No todas las experiencias traumáticas tienen que ver con la violencia física o con los accidentes en los que hay muerte o lesiones serias capaces de dejar secuelas en el cuerpo. Algunas de ellas tienen lugar en el ámbito más abstracto de lo social, y entre ellas, hay una parte que se asocia a una de las ficciones más reales: el dinero.
Y es que en un mundo en el que lo económico llega a marcar los ritmos del estilo de vida de las personas y su evolución en su estilo de vida, sucesos como perder todos los ahorros, tener que cerrar el negocio familiar o sufrir una estafa pueden llegar a dejar una marca psicológica que permanezca durante meses o incluso años y que, si no se gestiona bien, dé lugar a trastornos mentales.
Por eso, en este artículo hablaremos sobre las situaciones traumáticas vinculadas a lo económico y cómo se trabajan en terapia.
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¿Qué es un trauma asociado a una pérdida económica?
En primer lugar, es importante explicar qué entendemos por trauma. Este es un tipo de alteración psicológica surgido a partir de una experiencia emocionalmente dolorosa y que deja profundas secuelas psicológicas en la persona. Es decir, es el resultado de la interiorización de determinados recuerdos vinculados a un suceso doloroso al menos en lo psicológico (y muchas veces también en lo físico), como un accidente de coche o una vivencia de abusos sexuales.
Ante experiencias así, esos recuerdos quedan “archivados” en nuestra memoria de una manera distinta a la de los recuerdos normales, dado que tendemos a revivir una y otra vez esos sucesos a causa de que fueron muy importantes para nosotros: el cerebro nos pone “en guardia” para evitar a toda costa que se repita algo así.
Ahora bien, un evento de tipo económico, si genera en nosotros mucho malestar, también puede resultar traumático, porque en muchos aspectos, el capital del que disponemos es visto como una extensión de nosotros mismos o de nuestras familias; a fin de cuentas, es habitual asumir el estatus socioeconómico (y el estilo de vida asociado a este) como una parte de nuestra identidad, y además, da forma a ciertos planes de futuro, expectativas familiares muy importantes para nosotros, etc.
Así, es a través de la pérdida de una gran cantidad de dinero, sobre todo si era imprevista, que nuestras vidas dan un tumbo y además de vernos obligados a adaptarnos materialmente a esa situación de crisis, nos vemos obligados a lidiar con las emociones desencadenadas por esa vivencia tan intensa.
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¿Cómo se trabaja en psicoterapia este tipo de trauma?
En psicoterapia es posible desarrollar los recursos de gestión emocional necesarios para superar este y otros tipos de trauma. Veamos cómo.
1. Aprender a detectar las creencias limitantes
En un contexto de quiebra o crisis económica personal o familiar, es muy frecuente que la persona que sufre esta experiencia desarrolle creencias limitantes asociadas a una interpretación muy pesimista de la vida (y de uno mismo). Por ejemplo: “tras esto nunca más levantaré cabeza”, “nadie querrá estar conmigo por haber perdido todo ese dinero”, o “siempre seré un paria a los ojos de mi familia”.
Por ello, en terapia se trabaja con la reestructuración cognitiva, un proceso mediante el cual los psicólogos ayudamos a nuestros pacientes a que se cuestionen su sistema de creencias y detecten aquellas ideas infundadas a las que se han estado aferrando a pesar de que no se ajustan a la realidad y les hacen más mal que bien. En el caso de los traumas, es muy importante dejar ir esas creencias limitantes porque son un obstáculo para superar el trastorno y afrontar los propios miedos e inseguridades.
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2. Gestión de las posibles tensiones familiares
Con relativa frecuencia, los eventos que reducen drásticamente la capacidad adquisitiva de una familia hace que parte de sus miembros se vean más sometidos a presión por remediar la situación; incluso es posible que realmente surja malestar porque lo ocurrido es interpretado como un “fracaso” del principal proveedor de dinero, lo cual refuerza el sentimiento de vergüenza, de arrepentimiento por no haberse comportado de otro modo, etc.
