¿Te has parado a observar alguna vez cómo te hablas? Todas las personas tenemos conversaciones con nosotros/as mismos/as de manera constante. En ocasiones, este diálogo interno se presenta en forma de crítica constructiva y nos permite mejorar. Sin embargo, en muchas ocasiones se presenta como un juicio cruel y exagerado que nos genera sufrimiento.
Entonces, ¿es bueno cuestionarse a uno/a mismo/a? Como suele ocurrir cuando hablamos sobre temas relacionados con seres humanos, la respuesta es compleja. Depende. El hecho de cuestionarse a uno/a mismo/a puede tener muchos matices y es importante que podamos hablar de ellos detenidamente.
En este artículo veremos qué es la autocrítica y cuáles son los posibles beneficios de cuestionarnos. No obstante, también explicaremos cuáles pueden ser los peligros o desafíos que surgen al hacerlo. Finalmente, veremos algunas estrategias para conseguir llegar a cuestionarnos de una forma saludable y enriquecedora.
Formas de Autocrítica
Antes de hablar sobre beneficios y desafíos, es interesante que definamos el concepto autocrítica —o auto-cuestionamiento—. En términos generales, se considera que es la capacidad de analizar y valorar los propios comportamientos, pensamientos y emociones.
Es necesario tener en cuenta que la calidad y la forma de dicha auto-valoración pueden tener un impacto importante en la salud mental y emocional de la persona. En este sentido, muchos profesionales de la psicología consideran que hay una autocrítica positiva y una negativa.
Autocrítica positiva
La autocrítica positiva, o más conocida como constructiva, es aquella en la que el análisis personal y la valoración que se hace del mismo aportan crecimiento a la persona. Para que esto suceda, es elemental que el proceso se lleve a cabo de la forma más objetiva y respetuosa posible.
Autocrítica negativa
La autocrítica negativa, o destructiva, sería aquella en la que el auto-análisis se realiza desde el juicio y la crítica excesiva. Este tipo de diálogo interno suele llevar a la paralización, el bloqueo y, sobre todo, a un elevado sufrimiento. Si persiste en el tiempo, puede tener graves consecuencias para la salud mental de la persona.
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Beneficios de cuestionarse a uno/a mismo/a
Tener la capacidad de poder observar los propios pensamientos, las emociones y cómo estos factores interfieren en la forma en la que actuamos nos permite tomar consciencia de nosotros/as mismos/as. Solo así podemos valorar cómo si nos sentimos en coherencia con nuestras acciones o si consideramos que necesitamos cambiar algo.
Cuando la autocrítica se realiza desde un lugar respetuoso con la propia persona, puede aportar grandes beneficios. Por ello se considera que es constructiva. Es más, se define como un aspecto indispensable para el crecimiento personal. Sin duda, aporta flexibilidad mental y fomenta que podamos adaptarnos con más facilidad ante los cambios.
Además, el hecho de cuestionar los propios pensamientos o decisiones puede llevarnos a tener la necesidad de informarnos. De este modo, es más fácil tomar decisiones más alineadas con nuestras necesidades y valores.
Algunos de los beneficios obtenidos a raíz de una autocrítica constructiva son:
- Darse cuenta de las propias fortalezas.
- Ser consciente de los puntos a mejorar.
- Tener una visión más realista de la propia persona.
- Reconocer los propios errores.
- Buscar soluciones o formas de reparar el daño.
Peligros y desafíos del auto-cuestionamiento
Por desgracia, la mayoría de personas podrán identificar diversos momentos a lo largo de su vida en los que se han tratado de forma cruel. Es decir, con un lenguaje cruel, severo, despectivo. De hecho, cuando nos preguntan si hablaríamos a otra persona de la forma en la que nos hablamos a nosotros/as mismos/as la respuesta suele ser un no bien contundente.
Este tipo de lenguaje y cuestionamiento constante hacia la propia persona puede tener un grave impacto en la autoestima, la autoimagen, el autoconcepto y, sin duda, la autoeficacia y el autorrefuerzo. Además, puede llevarnos a la parálisis por análisis: pensar y criticarnos en exceso puede generar indecisión, mayor inseguridad, bloqueo e inacción.
Todo esto, sin duda, puede desencadenar en sintomatología ansiosa y un elevado nivel de estrés en la persona. En la actualidad, son ampliamente conocidos los efectos perjudiciales de mantener en el tiempo altos niveles de estrés.
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Autocrítica y salud mental
Cuando la forma en la que nos dirigimos a nosotros/as mismos/as es autodestructiva y se basa en una crítica excesiva o poco ajustada a la realidad, sufrimos muchísimo. Tanto es así que hay estudios que han encontrado que la autocrítica destructiva es uno de los mayores indicadores para las autolesiones.
Además, también se ha observado en diversos estudios que la autocrítica destructiva es uno de los factores más comunes entre diversas patologías mentales. Y, por si fuera poco, se considera uno de los factores que más puede dificultar o interferir en la intervención y el tratamiento de las mismas.
¿Cómo podemos cuestionarnos para hacerlo de manera saludable?
Ya hemos visto anteriormente que una autocrítica constructiva puede aportar múltiples beneficios. A veces puede resultar el cambio de un discurso interno al otro si no estamos acostumbrados/as. Es normal y va a requerir de práctica durante un tiempo. El principal factor a cultivar es la autocompasión para poder tratarnos de forma respetuosa.
Muchas personas caen en el error de confundir autocompasión —que de forma muy reduccionista podríamos decir que sería hablarnos como le hablaríamos a un ser querido: con respeto— con caer en excusarnos en exceso. Eso tampoco nos permitiría aprender de nuestros errores y movilizarnos para futuras ocasiones.
Para poder integrar las experiencias dolorosas, es necesario trabajar en integrar también nuestras fortalezas y valorar todo aquello que sí tenemos y aportamos. A continuación se mencionan algunos aspectos que pueden ser útiles en este camino:
- Tomar consciencia del propio diálogo interno.
- Limitar los discursos autodestructivos.
- Analizar la situación de la forma más objetiva posible.
- Focalizar en la resolución del problema o la reparación del daño.
- Establecer metas realistas y trabajar con aspectos concretos.
- Trabajar en la aceptación personal y la autocompasión.
- Practicar mindfulness y establecer rutinas de autocuidado.
- Pedir ayuda si nos sentimos sobrepasados/as.
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