La desensibilización sistemática (DS) es una técnica desarrollada por Joseph Wolpe en 1958 que tiene como objetivo terminar tanto con las respuestas de ansiedad como con las conductas de evitación propias de los trastornos ansiosos.
Dado que estas conductas son especialmente importantes en el mantenimiento de los trastornos fóbicos, se trata de una técnica muy empleada en su tratamiento. En este artículo veremos en qué consiste, y el tipo de trastornos psicológicos en los que resulta útil en terapia.
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¿Qué es la desensibilización sistemática?
Lo que se conoce como desensibilización sistemática es una forma de intervención psicoterapéutica usada en el tratamiento de trastornos de ansiedad y alteraciones psicológicas asociadas a estos. Plantea una especie de entrenamiento en el que los pacientes aprenden a gestionar las emociones producidas por experiencias ansiógenes, siguiendo una curva de dificultad ascendente, de lo fácil a lo más complicado, adaptándose al progreso de la persona.
Así, la desensibilización sistemática parte de la idea de que para superar un trastorno de ansiedad es necesario aprender a afrontar ese malestar, en vez de intentar bloquearlo o escapar de él. De este modo llega la habituación, con la que poco a poco se va desvaneciendo la reacción intensa ante los estímulos ansiógenos.
Tal como la propone Joseph Wolpe, se basa en el condicionamiento clásico. El principio consiste en que la intensidad de una respuesta como la ansiedad puede ser reducida a través de la emisión de una respuesta incompatible, como podría ser la relajación. La aparición de ciertos estímulos fóbicos produce respuestas de ansiedad. determinados estímulos produce de forma automática respuestas de ansiedad. De forma conjunta, se pretende provocar una respuesta automática de relajación que interfiera con el malestar del estímulo aversivo.
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¿Cómo funciona la desensibilización sistemática?
El procedimiento estandarizado de la desensibilización sistemática incluye cuatro pasos. Entrenamiento en relajación, una construcción de las jerarquías, evaluación y práctica en imaginación y la desensibilización sistemática propiamente dicha. Antes de pasar al entrenamiento en relajación, es necesaria la explicación de la técnica al cliente, para motivarlo y hacerle comprender la estrategia básica y los principios de la eficacia técnica.
Hay que explicarle qué son respuestas incompatibles y por qué si aparece una, no puede aparecer la otra (como relajación y tensión), qué es una jerarquía de estímulos, qué es el contracondicionamiento y la generalización en términos que pueda comprender.
1. Entrenamiento en relajación
La respuesta de relajación que el paciente usará para combatir la ansiedad será preferiblemente alguna que ya conozca. Es posible utilizar cualquier procedimiento, pero si es posible mejor utilizar algún tipo de relajación que el propio paciente pueda poner en práctica de forma rápida y eficaz.
En caso contrario se pueden enseñar técnicas como la relajación progresiva o el control de la respiración, que son técnicas fáciles de aprender. Lo fundamental es que ante la situación ansiosa, estas respuestas incompatibles de relajación puedan ser aplicadas de forma fácil, rápida, y reduzcan la ansiedad con eficacia.
2. Jerarquía de ansiedad
Cuando queremos aplicar la desensibilización tenemos que hacer una ordenación de las situaciones temidas. Esto es lo que llamamos una jerarquía de ansiedad, donde listamos todas las situaciones potencialmente ansiógenas relacionadas con el tema a tratar y las ordenamos según el grado de ansiedad que generan. Para cuantificar la ansiedad que genera se utiliza una escala del 0 al 100, donde la situación con puntuación 0 no genera ansiedad en absoluto y la puntuada con un 100 es la que más ansiedad genera de todas.
Para elaborar la jerarquía lo hacemos a través de una tormenta de ideas (brainstorming) donde el paciente genera situaciones que le provoquen ansiedad. Estas situaciones se anotan, se precisan y se les pone un número en la escala del 0 al 100. Muchas veces puede ser difícil comenzar a asignar números. Una buena forma de empezar es utilizar anclajes. Generar primero los ítems que menos y más ansiedad generen, que serán el 0 y el 100 respectivamente, y un ítem intermedio que será el 50. A partir de aquí los ítems son más fáciles de ordenar.
3. Práctica en imaginación
Como utilizaremos la exposición en imaginación, deberemos evaluar la capacidad del paciente para imaginarse escenas. Se pedirá al paciente que imagine una escena y, a continuación, se preguntarán los detalles de la misma para ver hasta qué punto es vívida la visualización en imaginación.
4. La desensibilización propiamente
Una vez asegurado esto, se procederá la presentación de las situaciones que causan ansiedad. Esta presentación puede ser en imaginación o bien en vivo. Se comenzará por la situación que cause ansiedad cero y se irá subiendo por la jerarquía de ansiedad gradualmente. Las primeras presentaciones se hacen de forma breve, pero se irá aumentando cada vez más el tiempo de exposición. Al mismo tiempo que se presenta el ítem ansiógeno, se ponen en marcha las estrategias de relajación que se han aprendido previamente para interferir con la ansiedad y desaprender la respuesta ansiosa.
Naturalmente, cuanto más tiempo pase el paciente en exposición, mayor desensibilización. Además, cuando se consigue reducir la ansiedad que produce una situación, esta se generaliza a las situaciones que están por encima de esta. Los ítems se dan por superados cuando producen cero ansiedad. Es decir, hasta que una situación no genera absolutamente nada de ansiedad, no se puede pasar a la siguiente.
Aplicaciones de la desensibilización sistemática
La desensibilización sistemática es un tratamiento apropiado cuando el terapeuta dirige sus esfuerzos a la eliminación de fobias y ansiedades siempre que se cumplan una serie de condiciones. Para que una respuesta condicionada sea susceptible de ser modificada a través de desensibilización sistemática debe ser una respuesta a una situación o un estímulo específico, que no se deban a creencias irracionales o ideas sobrevaloradas, que se trate de un miedo irracional y que exista una adecuada respuesta incompatible con la de ansiedad.
Además de su uso en fobias y trastornos de ansiedad, también puede ser adecuada para tratar ansiedad a estímulos específicos sin que sean fóbicos. Por ejemplo en disfunciones sexuales, alcoholismo, otras adicciones, parafilias o insomnio.