Los trastornos mentales son un fenómeno que sigue estando profundamente estigmatizado, en parte por la falta de conocimiento. Bajo esta etiqueta de "desórdenes mentales", muchas personas agrupan todo tipo de conceptos confusos y en ocasiones aberrantes que, a la práctica, solo sirven para excluir.
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Mitos sobre las personas con trastornos mentales que deberías rechazar
Muchas veces se ha llegado a utilizar la idea de trastorno mental simplemente como adjetivo que habla mal de las persona y da motivos para temerla, merece la pena tener algo más de información sobre ello. A continuación encontrarás varios mitos sobre las personas con trastornos mentales.
1. Son casos irrecuperables y solo pueden estancarse o empeorar
Es cierto que el hecho de haber desarrollado un trastorno mental es algo que difícilmente se olvida, pero eso no significa que sus síntomas no pueden remitir hasta casi desaparecer. Esto, por supuesto, varía en gran parte dependiendo del problema que se presente en cada caso, pero hay que tener en cuenta que no hay una categoría con límites claros que delimite lo que es tener un trastorno o no tenerlo.
Por ejemplo, no es necesario que los síntomas desaparezcan del todo para recuperarse, del mismo modo en el que hay muchas personas que por su modo de vida no tienen problemas por sufrir miedo al entrar en un avión.
2. No entienden lo que se les dice
Presentar un trastorno mental no implica que también haya discapacidad intelectual. La mayoría de este tipo de pacientes son perfectamente capaces de entender cualquier explicación e incluso de aparentar no tener ningún problema emocional o cognitivo en el transcurso de una conversación.Conviene no tratar a estas personas con condescendencia y paternalismo, que a la práctica resultan insultantes.
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3. Pierden el contacto con la realidad
La creencia de que “la locura” consiste en cortar todo contacto con la realidad no es más que una excusa para estigmatizar a las personas con trastornos mentales, una manera de apartarlas de la vida pública y de favorecer que sus intereses no puedan hacer virar la sociedad a favor de valores más inclusivos.
Del mismo modo en el que durante siglos la homosexualidad era marginalizada porque se contaba con el poder para criminalizar conductas que chocaban con el modelo de familia nuclear, hoy se habla sobre la supuesta falta de criterio de estas minorías para privarles de muchos derechos (a favor del resto de las personas).
Por supuesto, no existe ningún motivo racional por el que sea posible agrupar a las personas con trastornos bajo la etiqueta “locura” y se les atribuya la incapacidad para defender sus propios intereses en cualquier lugar y en cualquier momento.
4. Están enganchados a la medicación
Por un lado, es absolutamente falso que el hecho de presentar un trastorno mental suponga generar una relación de dependencia con un psicofármaco. Muchas personas deciden no medicarse, o bien su trastorno es de tan baja intensidad que ni siquiera se plantea el uso de estas sustancias para tratarlo.
Además, aunque una persona desarrolle adicción a un fármaco, esto no hace que adquiera un rango moral inferior. Muchas veces este vínculo de dependencia aparece de manera relativamente rápida y en situaciones de grandes dificultades y mucha presión. En parte, los fármacos son una respuesta a la necesidad de crear personas que se adapten a una sociedad que no está dispuesta a cambiar demasiado por ellos.
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5. Son personas violentas
Aunque las personas con trastornos mentales tienen motivos extras para experimentar ansiedad, eso no significa que canalicen este malestar dirigiéndolo en contra de los demás. De hecho, en muchos casos su tendencia es la de aislarse para no causar molestias a sus amigos y familiares.
6. Los trastornos mentales son un problema emocional
Esta es una de las interpretaciones clásicas de una corriente de “terapias alternativas” que consideran que las enfermedades y trastornos surgen por conflictos emocionales no resueltos. No solo es totalmente falso, sino que además es una idea extremadamente dañina, capaz de causar un gran dolor en pacientes y familiares, o incluso pueden llevar a la muerte.
El motivo es que responsabilizan al individuo de lo que le ocurre, lo cual a la práctica significa que si no hay mejoría la situación es vista como algo de lo que el paciente es culpable, por no querer afrontar esos problemas internos.
7. Pueden curar sus trastornos hablando sobre ellos
El simple hecho de recibir información o de poner lo que se siente en palabras no implica recuperarse. Los trastornos mentales están más allá del lenguaje, y aunque modificar las creencias ayuda, la recuperación llega a través de otras vías, como por ejemplo mediante la adopción de hábitos diferentes, técnicas que se aplican en casa, etc.
Así pues, los consejos no son una opción, porque los trastornos no nacen de la falta de información o por la ausencia de racionalidad. Las personas fumadoras siguen consumiendo cigarros a pesar de que saben perfectamente que eso es dañino, y lo mismo ocurre con los trastornos mentales. Aún a pesar de reconocer esas acciones y pensamientos que no son apropiados, estos se manifiestan por sí mismos, ya que no se tiene control sobre ellos en el momento en el que los síntomas se manifiestan.
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8. Parte de los síntomas de los trastornos mentales son llamadas de atención
Hay quien cree que las personas con trastornos mentales disfrutan haciendo que esto constituya una parte de su identidad ante los demás, como si hablasen sobre esta clase de problemas por el gusto de sentir la atención del resto o, quizás, su admiración. Sin embargo, esta es una concepción claramente solipsista de lo que es experimentar un trastorno.
Del mismo modo en el que una mala experiencia en el trabajo hace que hablemos de ello, los trastornos mentales, cuyos síntomas pueden llegar a ser más dolorosos y frecuentes que una bronca del jefe, hacen que naturalmente se quiera hablar de ello en ocasiones.