Dolores de cabeza, problemas estomacales... resultan ser muy comunes en los consultorios médicos. En este momento, la psicología se une a la medicina y construyen un todo que consigue explicar la causa de parte de estos dolores que afectan a gran parte de la población sin causa física aparente.
La salud mental y física son indivisibles, se coordinan y si existe un desequilibrio en una de las dos, la otra se ve afectada.
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¿Qué influencia tiene la mente en el dolor?
Muchas clases de dolores se diagnostican como síndrome de miositis tensional, y la causa está en la mente. Comúnmente los médicos se topan con esta situación y observan de primera mano cómo un dolor de cabeza intenso se encuentra relacionado con problemas familiares, en el trabajo... y se plantean el cómo tratarlo ya que no hay evidencias de causa física.
John E. Sarno se ha interesado en este tema y se ha adentrado en las cuestiones relevantes al uso que hace la mente del dolor. Ante una situación complicada, el ser humano prefiere el dolor físico a enfrentarse a dicha emoción.
Todo empieza por el cerebro. Éste genera dolores que no tienen causa orgánica para que las personas presten atención a su cuerpo, de esta forma se desvía la atención del subconsciente reprimido. La teoría del doctor Sarno propone que cuando se reconoce al subconsciente reprimido los síntomas disminuyen. De esta manera, estaríamos "indicándole" a nuestro cerebro que ya conocemos la causa de este dolor y que ya no lo tiene que encubrir.
¿Cómo lleva acabo este tratamiento el Doctor Sarno?
Esta clase de alteraciones se tratan a través de una labor de educación y aprendizaje, en el cual el paciente es un sujeto activo y consciente de lo que le está ocurriendo y pone en marcha estrategias conscientes con el fin de curarse y hacer desaparecer el dolor.
En primer lugar, se le pregunta al paciente cuál cree que es el origen de dicha emoción. Dejarle que se exprese es esencial para esta toma de conciencia. La persona va a compartir como se siente y el terapeuta le acompaña en este proceso. No obstante, el reconocimiento de las emociones no es tan simple como parece.
¿Cómo reconocer nuestras emociones?
Estas son varias pautas para reconciliarnos con lo que sentimos.
1. Reconocer la sensación
Ser capaces de detectar el impacto fisiológico que provoca dicha emoción. Como por ejemplo: tensión en el cuello
2. La respuesta que me genera la emoción
Como bien sabemos, las emociones poseen una función adaptativa. Identificar qué despierta esta emoción en nosotros es básico.
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3. Identificar la emoción primaria
Todos los estados de ánimo parten de la base de una emoción primaria como la ira, la tristeza etc
4. Identificar emociones combinadas con la emoción primaria
Esto requiere un proceso de introspección más profundo. Nos puede llegar a dar miedo adentrarnos en esta reflexión que resulta esencial en el proceso de mejora.
Reflexionemos
Debemos prestar más atención a nuestro cuerpo, conocernos más y expresar nuestros sentimientos de forma habitual. La sociedad no debe avergonzarse por padecer dolor emocional. El estigma que existe con respecto a la salud mental no desaparecerá hablando de soluciones, sino llevándolas a cabo. Dejemos de tener miedo, actuemos y promovamos el bienestar humano.
Autora: Andrea Martínez Pellicer.
Referencias bibliográficas:
- Bisquerra, J. y Pérez, N. (2007). Las competencias emocionales. Educación XXI, 10, 61-82.
- Lambie, J. A. y Marcel, A. J. (2002). Consciousness and the varieties of emotional experience: A theoretical framework. Psychological Review, 109, 219-259.
- Sarno, J. (2006). Curar el cuerpo, eliminar el dolor: un tratamiento definitivo para las dolencias psicosomáticas. Editorial Sirio: Madrid.