¿Cuántas horas al día dedicas a pensar en tus problemas? Tus primeros minutos en la cama cuando te despiertas, mientras te cepillas los dientes, cuando haces el desayuno, camino al trabajo...
Es increíble, pero muchos de nosotros pasamos la mayor parte del día preocupándonos, lo cual es lo mismo que pensar en nuestros problemas.
Y sí… Aunque no lo creas, es posible que seas adicto a la preocupación.
Preocuparse no es malo, vivir preocupado es el problema
Según la doctora en Psicología Ana María Rodríguez Fernández, preocuparse ayuda a enfrentar un problema para darle solución, ya que la función de las preocupaciones es afrontar, planificar o solventar una dificultad.
Es un problema cuando se convierte en una adicción; es decir, que no puedes parar de preocuparte, ocasionando trastornos de ansiedad que pueden afectar a tu eficiencia a la hora de tomar decisiones, la productividad laboral e incluso las relaciones personales.
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¿En qué consiste la adicción?
Es una conducta disfuncional que nos da un falso sentimiento de “alivio” en el momento. Esa recompensa momentánea hace que la persona que la vive repita la conducta una y otra vez, para generar ese sentimiento de alivio.
Pero llega un punto en que es difícil frenar esas conductas nocivas, aun cuando sabes que te está haciendo daño y que debes parar.
Un ejemplo común es la adicción a las drogas. Siempre está esa primera vez en que descubres cómo te hace sentir. Luego lo haces un par de veces de forma casual. Y en muchos casos, la frecuencia aumenta hasta que se llega al punto de sentir la necesidad. En ese momento eres un adicto. Pero las drogas no son el único ejemplo. Así como puedes ser adicto a una sustancia (droga, cigarrillo, alcohol) también puedes serlo a alimentos (azúcares, comida chatarra, etc.); y hasta tus propios pensamientos.
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Consecuencias que puede tener la adicción en tu vida
Salir de una adicción es un proceso complejo. En primer lugar, ya has construido un hábito, casi como cepillarte los dientes en la mañana. Pero también sucede que al intentar frenarla, te encuentras con una fuerte sensación de que algo te falta y la necesidad es tan fuerte que caes una y otra vez. No vayamos tan lejos. ¿Has intentado dejar de comer dulce por un tiempo? Exacto, ese es el sentimiento.
La realidad de quienes son adictos a la preocupación
Todas las preocupaciones son malas, pero la adicción a la preocupación es una garantía de que no tendrás un día de paz en tu vida.
Es la forma más eficaz para no disfrutar tus momentos más importantes. La inauguración de tu negocio, tu boda, el nacimiento de tu bebé. ¿Te parece justo que en lugar de disfrutar estas maravillosas etapas solo estés pensando en lo que puede salir mal? Por supuesto que no. ¡Eso no es vida!
Y no sólo te impide disfrutar, cuando tus pensamientos se salen de control también será muy difícil que reflexiones de forma realista o que tomes acciones que te lleven a moverte hacia adelante. Pensar demasiado en tus problemas limita tu bienestar emocional. Por esa razón debes limitar el tiempo que dedicas a preocuparte.
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¿Cómo saber si estás adicto a la preocupación?
Aquí te comparto algunas señales que te pueden indicar si eres adicto a la preocupación:
- Tus pensamientos van muy rápido
- Te dispersas fácilmente
- Pasas de una preocupación a otra en un microsegundo
- Tus pensamientos son repetitivos y no van hacia ningún lado
- Te cuesta ponerle un alto a tu mente
Recomendaciones para manejar tu adicción a la preocupación
Si en este punto consideras que eres un adicto a pensamientos de preocupación, aquí te comparto algunas técnicas para manejarlo.
¡Es momento de que tomes las riendas de tu vida y empieces a disfrutarla!
1. Establece un tiempo para preocuparte
Ad Kerkhof, un psicólogo clínico de la Universidad Vrije de Ámsterdam, en Holanda, que lleva más de 30 años investigando este fenómeno dice lo siguiente:
“Lo que la mayoría de la gente hace para dejar de preocuparse es repetirse, una y otra vez, que tienen que dejar de hacerlo. Pero ese método no funciona y produce el mismo efecto que cuando nos repetimos “no pienses en un elefante rosa”. Nuestro cerebro elimina la palabra “no” de ese mensaje”.
Basado en esto, el psicólogo propone que establezcas un tiempo a lo largo del día para dejar fluir tus preocupaciones. Dos periodos de 15 minutos, uno en la mañana y otro en la tarde.
Durante esos periodos de 15 minutos todo lo que harás es preocuparte.Puedes escribir tus preocupaciones para que logres organizar tus pensamientos.
De esta forma podrás desconectarte del problema por el resto del día, porque sabes que ya llegará el próximo lapso de preocupación.
Considerando esta técnica, siempre que una preocupación invada tu cabeza debes repetirte a ti mismo: “Ahora no. No es el momento de preocuparse
La idea no es erradicar los pensamientos negativos, es poder controlar esa impaciencia de tener que resolverlos en ese preciso instante. Porque cuando te das un espacio, tus pensamientos se ordenan y puedes ser más efectivo a la hora de tomar decisiones.
Poco a poco notarás que te sientes con más control sobre tus emociones, que puedes sacarte de esos momentos oscuros con mayor facilidad y así mismo esa necesidad por preocuparte irá disminuyendo.
2. Evita usar tus lugares de descanso para preocuparte
Según Kerkhof, no es bueno asociar tus preocupaciones a tu lugar de descanso. Por el contrario, debes manejarlas como un trabajo. Por lo tanto, te recomiendo que designes un espacio que sea “la oficina de tus preocupaciones” y que solo la visites cuando vas a pensar en ellas.
3. Sé flexible y acude a tus recuerdos positivos
El momento de irte a dormir es donde suelen aparecer con mayor fuerza tus preocupaciones, lo que te impide conciliar el sueño.
Según Kerkhof, puedes tomarte un descanso de tu dieta de preocupaciones y dedicar unos 5 minutos adicionales a pensar en lo que te preocupa. Pero es vital que seguido a este descanso, te tomes unos 10 minutos para pensar en recuerdos o cosas positivas.
Repítelo unas 30 veces así como lo hiciste con tus preocupaciones; recuerda olores y sonidos. Esto te permitirá dormir en un estado de tranquilidad y alegría.
4. Busca distracciones
Tu mente te juega trucos, y por más que pongas en práctica las técnicas anteriores tendrás momentos fuera de tu periodo de preocupación, en los que aparezcan estos pensamientos.
Cuando eso suceda busca distracciones que te permitan distraer tu mente y alejarla de esa ansiedad. Ejemplo: hablar con un amigo o colega de otros temas, escuchar una canción o un podcast, leer un buen libro, etc.
5. Sé paciente contigo mismo
Muy pocas soluciones son inmediatas, y aprender a manejar tu adicción no es una de ellas. Kerkhof puso en práctica esta técnica con 200 personas que se preocupaban todo el tiempo y el promedio de los que lograron reducir sus preocupaciones fue de 50%.
Si quieres acabar con tu adicción a la preocupación, tienes que darte tiempo para enseñarte, erradicar el hábito y plantar lo nuevo.
Para terminar…
Si sientes que después de intentar estas técnicas no estás logrando salir de la adicción, busca ayuda.
Recuerda que siempre habrá un profesional a tu disposición para guiarte en este proceso hacia tener una vida más tranquila.