En octubre de 1905, los parisinos pudieron contemplar oficialmente la primera vanguardia artística. Se trataba de una exposición organizada en el Grand Palais, que reunía, por primera vez, a los grandes nombres del fauvismo, la corriente que se considera tradicionalmente el inicio de las vanguardias.
Sin embargo, esto no es exactamente así. Los impresionistas ya se habían rebelado contra los preceptos de la academia en la década de 1870. Mucho antes, también otros movimientos, como los prerrafaelitas o los nazarenos, habían reaccionado contra el absolutismo del arte oficial. ¿Por qué no se incluyen, entonces, dentro de las vanguardias? Y, para empezar ¿qué define exactamente a las vanguardias?
En este artículo daremos un breve repaso al vanguardismo, a sus orígenes y a sus características.
¿Qué es el vanguardismo?
El concepto vanguardia está inevitablemente relacionado con su significado original, de clara índole militar. En el terreno artístico, hace referencia a las tendencias que presentan una fuerte actitud crítica contra la sociedad y las normas, especialmente contra las reglas de creación artística. Uno de los aspectos importantes a la hora de definir el vanguardismo es que debe ser practicado por un grupo de artistas.
Durante toda la historia del arte encontramos autores que se han desmarcado, en mayor o menor medida, de los preceptos oficiales. Incluso es posible encontrar a un reducido número de artistas, generalmente vinculados a una escuela o con un mismo origen, que en algún momento han trabajado de forma más o menos conjunta y se han inspirado mutuamente. Es el caso, por ejemplo, de la escuela de Barbizon, enmarcada en la corriente realista.
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Contexto histórico: hijos de la Gran Guerra
Sin embargo, comúnmente se acepta que, para ser considerada vanguardia, una corriente artística debe ir acompañada de un manifiesto, en el que el grupo fundador expresa públicamente sus intenciones y sus objetivos. Por ello, es muy discutible la inclusión de movimientos como el fauvismo o el expresionismo en el gran saco del vanguardismo, puesto que se trató de artistas unidos por ciertos ideales y una estética común, pero que en ningún momento tuvieron una sólida conciencia de cohesión, ni tampoco lo expresaron de forma oficial en ningún manifiesto fundacional.
En la otra cara de la moneda, están los movimientos que sí tuvieron conciencia de grupo y expresaron por escrito sus ideales, pero que, a pesar de ello, no se incluyen dentro del vanguardismo. Es el caso de los ya citados prerrafaelitas, que 1) sí que tuvieron conciencia de pertenecer a un grupo artístico y 2) sí que pusieron por escrito sus objetivos. ¿Por qué entonces la Hermandad Prerrafaelita no se incluye dentro de las vanguardias? La respuesta es, en realidad, sencilla. Las vanguardias, tal y como las entendemos, son hijas de un contexto muy concreto: la crisis de valores que se había adueñado de Occidente a finales del siglo XIX. En esta época, en la que se augura la gran contienda que desmembraría el continente europeo pocos años después, sobreviene una profunda crisis religiosa y social que hunde a muchos intelectuales en un agudo pesimismo. La búsqueda incesante de un sentido vital lleva a muchos artistas a jugar con un arte de provocación y rebeldía que, además, plasma en sus obras la fealdad de las grandes ciudades, del progreso y de la parte más oscura del ser humano.
Así, los expresionistas representan en sus lienzos a seres humanos-autómatas, cuyas caras son, en general, máscaras. El dadaísmo eleva a la categoría de arte aspectos triviales de la vida cotidiana (recordemos el urinario de Duchamp) en una clara denuncia al mercadeo artístico y a sus normas. El cubismo “descompone” la realidad y la vuelve a crear de nuevo desde un punto de vista original y completamente novedoso. Los surrealistas, por su parte, recogen la parte más escondida de la psique humana y la ponen ante las narices de la hipócrita sociedad burguesa.
Pero, sobre todo, el gran acontecimiento que marca a la generación de las vanguardias es la Primera Guerra Mundial, que hunde aún más el mundo en el que se gesta el vanguardismo. Es la gran cicatriz de los artistas de la generación; algunos, como el expresionista Auguste Macke (1887-1914), incluso fallecen en la contienda.
Los 6 movimientos más importantes del vanguardismo
¿Cuáles son las corrientes más importantes enmarcadas dentro del vanguardismo? No es nuestra intención en este artículo realizar un recorrido exhaustivo por cada una de ellas, puesto que sólo pretendemos resumir brevemente en qué consiste la vanguardia y por qué se originó. Sin embargo, creemos imprescindible reseñar sus movimientos más importantes.
1. El fauvismo
Considerado tradicionalmente como la primera de las vanguardias, actualmente los expertos dudan sobre si mantener al fauvismo dentro del arte de vanguardia. Porque, a pesar de que se trató de una corriente con características muy diferentes al arte oficial, ni tenía manifiesto, ni sus miembros gozaron de una cohesión fuerte mientras duró.
