Los trastornos del desarrollo afectan, especialmente, a los niños en edad escolar. No hay duda de que pueden ser realmente perjudiciales para su formación académica, además de afectar a aspectos psicológicos tales como su autoestima y autoconcepto.
De entre los trastornos del desarrollo que se han descrito, los más conocidos han sido aquellos que afectan al currículo escolar de una forma más llamativa, además de la esfera social, como lo son el TDAH y el TEA.
Sin embargo, también existe un trastorno en el que, aparentemente, los niños no presentan ningún tipo de problema del desarrollo, y simplemente pareciera que son torpes o incluso vagos.
Uno de ellos es el trastorno de aprendizaje no verbal, el cual abordamos en este artículo además de presentar sus características y signos de alarma.
¿Qué es el trastorno de aprendizaje no verbal?
Se trata de un trastorno del desarrollo cuya causa se debe a problemas neurológicos, concretamente a un mal funcionamiento en el hemisferio derecho. Desde que fue descrito por primera vez en 1971 ha ido recibiendo otros nombres: trastorno de la coordinación motriz, dispraxia del desarrollo, trastorno de aprendizaje procedimental, entre otros.
Las personas que sufren trastorno de aprendizaje no verbal padecen problemas en diferentes aspectos, especialmente los relacionados con la coordinación motora, la percepción visuoespacial y la comprensión del contexto social. Todos ellos están relacionados a dificultades a la hora de interpretar las señales no verbales.
En el ámbito académico, las capacidades que se presentan afectadas en este trastorno suelen ponerse en práctica en asignaturas tales como música, educación física o plástica. Por este motivo, y dada la habitual poca importancia que se les da a estas materias, es frecuente que los niños que tienen este trastorno no sean vistos como personas que padecen un problema de desarrollo, sino más bien uno de actitud. Puede pensarse que se trata de niños torpes o vagos, y que no dan lo mejor de sí mismos.
También, cabe indicar que no es habitual que se den problemas intelectuales en niños diagnosticados de este trastorno, por este motivo puede parecer que realmente, cuando se manifiestan los problemas, no es porque tenga un problema de base neurológica ni psicológica.
Dadas sus características, el trastorno de aprendizaje no verbal presenta alta comorbilidad con otros trastornos del desarrollo. Un 40% de personas diagnosticadas de este trastorno pueden sufrir algún problema de lenguaje. Además, en otros trastornos, como el TEL (Trastorno Específico de Lenguaje) pueden presentarse problemas visuoespaciales, haciendo que resulte difícil el diagnóstico diferencial.
Características del trastorno
Estos niños sufren problemas, especialmente, en áreas relacionadas con el lenguaje no verbal, la coordinación motora y la percepción visuoespacial.
Tienen problemas a la hora de adquirir rutinas motoras, por este motivo se les suele considerar como torpes y arrítmicos. Además, presentan un ritmo de aprendizaje lento en juegos en los que se requieren varios movimientos. Esto se manifiesta en dificultades a la hora de aprender a usar la bicicleta, nadar, tocar instrumentos musicales...
Como consecuencia de los problemas motores, es frecuente que los niños que sufren este trastorno tengan problemas a la hora de escribir, haciendo la letra poco limpia y clara, además de desorganizada.
La percepción visuoespacial se ve afectada, mostrándose en forma de dificultades a la hora de interpretar una pista de un estímulo visual incompleto. Además de ello, pueden tener problemas a la hora de indicar la distancia a la que se encuentra un objeto y su tamaño, añadido a problemas de organización visuoespacial. Quizás, este problema no resulte ser tan importante en etapas tempranas del aprendizaje, pero al llegar a secundaria se puede volver más llamativo.
Además, pueden haber problemas en la percepción táctil, especialmente en el lado izquierdo del cuerpo. Esto está relacionado al hecho de que la disfunción se encuentre en el hemisferio derecho, dado que su parte contralateral es el hemicuerpo izquierdo.
Una de las características que hacen que este trastorno se pueda malinterpretar como TEA es el hecho de que haya problemas para adaptarse a cambios o hacer frente a situaciones muy novedosas. También pueden tener problemas con la orientación espaciotemporal, perdiéndose por la calle y haciendo las tareas de forma más lenta que el resto de niños de su edad.
La gran dificultad que le da nombre a este trastorno está relacionada con el lenguaje no verbal. A los niños con el trastorno de aprendizaje no verbal les cuesta interpretar señales que, pese a no ser formuladas explícitamente, adquieren una gran importancia en la comunicación.
Esto es otro de los motivos por los que se les puede confundir con autistas de alto rendimiento (lo que tradicionalmente se denominaba síndrome de Asperger). Pueden tener problemas con aspectos pragmáticos del lenguaje tales como la prosodia y los significados no literales. Esto tiene como consecuencia una afectación en sus relaciones sociales, dado que no pueden entender conductas lúdicas como chistes o la ironía y el sarcasmo.
Pese a todas estas dificultades, es importante resaltar que los niños con trastorno de aprendizaje no verbal presentan una inteligencia normal y, en concreto, unas capacidades verbales dentro de la media. Esto significa que aspectos como el vocabulario, la lectura y la ortografía se mantienen preservadas y, por lo tanto, no suelen tener problemas graves en asignaturas como matemáticas y lengua.
Síntomas y signos de alerta
- Inicio del lenguaje precoz.
- Inicio de la marcha lento.
- Dificultad para hacer trabajos en plástica.
- Malo en los deportes.
- Dificultades motrices finas: abrocharse el babero, ponerse la chaqueta, tocar un instrumento…
- Torpeza.
- Dificultad para orientarse.
- No le gusta lo nuevo.
- Letra especialmente fea y desordenada.
- Dificultad para interpretar el reloj analógico.
Afectación emocional
En el ámbito escolar, los niños con trastorno de aprendizaje no verbal sufren problemas en asignaturas en las que se ponen en práctica habilidades motoras y visuoespaciales. Al sufrir problemas en estas habilidades, pero no en otras como la lectura, más relacionadas con asignaturas como lengua o matemáticas, es frecuente que se les categorice como niños torpes o, incluso, maleducados.
Este tipo de etiquetas pueden generar mucho malestar emocional en el niño, dado que él no entiende cómo es que es así ni tampoco lo hace adrede. Esto, junto con tener problemas para relacionarse debido a no entender todas las señales sociales que se envían de forma no verbal, estos niños son vistos como raros y solitarios.
Terapia
Si el problema no es detectado a tiempo, estas etiquetas irán generándole cada vez mayor malestar, afectando a su autoestima y autoconcepto, y pudiendo ser muy limitantes de cara al futuro.
Es por hechos como este que es preciso una correcta y profunda evaluación. Así, en caso de que se esté delante de un niño con trastorno de aprendizaje no verbal, se podrá elaborar un plan de intervención, además de dotar al profesorado y familia de estrategias para facilitar el aprendizaje. Además, será posible educar tanto a docentes como familiares para que eviten usar términos negativos, como ‘torpe’ o ‘vago’ y proteger la autoestima del estudiante.