El TDAH, siglas que hacen referencia al término de “trastorno por déficit de atención con hiperactividad”, es un fenómeno psicológico que suele dar pie a polémicas. De hecho, no son pocas las personas que hoy en día creen que se trata de una simple invención de la industria farmacéutica, creada para vender fármacos de tipo estimulante como el metilfenidato.
Sin embargo, lo cierto es que el TDAH es una realidad, y de hecho su existencia no está tan ligada a las dinámicas de las grandes farmacéuticas como suele creerse. Es cierto que probablemente es un trastorno sobrediagnosticado (es decir, que se tiende a asumir que personas sin TDAH han desarrollado esta alteración), y también es cierto que muchas veces se recomienda el uso de medicamentos en su tratamiento.
Pero lo cierto es que la existencia del TDAH tiene evidencias tanto en el ámbito de la psicología clínica como en el de las neurociencias, y que el hecho de haber recibido este diagnóstico no implica necesitar del uso de psicofármacos. Normalmente, la psicoterapia cognitivo-conductual es lo que mejor funciona, y muchas veces con ella es suficiente. Veamos en qué consiste y cómo se aplica en este trastorno.
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¿Qué es el TDAH?
Empecemos por lo fundamental: ¿qué es el TDAH? Se trata de un trastorno del neurodesarrollo que acostumbra a ser detectado durante la infancia en algunos niños y niñas, y que da pie a tres tipos de síntomas principales:
- Problemas para mantener la concentración en una tarea o estímulo concreto
- Problemas para controlar los impulsos, e impaciencia
- Hiperactividad, inquietud y búsqueda constante de estímulos en el entorno
Una de las principales consecuencias del TDAH es que si no se trata adecuadamente acostumbra a limitar significativamente el progreso escolar de los pequeños, llevando al fracaso escolar y todo lo que conlleva en la adolescencia y vida adulta. Además, también da pie a problemas de convivencia y en las dinámicas familiares.
Por lo que se sabe actualmente, normalmente los síntomas del TDAH no desaparecen totalmente en la etapa adulta, aunque sí es cierto que pasada la adolescencia contamos con mejores herramientas para poner en orden tanto nuestros pensamientos como nuestras prioridades. Si bien es cierto que quienes han desarrollado TDAH durante su infancia no siguen manteniendo el clásico comportamiento infantil basado en la impulsividad y la alta actividad, estadísticamente tienen más probabilidades de desarrollar adicciones y otros problemas vinculados a las dificultades para reprimir los impulsos.
¿Cómo se trata el TDAH en terapia cognitivo-conductual?
La terapia cognitivo-conductual es una forma de intervención psicológica que, tal y como su nombre indica, tiene como objetivo ayudar a la persona que busca apoyo a modificar sus patrones de conducta y sus patrones cognitivos. Es decir, su manera de comportarse desde un punto de vista objetivo y observable por todos (moviéndose, hablando con los demás, e interactuando con lo que tiene a su alrededor en general), y su manera de pensar, de sentir y de mantener creencias.
Esta doble vía de acción, que no es tan paralela como parece, dado que la conducta observable y los procesos cognitivos están influyéndose mutuamente de manera constante, es muy efectiva a la hora de ofrecer asistencia psicológica ante una amplia variedad de problemas, algunos de los cuales ni siquiera tienen que ver con trastornos psicológicos.
¿Cómo se aplica la terapia cognitivo-conductual en el caso del TDAH? En resumen, las principales formas de intervención en esta clase de casos son las siguientes.
1. Entrenamiento en reconocimiento de emociones
Desde el modelo cognitivo-conductual se ayuda a las personas con TDAH a identificar correctamente las emociones que sienten en cada momento.
De esta manera, por ejemplo, se evita que usen formas de “alivio” del malestar emocional que pueden derivar en hábitos recurrentes, o incluso adicciones, a partir de acciones que llevan a tapar esa incomodidad con momentos puntuales de bienestar que “tapan” la angustia, la tristeza, la frustración, etc. Hacer esto hace más probable que la persona intervenga correctamente en la verdadera fuente del problema que le hace sentirse así.
2. Estructuración de las pautas de comportamiento
Los psicólogos que trabajamos con el modelo cognitivo-conductual entrenamos a las personas con problema de atención e impulsividad a la hora de adoptar estrategias de secuenciación de acciones.
Esto hace que sea menos probable empezar una tarea y dejarla a medias, o orientar el foco de atención hacia otros estímulos, dado que se pone énfasis en esas vías de pensamiento y de acción que nos llevan a terminar lo empezado y pasar a la siguiente tarea por hacer.
3. Técnicas de gestión de la ansiedad
La ansiedad es uno de los fenómenos psicológicos que más predispone a la desorganización y a la búsqueda de distracciones externas. Por eso, desde la terapia cognitivo-conductual se enseña a las personas a gestionarla mejor sin caer en sus trampas.
4. Pautas de comunicación
No hay que olvidar que muchos de los síntomas del TDAH facilitan la aparición de conflictos y de problemas de convivencia. Por eso, en psicología se dan pautas para prevenir esta clase de problemas, y darles una solución constructiva una vez se han producido.
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