El fauvismo no pretendía realizar ninguna denuncia social, como sí lo hacían el expresionismo y el dadaísmo, por ejemplo. Sus características esenciales son de carácter estético. Por un lado, recogen de los puntillistas el uso del color directo sobre el lienzo, sin mezclar; por otro, son de los primeros artistas en usar la tonalidad con un carácter exclusivamente expresivo y no realista. Es por ello por lo que muchos pintores expresionistas (como Kirchner o el primer Kandinsky) tomaron su concepto de color de los fauvistas.
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2. El expresionismo
Violentamente enfrentado con la sociedad, el expresionismo es quizá la primera vanguardia que representa, en exclusiva, una denuncia. Efectivamente; más que una renovación estética, los expresionistas pretenden, a través de su obra, rebelarse de forma contundente contra el mundo que les ha tocado vivir.
Los expresionistas ponen el foco de su interés en todo aquello que la sociedad burguesa detesta: la locura, el sexo, la prostitución, los marginados, los excluidos. Sus pinturas son una fuerte denuncia, habitualmente plasmada de forma “antiestética”; rostros desfigurados, hombres y mujeres máquina, ciudades sombrías y otros elementos perturbadores. Algunos de sus representantes más famosos son Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938), el líder del grupo Die Brücke (El puente); Emil Nolde (1867-1956) o George Grosz (1893-1959). Por otro lado, Franz Marc (1880-1916) y Vasili Kandinsky (1866-1944) son los nombres esenciales de Der Blaue Reiter, el otro gran grupo expresionista, que permitía al alma expresarse a través del color (muy en línea, por tanto, con los fauvistas).
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3. El futurismo
En 1909 nace, por fin, el primer manifiesto de vanguardia. Se trata del manifiesto del futurismo, un movimiento que nace en una Italia salpicada de problemas y luchas sociales. Como todas las demás vanguardias, el futurismo pretende ser una reacción a la tradición, y lo hace de forma radical y curiosa: poniendo todo su énfasis en la modernidad y la tecnología.
Así, las obras futuristas se basan en conceptos “modernos” como la velocidad, el motor, las luces de las grandes ciudades, los deportes; en suma, todo lo que representa al ser humano moderno. Por ello, el futurismo es, en esencia, radicalmente opuesto al expresionismo, que huía precisamente del progreso que estaba abocando a Europa a las puertas de una guerra. De hecho, algunos de sus representantes más significativos, como Filippo Tomasso Marinetti (1876-1944), llegaban al extremo de considerar la guerra como una “higiene social”.
4. El cubismo
Es, probablemente, una de las vanguardias más conocidas. A diferencia de otros movimientos de vanguardia como el expresionismo o el futurismo, más inclinados a una ideología social y evidentemente emotivos, el cubismo es una corriente mucho más racional. Es por ello por lo que los autores cubistas, en especial durante el llamado cubismo analítico, prescinden de forma casi radical del color, y centran su gama cromática en marrones, negros y grises.
La idea principal que se esconde tras este movimiento es “romper” el objeto, fragmentarlo y construirlo de nuevo con otra perspectiva, uniendo planos que en la realidad no se encuentran yuxtapuestos. En su segundo periodo, el cubismo sintético, el análisis pierde fuerza y los artistas, simplemente, “resumen” lo que ven. Tanto en uno como en otro, algunos de los grandes nombres del cubismo son George Braque (1882-1963), Juan Gris (1887-1927) y, por supuesto, Pablo Picasso (1881-1973).
5. El dadaísmo
Entroncado directamente con sus predecesores, cuyo objetivo se centraba en la denuncia social, el dadaísmo o Dadá se crea en Zúrich como fruto amargo de la decepción colectiva de los jóvenes artistas europeos. Para Dadá ya nada tiene sentido, ni siquiera el nombre del movimiento, que no significa absolutamente nada.
Los dadaístas lo niegan todo, hasta el arte mismo. De ahí que Marcel Duchamp (1887-1968) presentara un retrete a la Sociedad de Artistas Independentes, o que dibujara unos bigotes a la Gioconda en una lámina, acompañada de una frase suficientemente provocativa (Ella tiene el culo caliente), que se formaba al leer rápidamente unas letras sueltas en francés.
6. El surrealismo
Fue una de las últimas vanguardias en aparecer, pero probablemente una de las que más hondo caló . Y es que, inspirados en las teorías de Sigmund Freud y los avances del psicoanálisis, en 1924 André Breton (1896-1966) y sus colegas publican el primer manifiesto surrealista, donde exponen los objetivos del nuevo movimiento.
El surrealismo trata, como las demás vanguardias, de “molestar” a la burguesía. El recurso utilizado en este caso es el mundo del inconsciente, donde se supone que aguardan escondidos todos miedos y anhelos a los que la sociedad no desea enfrentarse (entre ellos, el gran tema tabú burgués: el sexo).
Así, los surrealistas penetran en la psique humana y tratan de “rescatar” todo el material almacenado en ella, a través de diferentes técnicas. Si bien al principio Breton y los demás utilizaron la llamada “escritura automática”, mediante la que se daba libertad al inconsciente para plasmar en papel lo que se le antojara, más tarde algunos autores como Salvador Dalí (1904-1989) se distanciaron de este método y siguieron su propio camino. En el caso del pintor catalán, a través de su método paranoico-crítico que jugaba con las trampas visuales para engañar, de esta forma, al espectador.