¿Cómo sanan nuestras heridas emocionales?

Una reflexión sobre el proceso de superar heridas emocionales.

¿Cómo sanan nuestras heridas emocionales?

Todos quisiéramos recordar memorables momentos de infancia. Y aunque no todos fueron disfrutables, incluso que algunos hayan sido dolorosos, podemos considerar que la mayoría de esos momentos nos dan aprendizajes de los que no queremos desprendernos nunca.

La experiencia trae consigo heridas

Una de las primeras experiencias especiales en la que quizás coincidiremos es la de aprender a montar en bicicleta.

Fueron muchos momentos, y todos ellos especiales, ya hacia el segundo día en que practicaba pedalear le pedí a mi padre que quitara a mi bicicleta las rueditas de apoyo.

Era emocionante cada salida. Logré equilibrio por mí mismo en bicicleta y mantenerme en movimiento, según recuerdo en unas cuantas horas de práctica. Recuerdo la primera vez que regresé a casa a decirles a mis papás que había tenido mi primer encontronazo con un coche parado; fue un choque leve, pero que me dejó claro que había que tener cuidado.

Recuerdo bien que mi mamá me dijo que hay que ser cuidadoso cuando uno considera que ya "domina" una actividad porque se puede caer en excesos de confianza y correr riesgos innecesarios.

Uno de los primeros días en que llegó a casa un buen amigo a quien le comenté que ya había aprendido a bicicletear, me invitó a ir a las rampas; no tardó en llegar el primer gran susto. En esa primera salida a la pista y en el tercer turno, el jovencito de quien era el momento de lanzarse en su bicicleta, Raúl, tomó vuelo y voló por los aires, sólo que al descender algo pasó con el mando en su bicicleta; al parecer se giró el manubrio al caer y se golpeó en el pecho.

Al verlo caer, sentí que la sangre se me bajaba hasta los pies; fue entonces que salí despavorido para no ver más detalles del accidente, a mi parecer muy aparatoso. Mi amigo Arnoldo se dio cuenta de mi gran susto y trató de alcanzarme en su bicicleta para tranquilizarme y decirme que Raúl se encontraba bien. Creo que fue una de las primeras experiencias en las que pensé que ya no volvería a tomar ningún riesgo; así podría evitar lastimarme.

Las heridas físicas parecían ser una de las cosas que más me asustaban y creía que no podría soportar verlas, ni siquiera escuchar sobre ellas.

Pasaron los años. Seguí montando en bicicleta y adquiriendo experiencias y algún que otro raspón que sanaba en unos días. Ya un tiempo después hubo una experiencia en particular que recuerdo montando mi bicicleta, momento en que usando pantalones cortos, mi tibia se raspó fuertemente con el pedal, al nivel de sangrar.

Era una herida que requería un poco más de atención y necesitaba ser curada; y apenas en camino a casa uno de los vecinos me vio y me dijo que debía ir a la farmacia a comprar "sulfas". Así lo hice, y él me ayudó a poner el rústico remedio en mi pierna. Me explicó que en la guerra ese había sido uno de los tratamientos que se utilizaban y que sanaría muy rápido. La herida de mi pierna sanó rápidamente y yo me olvidé por completo de ella. Salí a jugar con mis amigos a los pocos días.

Mi madre vio que tenía una de mis piernas inflamada; yo le decía que era por los pelotazos en el soccer, pero a ella esto no le pareció normal y empezó a indagar. Descubrió que lo que había sido atendida como una herida física sin menor importancia, se había convertido en una infección que, al no haber supurado, seguía estando dentro de mi cuerpo, especialmente en la pierna.

Mis padres siguieron indagando hasta llegar a la hipótesis de que lo que podría tener sería una erisipela, pero que si no era atendida, se podría convertir en algo tan grave como fiebre reumática, enfermedad que llega a afectar al corazón u otros órganos. Mi caso no era tan grave porque afortunadamente mi madre pudo identificar y resolver muy oportunamente una situación de la que quizás no estaría hablando ahora de no haber sido por su atención oportuna.

Las heridas emocionales

Ahora bien... ¿Qué pasa con las heridas emocionales? Sí, esas heridas de nuestro pasado que no se ven, pero que al tratar de olvidarlas les hemos restado importancia al punto que las negamos o que no queremos sentir dolor por ellas.

Qué son las heridas emocionales

Los seres humanos tenemos una enorme capacidad de sobreponernos; sin embargo, ello no implica que no existan cosas que deban ser atendidas por alguien que pueda ser de ayuda.

Amigos, hermanos, otros familiares e incluso desconocidos llegan a ser ayuda valiosa. Llegan a convertirse en parte de nuestra red de apoyo.

Pero… ¿Qué pasa si quien intenta ayudar no está facultado para dar la mejor ayuda? Como yo aprendí con las sulfas, no todo remedio de corto plazo y que parezca de efecto inmediato funciona. La experiencia en la vida y el grado de especialización, así como el sentido humano, son aspectos muy importantes para poder ayudar a otros.

Los mejores especialistas, quienes entienden el rol de la psicoterapia, saben que una herida emocional que no recibió atención es en todo caso menos grave o menos compleja de atender que una herida física. Todo depende de la profundidad, el momento y la manera en que asumimos nuestras heridas emocionales.

Darte la oportunidad de identificar eso que en tus etapas de vida fueron heridas emocionales, es en principio un buen comienzo para poder desahogarte. Esa expresión en sí misma es ya terapéutica y con la ayuda de una Psicóloga o Psicólogo, te darás cuenta de que es aún más fácil de sanar

Aunque no sea lo más sencillo, acudir por la ayuda de un profesional te ayuda desde el primer momento a gestionar pensamientos y emociones, a identificar sentimientos y a resignificar el pasado. A preguntar más sobre tus opciones para que cuando lo requieras puedas trabajar en lo que sucede y encontrar mejores soluciones.

Víctor Fernando Pérez López

Víctor Fernando Pérez López

Psicólogo, Psicoterapeuta especialista en Ansiedad

Profesional verificado
New York
Terapia online

La sanación de nuestras heridas emocionales es un proceso personal, pero a veces requiere la ayuda de un tercero, de una persona que esté especializada y que nos pueda brindar la mejor orientación. La psicoterapia es una de las maneras más efectivas para poder sanar nuestras heridas emocionales.

Psicólogo

New York
Terapia online

Víctor Fernando Pérez López es psicólogo con más de 15 años de experiencia práctica, Diplomado en Terapia Breve por el Instituto Milton H. Erickson, Certificado en Coaching Transformacional y asesor de personas, emprendedores y empresas a nivel internacional. Formador de líderes y speaker.

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