El número de costumbres y hábitos se ha hecho mucho más variado con el progreso tecnológico, y ha pasado exactamente lo mismo con el repertorio de fobias.
El miedo a conducir o amaxofobia
Tal y como vimos en el artículo sobre las fobias extrañas, hoy en día no es raro tener un miedo patológico a una infinidad de elementos, algunos de los cuales se dan sólo en la ficción. La fobia de la que hablaremos hoy, sin embargo, está más relacionada con la cotidianidad, pero no por ello deja de ser seria. Se trata de la amaxofobia o miedo a la conducción.
¿En qué consiste la amaxofobia?
Por decirlo de una manera sencilla, se trata del miedo a conducir llevado hasta un extremo patológico, es decir, que nos crea problemas y dificultades y hace empeorar la calidad de vida de quien la experimenta.
El origen de la fobia puede encontrarse en experiencias pasadas relacionadas con la experimentación de la conducción pero también es posible que se dé en personas que nunca han podido llegar a conducir por primera vez. Eso significa que en el nacimiento de la amaxofobia pueden intervenir experiencias vividas en primera persona pero también ideas preconcebidas o información dada por terceras personas.
¿Por qué se produce?
Existen varias facetas psicológicas que explican el miedo a conducir.
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En el aspecto cognitivo suelen darse pensamientos fatalistas en los que se anticipa un accidente fatal. Estos pensamientos pueden consistir en narraciones plasmadas en imágenes que se repiten una y otra vez sin que se pueda hacer mucho por intentar suprimirlas. También pueden estar presentes recuerdos relacionados con accidentes de tráfico de los que se ha sabido algo con anterioridad, estadísticas de muertes en la carretera, etc.
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En el nivel emocional es normal la ansiedad y el estrés vividos en los momentos puntuales. Estos estados emocionales no son más que la punta de un iceberg del que forman parte procesos hormonales y fisiológicos como la sudoración, la aceleración del pulso y la tensión muscular. También puede aparecer visión borrosa o náuseas.
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En cuanto a los aspectos materiales que rodean la amaxofobia se encuentran algunos rituales iniciados antes de empezar a conducir, la postergación indefinida de la conducción (aunque ciertas responsabilidades empujen a tomar un vehículo propio), conducir a baja velocidad, etc.
Estos tres aspectos se alimentan entre sí y perpetúan o incluso agravan el grado de fobia a la conducción, ya que tienen un efecto circular en el que el miedo y el estrés no hace más que crecer.
Desde luego, no es raro experimentar miedo al volante de un vehículo, especialmente si se tiene poca experiencia en ello y un fallo puede poner en riesgo la propia vida y la de los demás (una situación que se da prácticamente en todo tipo de vías). Sin embargo, la amaxofobia es un miedo irracional que no puede ser justificado y, precisamente por eso, es difícil de combatir. A pesar de ello, que no sea fácil de tratar no significa que resulte imposible mitigar drásticamente sus efectos.
¿Cómo se trata el miedo a conducir?
Existen varios frentes desde los que se puede atacar a la fobia a conducir desde la intervención cognitivo-conductual.
En primer lugar es bueno informar sobre la naturaleza de la amaxofobia, ya que así la persona que la experimenta será capaz de entender lo que le pasa y sabrá lo que implica y lo que no implica tener miedo a conducir. Sin embargo, esta medida no sirve para producir una mejoría por sí misma, ya que la fobia no se fundamenta en lo racional. En todo caso, sirve para acotar el problema y saber cómo afrontarlo a partir de ese punto.
Es bueno entrenar en técnicas de autoinstrucciones a la persona con amaxofobia. Seguir autoinstrucciones implica seguir una especie de guión imaginario para saber lo que hay que hacer y en qué orden. Así resulta más fácil tener claro en cada momento cuál es el objetivo inmediato en la conducción y se desplaza la atención de los pensamientos catastrofistas anticipatorios.
También es imprescindible atacar el lado emocional de la fobia, y esto puede hacerse siguiendo técnicas para combatir la ansiedad antes y durante la conducción. Son especialmente importantes aquellas que implican directamente el control de la respiración, ya que esto ayuda a tener un ritmo cardíaco adecuado y evita que el cerebro se vea sobrepasado por las circunstancias.
Además de todo esto, es habitual combatirla a través de la exposición progresiva a la fuente del miedo. Esto implica hacer pequeños acercamientos a la conducción fijando objetivos cada vez más ambiciosos. Se suele empezar con la compañía de alguien, pero en las últimas etapas la persona debe ser capaz de enfrentarse a la conducción sin ninguna compañía. Normalmente es en la exposición a la fuente fóbica donde se ven los resultados, y esto puede actuar en favor de la motivación de la persona.
No todo es blanco o negro
Como en todas las fobias, en la amaxofobia existen diferentes grados de gravedad. Eso significa que para algunas personas puede consistir en sufrir muchos nervios durante las conducciones a gran velocidad por autovía o autopista, mientras que en otros casos puede dar miedo el simple hecho de arrancar el motor.
El punto clave está en saber identificar la magnitud de esta fobia en cada caso concreto y adaptar las estrategias para combatirla dependiendo de ello.