay personas que no salen de casa y por tanto evitan totalmente las situaciones temidas, otras que soportan las situaciones con gran ansiedad pero se enfrentan a ellas por su cuenta y otras que sólo salen de casa si están acompañadas.
Situaciones temidas más habituales
Si bien los miedos de cada persona con agorafobia pueden ser muy distintos de los del resto, a continuación describiremos las situaciones que son temidas o evitadas más frecuentemente por quienes tienen este trastorno.
El miedo o ansiedad no es causado sólo por las situaciones temidas sino también por su estas situaciones. Este miedo tiene que ver con la imposibilidad de escapar (ya sea por restricciones físicas o por convención social) y con el hecho de estar solo.
1. Espacios cerrados
Entre otros, en esta categoría se incluirían los supermercados y grandes almacenes, los cines y los teatros, las aulas, los restaurantes, los aparcamientos, los túneles, los ascensores...
2. Espacios abiertos
Pueden ser interiores, como estadios, habitaciones grandes y vestíbulos, o exteriores, como patios, calles anchas o el campo.
3. Viajar en medios de transporte
Muchas personas con agorafobia temen sufrir un ataque de ansiedad durante un trayecto en coche, autobús, tren, barco o avión. Esto se debe a que imaginan que les sería muy difícil escapar de los vehículos si sus temores se cumplieran; por ejemplo, tener una crisis de angustia en medio de la autopista puede suponer un verdadero embrollo.
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4. Multitudes
Fiestas, reuniones, discotecas, centros comerciales, cruzar puentes o hacer colas son algunas de las situaciones y lugares que las personas con agorafobia suelen evitar. En estos casos la ansiedad está causada en buena parte por el temor a ser juzgado por otras personas.
5. Estar solo/a
En casos de agorafobia es frecuente el temor a no tener cerca a personas de confianza o estar en un lugar que proporcione seguridad, como puede ser la propia casa; es por esto que estar lejos del hogar es un miedo agorafóbico bastante común. No obstante quedarse solo en casa es otra situación que se teme comúnmente.
Síntomas y “consecuencias catastróficas”
En general, la mayoría de las personas que tienen agorafobia sufren o han sufrido ataques de pánico espontáneos, es decir, que han ocurrido sin una causa aparente.
Las personas con agorafobia tienen miedo de aquellas situaciones en las que consideran que pueden sufrir síntomas de ansiedad (ataques de pánico) así como de sus posibles consecuencias catastróficas. No obstante, el miedo a las consecuencias de la ansiedad es irracional ya que las crisis de angustia no son peligrosas para quien las sufre.
Los síntomas de ansiedad más frecuentes en los ataques de pánico son los siguientes: sensación de ahogo, palpitaciones, mareos, sudoración, piernas inseguras, opresión, dolor o malestar en el pecho, molestias abdominales, despersonalización (sentirse separado de uno mismo) y desrealización (sensación de irrealidad).
Entre las consecuencias catastróficas de los síntomas que anticipan erróneamente los agorafóbicos encontramos: desmayarse, tener un infarto, morir, gritar, perder el control, volverse loco, vomitar, ahogarse, quedarse atrapado o indefenso y ser incapaz de llegar a un sitio seguro, no recibir ayuda si se experimentan síntomas de ansiedad...
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Causas de la agorafobia
Al hablar de las causas de la agorafobia es importante tener en cuenta que ciertas características personales pueden predisponer a este trastorno o bien ser consecuencia del mismo: dependencia, baja asertividad, baja autoconfianza, retraimiento social, elevada ansiedad, miedo a la evaluación negativa, alta búsqueda de aprobación, estrategias ineficaces para afrontar el estrés, tendencia a evitar los problemas en vez de afrontarlos...
También pueden estar implicadas experiencias vividas durante la infancia como la sobreprotección o la falta de cariño. Asimismo, muchas personas con agorafobia afirman que estaban atravesando una época de estrés en el inicio de la misma.
Este estrés puede ser relativo a lo laboral, a un divorcio, a la muerte de un ser querido, a un conflicto de pareja o familiar, a una enfermedad u operación, a una mudanza, a un nacimiento o a un aborto, entre otros.
El origen del “miedo al miedo”
Respecto a las causas del miedo, a veces se tienen experiencias traumáticas fuera de casa (como un accidente, un robo o un desmayo), se ve a otros sufriendo un trauma o mostrando miedo en una determinada situación o a la persona le es transmitida información amenazante.
También se pueden asociar de forma incorrecta determinados síntomas de ansiedad o pánico a una situación externa y así ésta pasa a ser temida. Por ejemplo, se pueden experimentar síntomas de ansiedad tras un conflicto laboral y que se den con mayor intensidad al viajar en autobús pocos minutos después, atribuyéndolos erróneamente al hecho de viajar en autobús.
Evitar la situación temida mantiene el miedo
Anticipar síntomas de ansiedad o consecuencias catastróficas de estos hace que la persona evite lo que teme y, a su vez, esas conductas de evitación mantienen las expectativas de ansiedad y peligro ya que no se comprueba hasta qué punto las expectativas de amenaza son realistas o no.
A largo plazo, evitar las situaciones temidas a largo plazo puede causar depresión, baja autoestima, mayor dependencia de los otros, reducción del contacto social, aparición de problemas laborales y familiares, etc.