Aunque parezca mentira, existen evidencias de que los seres humanos ya nacemos con ciertas habilidades para pensar en términos matemáticos. Por ejemplo, los recién nacidos ya son capaces de contar unidades en pequeñas cantidades, lo cual es la antesala para poder sumar y restar en el futuro.
Sin embargo, al igual que estamos especialmente preparados para las matemáticas, también es cierto que en algunos casos esta clase de procesos mentales específicos pueden estar afectados por un trastorno. Esto es lo que ocurre en los casos en los que se detecta un tipo de dificultad llamado discalculia.
¿Qué es la discalculia?
La discalculia es una clase de dificultad de aprendizaje que afecta específicamente a las operaciones mentales relacionadas con las matemáticas y que no puede ser explicada por la presencia de retraso mental o por una mala educación.
Por decirlo de algún modo, del mismo modo en el que la dislexia afecta a la lectura, la discalculia afecta al manejo de los números y de la aritmética en general, especialmente en lo relacionado a las operaciones matemáticas más simples, como sumar y restar. Es por eso que la discalculia también es conocida directamente como dificultades en el aprendizaje de las matemáticas (DAM).
Síntomas y diagnóstico
Es muy frecuente que la discalculia vaya acompañada por otras dificultades en el aprendizaje, como por ejemplo la dislexia o la disgrafía. Por eso, en el manual diagnóstico DSM-V la discalculia forma parte de una categoría diagnóstica más amplia conocida como Trastornos Específicos del Aprendizaje. Dentro de esta se puede precisar qué dificultades concretas se manifiestan en cada caso, como por ejemplo problemas en la lectura y en el dominio de las matemáticas, solamente en la escritura, etc.
En cuanto a los síntomas de la discalculia, estos se agrupan en varias categorías, y no pueden deberse a una lesión o a una malformación vinculada a una enfermedad ya conocida:
Transcripción gráfica
En algunos casos, a las personas con discalculia les cuesta memorizar el símbolo que representa a cada número, o bien los dibuja de un modo anormal, como por ejemplo del revés. Del mismo modo, es frecuente que no se sea capaz de ordenar grupos de números escribiéndolos de izquierda a derecha.
Fallos en el aprendizaje de nociones de cantidad
En la discalculia es muy normal que no se entienda que un número está formado por grupos de unidades, y que no se cree la idea de asociación número-objeto necesaria para realizar las operaciones matemáticas básicas, por lo cual se intenta contar con los dedos (la posición de los dedos hace la función de memoria de trabajo).
Causas de la discalculia
Tal y como ocurre en los trastornos del aprendizaje en general, no se conoce la causa exacta de la discalculia, probablemente porque no existe solamente una sino varias que actúan juntas y se retroalimentan.
Es por eso que, por el momento, se asume que la discalculia tiene un origen multifactorial en el que están involucrados problemas de maduración de ciertas partes del cerebro así como aspectos más psicológicos relacionados con la cognición y la gestión de las emociones.
Para entender esto mejor, utilicemos un ejemplo. El cerebro de una niña con discalculia probablemente tendrá directamente afectadas zonas del cerebro encargadas de trabajar con números, pero además de eso se habrá acostumbrado a la idea de que no se le dan nada bien las matemáticas, lo cual hará que se esfuerce menos y que, por consiguiente, sus resultados sean aún peores.
Es importante señalar que los psicólogos y los psicopedagogos pueden intervenir sobre los aspectos psicológicos de la discalculia, haciendo que el rendimiento del aprendizaje de las personas diagnosticadas mejore o, por lo menos, que no empeore.
Pronóstico y tratamiento
Actualmente se sabe muy poco acerca de cómo evolucionan los casos de discalculia que no se tratan, aunque a medio plazo se sabe que está asociada a problemas psicológicos como la baja autoestima o la aparición de síntomas de la depresión.
Sin embargo, la discalculia se puede tratar desde el trabajo psicológico y psicopedagógico. Para ello es necesario llevar a cabo un proceso de reestructuración cognitiva relacionado con el uso de las matemáticas básicas y con el autoconcepto.
De este modo se enseñan las bases fundamentales de las matemáticas sin las cuales no se puede progresar, y a la vez se desechan ideas que dificultan el aprendizaje, como por ejemplo la creencia de que los números no existen.