Por eso, en casos así se vuelve muy útil la terapia familiar, una forma de intervención psicológica en la que se trabaja con toda la familia a la vez (o al menos el núcleo familiar con los individuos más involucrados en el problema). En este contexto terapéutico se trabaja en la resolución de conflictos, la creación de nuevas maneras de comunicarse y la generación de espacios de libre expresión de sentimientos, el reajuste de expectativas, el aprendizaje de maneras de dar apoyo emocional a los demás, etc.
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3. Exposición en imaginación
El trauma casi siempre viene acompañado de pensamientos intrusivos basados en experiencias pasadas que han quedado marcadas “a fuego” en la memoria de la persona.
Esto hace que ese tipo de recuerdos, o una versión exagerada de los recuerdos acerca de lo ocurrido, emerjan una y otra vez en la consciencia de la persona traumatizada, la cual no solo visualiza en su mente lo que le sucedió de una manera muy vívida, sino que además experimenta con mucha intensidad las emociones que eso le hizo sentir. Sabe que lo que le viene a la consciencia no ocurre en el presente, pero no puede evitar que le afecte mucho emocionalmente, casi como si sucediera en el aquí y ahora.
Para ayudar a los pacientes que sufren esto a mitigar el malestar y salir de ese círculo vicioso de angustia (pues la expectativa de que estos “flashbacks” vayan a suceder pronto hace que estos tengan más probabilidades de afectar a la persona en cada momento), en psicoterapia se trabaja con técnicas usadas ante las alteraciones asociadas a la ansiedad. Una de ellas es la exposición controlada basada en la imaginación, en la que se entrena a la persona a desarrollar la capacidad de imaginar con muchos detalles aquello que desee y luego se aprovecha eso para ayudarla a afrontar sus miedos y sus recuerdos más estresantes o ansiógenos.
Es decir, se le ofrece apoyo psicológico y pautas para ir exponiéndose progresivamente a esos contenidos de su memoria sin dejar que dichas imágenes mentales le hagan perder el control ni tenerles tanto miedo que la persona trate de evitar esos recuerdos (lo cual tan solo serviría para darles más fuerza e importancia en la vida de ese paciente).
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4. Apoyo y entrenamiento de gestión emocional en el desarrollo de nuevos hábitos
Adaptarse a una situación de crisis requiere de flexibilidad y de desarrollar nuevas rutinas y hábitos. Pero en los casos de las personas con alteraciones psicológicas ligadas a un trauma, este problema puede llegar a frenarlas, al hacer que se centren únicamente en su propio malestar.
Por eso, en psicoterapia se ayuda a los pacientes a establecer esas rutinas de cambio de estilo de vida (teniendo en cuenta su sistema de valores y sus intereses), y a aplicar estrategias de auto-motivación para pasar de las palabras a los hechos. De este modo, los pacientes se van involucrando primero en tareas sencillas que, poco a poco, van desarrollándose y ofreciendo nuevos incentivos y fuentes de motivación hasta transformarse en proyectos ilusionantes (en lo personal o en lo profesional).
Es decir, que a partir de la inercia de ir aprendiendo y realizando determinadas acciones, aparecen nuevos motivos por los que mantenerse en marcha y seguir progresando en algo que tiene un significado especial para la persona, lo cual le permite salir del rol de “sufridor/a pasivo de una experiencia traumática”.
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Froilan Ibáñez
Froilan Ibáñez
Psicólogo Clínico Educativo y pericial
Soy psicólogo especializado en psicología clínica y pericial; en terapia, utilizo recursos y técnicas pertenecientes al modelo cognitivo-conductual para ayudar a las personas que afrontan problemas como la baja autoestima, los traumas, la depresión o los trastornos de ansiedad, entre otras alteraciones frecuentes. Atiendo tanto a adultos como a adolescentes de manera presencial (en mi consulta de Castellón) u online por videollamada.