Muchos niños y niñas, e incluso algunos adultos, han sufrido alguna vez algún tipo de incontinencia, sea esta urinaria o fecal. En lo que respecta a la incontinencia fecal, en un gran número de casos podemos encontrar que dicha pérdida de control puede deberse a una enfermedad como por ejemplo la gastroenteritis o la epilepsia, la pérdida de tono muscular en los esfínteres debido a la edad, la presencia de alteraciones como por ejemplo las provocadas por la cirugía o el consumo de algunas sustancias.
Pero la causa no siempre es orgánica: algunas veces sensaciones y emociones como el miedo o la ansiedad, o incluso la risa, pueden culminar con que al menos una parte de nuestros desechos orgánicos no puedan retenerse (habiendo incluso expresiones populares al respecto). Cuando esto se da en ausencia de patología y de una forma frecuente estamos hablando de un problema o trastorno denominado encopresis, y si se da en niños es llamado encopresis infantil.
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Un trastorno de la excreción
Se entiende por encopresis el trastorno caracterizado por la deposición de heces de manera repetida y frecuente a lo largo de cómo mínimo tres meses en lugares poco apropiados tales como la ropa o el suelo, pudiendo ser dicha deposición involuntaria o voluntaria.
Para el diagnóstico de este trastorno, clasificado como trastorno de la excreción junto a la enuresis o incontinencia urinaria, es necesario que el sujeto tenga al menos cuatro años de edad (momento en que una gran parte de los niños ya tiene control de sus esfínteres) y la incontinencia no sea debida a la presencia de una enfermedad o alteración fisiológica más allá de un posible estreñimiento, ni al consumo de sustancias tales como laxantes o de alimentos en mal estado.
Este trastorno puede provocar la presencia de profundas sensaciones de vergüenza o culpa en el menor, lo cual a veces termina conduciendo a que tenga problemas para vincularse afectivamente a otros, así como a la ocultación de las defecaciones cuando se producen de forma involuntaria.
Tipos de encopresis según el control de esfínteres
La encopresis infantil puede ser clasificada en primaria y secundaria en función de si el problema es que el meno no ha controlado en ningún momento el proceso de excreción o bien se debe a un descontrol producido por algún elemento en concreto.
Encopresis primaria
La encopresis primaria o continua es aquella en el que el menor no ha manifestado en ningún momento ser capaz de controlar la emisión de heces, a pesar de tener ya un nivel de desarrollo lo suficientemente avanzado como para poder hacerlo.
Encopresis secundaria
También llamada encopresis discontinua, en ella el sujeto en ha adquirido previamente un buen control de sus esfínteres y de la emisión de heces, pero por algun motivo en el presente ha dejado de hacerlo. Dicho de otra forma, en la encopresis secundaria la incontinencia no es debida a que el menor aún no haya sido capaz de controlar la defecación con anterioridad.
Tipos de encopresis según el nivel de retención de heces
La encopresis infantil puede dividirse en dos en función de si la excreción se realiza ante una excesiva retención de heces por parte del niño o si se da en ausencia de cualquier tipo de estreñimiento.
Encopresis retentiva
La encopresis retentiva o con estreñimiento e incontinencia por desbordamiento se da cuando el menor retiene prolongadamente la emisión de heces, pudiendo llegar a estar dos semanas sin defecar. El niño o niña termina haciendo sus deposiciones debido al desbordamiento, primero expulsando heces poco sólidas y posteriormente heces duras y de gran consistencia que supone cierto nivel de dolor expulsar.
Encopresis no retentiva
En este tipo de encopresis sin estreñimiento ni incontinencia por desbordamiento no existe una retención excesivamente prolongada, no habiendo un estreñimiento serio. Las heces del menor son normales.
Posibles causas (etiología)
A lo largo del tiempo se han ido explorando las posibles causas de este trastorno, encontrándose que las principales causas de la encopresis infantil son psicológicas. Sin embargo, existen factores orgánicos que pueden influir en su presencia tales como la tendencia al estreñimiento.
Cuando la encopresis es primaria, se considera que puede ser debida a que el menor no ha conseguido alcanzar un aprendizaje incorrecto del control de los esfínteres, no pudiendo el menor reconocer las señales que avisan de la necesidad de defecar.
En el caso de la encopresis secundaria la principal etiología es la existencia de algún tipo de sensación que provoca que el menor retenga las heces o que pierda el control sobre ellas. El miedo y la ansiedad son algunas de las emociones que pueden elicitar dicha pérdida de control. Vivir en situaciones conflictivas, con violencia intrafamiliar o en condiciones precarias puede generar que algunos niños reaccionen sufriendo este trastorno.
Otro aspecto muy vinculado tiene que ver con el tipo de educación que se le da al niño o niña: la sobreexigencia por parte de padres que proporcionan una educación demasiado rígida puede generarles miedo al fracaso y al castigo que se puede traducir en una pérdida de control, o bien en el caso de una educación excesivamente permisiva o ambivalente que les cause inseguridad o miedo a enfrentarse al mundo exterior. En los casos en que la defecación en lugares inadecuados es voluntaria, podemos estar ante una muestra de rebeldía por parte del menor.
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Tratamiento
El tratamiento de la encopresis suele incorporar una metodología multidisciplinar, incorporando aspectos tanto psicológicos como médicos y nutricionales.
En lo que respecta al tratamiento psicológico, este va a centrarse en la realización de un entrenamiento en hábitos de defecación que va a potenciarse mediante el uso de reforzamientos positivos. En primer lugar debe evaluarse si existe algún motivo emocional detrás de la defecación y/o retención de heces, y en caso positivo han de ser tratadas por los medios adecuados. Por ejemplo, la desensibilización sistemática o la relajación en casos de ansiedad.
En cuanto al proceso defecatorio en sí, se le va a ir enseñando al niño en primer lugar a identificar las señales que alertan de la necesidad de evacuar, para posteriormente moldear y modelar la práctica de hábitos adecuados de manera que el menor sea cada vez más autónomo.
En todo momento se van a ir reforzando la adquisición de conductas, pudiendo utilizar para ello técnicas como la economía de fichas, tanto antes como durante y después de defecar (cuando el niño acude al baño, evacua en el inodoro y se mantiene limpio). Ocasionalmente también se ha empleado el castigo como parte del proceso, como por ejemplo haciéndole limpiar la ropa sucia, pero resulta fundamental no provocar culpabilidad ni disminuir la autoestima del menor.
Intervención nutricional y médica
En lo referente a la nutrición y los aspectos médicos, al margen de evaluar si la incontinencia no es debida a causas orgánicas pueden prescribirse fármacos que ayuden a la evacuación en situaciones concretas o enemas que permitan ablandar las heces en caso de estreñimiento. De hecho, el médico y el psicólogo deben pautar el uso de laxantes mientras se realiza el entrenamiento en hábitos defecatorios.
También es recomendable proporcionar al infante una dieta equilibrada rica en fibra que ayude al menor a efectuar sus evacuaciones de manera normativa, junto a una hidratación abundante.
Referencias bibliográficas:
- American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Quinta edición. DSM-V. Masson, Barcelona.
- Ladrón, A. (2012). Psicología Clínica Infantil. Manual CEDE de Preparación PIR, 03. CEDE: Madrid.
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