Hoy en día es frecuente atender en consulta casos relacionados con el Trastorno de Déficit Atencional e Hiperactividad, y los padres suelen estar angustiados porque años atrás no se escuchaba hablar de este término como sucede en la actualidad; razón por la cual, en ocasiones, no saben cómo gestionar bien este tipo de casos.
Cuando los padres de familia o docentes me consultan: ¿cómo hago para que se quede callado, porque pasa mucho rato haciendo ruidos y no deja que otros niños se concentren? Yo les suelo contestar que pedirles a ellos que no se muevan o hagan ruido es como pedirle a usted que no parpadee. Son niños que tienen toda la voluntad de obedecer, pero sencillamente no pueden.
Por lo tanto, lo primero que debemos hacer es comprender de qué se trata este trastorno, -el cual afecta a niños y adultos. Veamos de qué se trata el déficit atencional.
Atención y déficit atencional
Empecemos por lo básico. ¿qué es la atención? Se trata de un proceso de concentración selectiva en una o varias unidades discretas de información acerca de elementos del entorno o pensamientos en el que otra unidades de información son ignoradas.
En el caso del déficit atencional, lo que ocurre es que el sujeto fija su atención en aquella información que le sea atractiva, útil o significativa, según criterios que no siempre obedecen a lo que se espera socialmente de cada situación y contexto. Por tanto, no se trata de una deficiencia de atención, sino de una atención selectiva. Es decir, que estas personas se concentran involuntariamente en detalles que a ojos de los otros, deberían ignorarse.
Debido a esto, los padres refieren que parecen “sordos”. En efecto, se utiliza el término sordera ficticia, pues solo escuchan lo que les resulta de su interés o provecho y, en ocasiones, pueden desconcentrarse con sus propios pensamientos. Todos tenemos sueños y anhelamos cosas, pero aprendemos a controlar nuestros sueños de tal manera que no nos afecte en nuestro desempeño; las personas con déficit atencional, sin embargo, no logran ese control y suelen fantasear o soñar despiertos en momentos en los que se espera de ellos acciones muy concretas.
Prioridades distintas y atención selectiva
Sumado a esto, se presentan conductas que afectan a la organización y sentido de prioridad provocando que las personas con déficit atencional olviden fácilmente sus obligaciones, así como perder juguetes, libros, útiles escolares o ropa. Es frecuente también la dificultad en el manejo del tiempo, lo cual les lleva a ser impuntuales o incumplidos.
Asimismo, el acatar órdenes suele ser complicado si una instrucción contiene varias acciones o pasos, pues no logran retenerlo a menos que se plantee muy claramente, o bien cometen errores por falta de atención hacia los detalles.
Principales síntomas del déficit atencional
Veamos ahora de qué maneras se expresa el déficit de atención.
La impulsividad en el déficit atencional
Además, muchas de estas personas presentan problemas de impulsividad. Esto se suma a los síntomas de la falta de atención, pero en realidad es, en parte, consecuencia de esta.
Les suelo explicar a los padres que, conforme nosotros crecemos aprendemos a utilizar, sin darnos cuenta, frenos de regulación, es decir, aprendemos cuándo brindar nuestra opinión y cuándo callar, cuándo intervenir en algún asunto y cuándo mantenernos a distancia; pese a que sintamos la necesidad de involucrarnos, debemos frenarnos para propiciar sanas relaciones o bien cumplir con objetivos o tareas asignadas.
No obstante, en el caso de niños con este trastorno, ellos sienten el impulso pero no pueden detenerlo, no tienen frenos para regular sus deseos (impulsividad). Por tanto, conductas usuales pueden ser: interrumpir a las personas y no parar de hablar, tocar y jugar con todo lo que ven, decir comentarios inadecuados, utilizar la mentira para salir del paso, contestar antes de que finalice la pregunta o mostrar dificultad para guardar el turno en actividades de grupo.
Asimismo, el déficit atencional afecta a estas personas haciendo que busquen cambiar rápidamente de actividades por dejarse llevar por otros intereses más llamativos y que no requieran un esfuerzo continuo, pero muy probablemente no prioritarios, ocasionando que no logren terminar sus tareas y quehaceres domésticos.
La hiperactividad
Sumado a esto, las personas con déficit atencional necesitan liberar el exceso de energía que poseen (hiperactividad), por tanto se suelen mantener en constante movimiento o retorcerse en un mismo lugar, o buscar constantemente nuevas actividades que sean atractivas para ellas. Los casos de insomnio también son frecuentes. Prefieren estar de pie o en “marcha”, por eso prefieren actividades lúdicas “activas”, los juegos tranquilos no suelen ser de su agrado.
También es frecuente que tiendan a entretenerse con su propio cuerpo (manos, brazos, cabello, boca, etc.), lo cual conlleva realizar sonidos o ruidos que alteran a otras personas.
La tolerancia a la frustración
Por último, las personas que presentan déficit atencional presentan baja tolerancia a la frustración. Por ende, suelen ser muy impacientes, lo cual conlleva rabietas y expresiones del enojo inapropiadas. Esto hace que muchas veces parezcan personas explosivas, ansiosas o frustradas.
¿Cómo se diagnostica el TDAH?
Por tanto, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es una condición que conlleva una cierta inmadurez en los sistemas que regulan el nivel de atención, la impulsividad y el movimiento. Dato importante es que pertenece a trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia, es decir, los síntomas deben presentarse antes de los doce años para clasificarse en esta categoría.
Una pregunta muy usual que realizan los padres de familia es: ¿cómo se diagnostica exactamente el TDAH?
En estos casos, lo más indicado es consultar con un profesional (psiquiatra de niño, pediatra, neurólogo), el cual realiza una entrevista con los padres y después valorará al niño. Solo especialistas de este tipo pueden realizar un diagnóstico, y deben hacerlo tras una revisión personalizada. Preguntas que suelen realizarse en la entrevista serían:
- ¿Cómo es su estado de ánimo la mayor parte del tiempo?
- ¿Tiene problemas para mantener el orden y/o organizarse?
- ¿Suele ser puntual?
- ¿En la familia existen personas con características similares?
- ¿Su comportamiento es igual en la escuela, casa y otros ambientes?
- ¿Ha tenido problemas desde que era pequeño/a?
También puede que se ahonde en la historia del embarazo y parto o que se soliciten exámenes médicos para descartar otra causa.
Ayudando en el diagnóstico
En definitiva, si bien es cierto en ocasiones requiere de tiempo establecer el diagnóstico, no son pruebas complicadas, lo más recomendable siempre es brindarle al profesional la información más honesta y exacta posible.
Muchas veces, los padres no aceptan que sus hijos tienen cierta dificultad, y creen que ocultando información evitan el diagnóstico. Esto no hace más que complicar la intervención sobre los problemas de déficit de atención.
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