Cuando hablamos sobre los trastornos alimenticios (también conocidos como trastornos de la conducta alimentaria), suelen venirnos a la mente palabras como “anorexia” y “bulimia”.
Sin embargo, aunque estos son posiblemente los principales representantes de este grupo de psicopatologías, en el sentido de que forman parte de la cultura popular, hay otras no menos importantes. Entre ellas está el trastorno por atracón.
Este es uno de los trastornos de la conducta alimentaria más frecuentes, y afecta a alrededor del 2% de las personas adultas, siendo un poco más habitual en las mujeres. En este artículo veremos cuáles son sus características y qué señales de alerta son las que permiten detectar esta psicopatología.
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¿Qué es el trastorno por atracón?
El trastorno por atracón es una psicopatología muy parecida a la bulimia en varios sentidos. En ambos fenómenos se da una propensión a sentir la necesidad de darse atracones de comida, llegando a constituir, a medio y largo plazo, un problema que afecta severamente no solo a la salud mental, sino también a la salud física. Además, en los dos casos hablamos de una tendencia a comer no por hambre o un desajuste fisiológico o metabólico que haga necesario recibir nutrientes rápidamente. Es decir, que existe una alteración psicológica.
La diferencia fundamental entre el trastorno por atracón y la bulimia es que en esta última se dan comportamientos de purga (por ejemplo, provocarse el vómito o ponerse a hacer ejercicio) a modo de compulsión tras darse los atracones para intentar compensar de algún modo la ingesta de alimentos y de las calorías consiguientes, mientras que en el trastorno por atracón esto no ocurre.
Por otro lado, el trastorno por atracón se asocia con muchas otras patologías, como la obesidad o la depresión mayor.
Síntomas y señales de alerta para detectar este trastorno
Estas son las señales de alerta que ayudan a detectar los casos de trastorno por atracón. Sin embargo, recuerda que el diagnóstico definitivo solo puede ser realizado por profesionales de la salud mental, y que no todos estos eventos tienen por qué darse a la vez y en todas las ocasiones.
1. La persona se da atracones sin tener hambre
Las personas con trastorno por atracón tienden a comer mucho y muy rápido no por hambre, sino cuando se sienten mal por causas de naturaleza psicológica (por ejemplo, cuando les viene a la cabeza un recuerdo que les hace pasar vergüenza o cuando sienten estrés ante un examen que deben realizar pronto).
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2. Come tanto y tan rápido que la ingesta produce malestar
El trastorno por atracón va de la mano de una dificultad para determinar cuánta comida es suficiente, y la persona se limita a darse atracones en los que los alimentos son ingeridos rápidamente, de manera que con frecuencia se siente mal por terminar con el estómago demasiado lleno.
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3. Los atracones son planificados
Si bien los atracones en sí suelen producirse de manera espontánea y no planificada, las personas que han desarrollado trastorno por atracón sí planifican la creación de un entorno en el que es posible acceder a mucha comida rápidamente.
Eso significa, por ejemplo, que se aseguran de tener la nevera y/o la despensa bien surtidas en todo momento, siendo este un motivo de preocupación más importante de lo que resulta para la media de las personas.
4. Los atracones se producen con frecuencia semanal o diaria
El grado de intensidad o severidad que puede alcanzar el trastorno por atracón va desde los casos leves (de uno a tres atracones por semana) hasta los casos extremos (con más de una docena de atracones por semana).
5. Estados de consciencia alterados durante los atracones
No es poco habitual que en los momentos de los atracones la persona se sienta aturdida y se centre únicamente en el acto de comer y saborear, y que poco después de haber ingerido esos alimentos, no recuerde qué ha comido.
6. Sentimientos de culpa tras la ingesta
Es habitual que las personas con trastorno por atracón se sientan mal consigo mismas por el hecho de haberse dado un atracón de comida; sin embargo, como hemos visto, esta culpa no se traduce en conductas de purga como sí ocurre con la bulimia.
¿Qué se puede hacer ante esta psicopatología?
Por suerte, el trastorno por atracón puede ser tratado, y quienes desarrollan esta psicopatología y acuden a terapia tienen muchas posibilidades de superarlo en cuestión de pocos meses.
Se trata de un proceso en el que deben participar tanto profesionales de la medicina y la nutrición como psicólogos; no hay que olvidar que este trastorno va más allá del funcionamiento del cuerpo en un sentido biológico, y se mantiene a través de patrones de comportamiento aprendidos que pueden ser eliminados o modificados mediante psicoterapia. Así pues, interviniendo tanto desde la medicina como desde la psicología, se interviene por la doble vía de los cambios a nivel orgánico y a nivel conductual y de procesos mentales, de modo que los cambios a mejor se consoliden y se mantengan en el tiempo.
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Referencias bibliográficas:
- American Psychiatric Association –APA- (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid: Panamericana.
- Fairburn, C. (2013). Overcoming binge eating: the proven program to learn why you binge and how you can stop.Nueva York: Guilford Publications.
- Mazzeo, S.E.; Bulik, C.M. (2009). Environmental and genetic risk factors for eating disorders: what the clinician needs to know. Child and Adolescent Psychiatric Clinics of North America. 18(1): pp. 67 - 82.
- Soutullo Esperón, C. (2010). Manual de Psiquiatría del niño y el adolescente. Madrid: Medica Panamericana.