¿Quién no ha tenido alguna vez en su vida algún pensamiento del tipo “no voy a ser capaz de aprobar ese examen”, “nunca voy a conseguir un buen trabajo”, “no valgo para nada”, “seguro que caigo mal a mi compañero de mesa” o “no voy a encontrar una pareja nunca”? Este tipo de pensamientos son conocidos, en psicología, bajo el nombre de creencias irracionales.
Estos pensamientos pueden aparecer en ocasiones de forma aislada, pero se convierten en un problema cuando son reiterados y tan constantes que limitan y bloquean a la persona en determinadas facetas y actividades de la vida diaria. Como por ejemplo: en el ámbito laboral, a la hora de establecer relaciones sociales, hablando en público o incluso ante el cuidado de los hijos.
Así, lo peor de estas creencias no es solo el hecho en sí de que son irracionales, sino que actúan bloqueándonos, como pensamientos que nos sabotean y limitan.
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Los pensamientos limitantes
Desde que llegamos al mundo, a través de la educación reciba y de las relaciones establecidas, desarrollamos una forma de pensar y creamos unos esquemas de pensamiento en relación a las experiencias y situaciones vividas. A través de estos esquemas nosotros vamos a interpretar la información reciba de cada situación que vivamos, siendo para nosotros una interpretación objetiva y basada en la realidad. Sin embargo,el simple hecho de diponer de unos esquemas de pensamiento determinados y no otros hace que siempre experimentemos lo que nos ocurre de forma subjetiva.
Eso no significa que nuestra forma de pensar esté totalmente "despegada" de la realidad, por supuesto. Algunas de nuestras creencias, a pesar de no corresponderse perfectamente con la realidad, son lo suficientemente realistas como para funcionarnos. Sin embargo, otras son en gran parte irracionales.
Estas creencias irracionales son malinterpretaciones de lo que ocurre a nuestro alrededor. Son pensamientos negativos y automáticos, que quedan fuera de nuestro control, es como si nuestra mente nos estuviese boicoteando. Son estos pensamientos los que nos pueden llevar a desarrollar estados de ánimo disfuncionales y generar un gran malestar, sin ser conscientes de ello, ya que para nosotros nuestros pensamientos son la realidad.
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El magnetismo de los pensamientos que sabotean
Curiosamente, aunque los pensamientos limitantes se basen en creencias irracionales, eso no hace que terminemos por rechazarlos al ver que no se ajustan a la realidad. Esto es así porque, al creer en ellos, se vuelven, en parte, en una realidad.
De hecho, el malestar que generan estas creencias, así como la tendencia a atribuir el éxito a la suerte y los fracasos a nuestros atributos, hacen que pase lo que pase sigamos creyendo en estas ideas irracionales, lo cual a su vez hace que tengamos más probabilidades de fracasar o de no llegar a intentar llegar a nuestros objetivos a causa del miedo y la ansiedad.
Un ejemplo
A partir de un estímulo específico se activará un pensamiento, y a partir de este se generará una cadena de eventos. El pensamiento es generador de una emoción y la emoción dará lugar a una conducta.
Por ejemplo, pensemos en una persona que va en metro cuando de repente el metro se queda parado en el túnel por una avería y los pasajeros pasan más de treinta minutos encerrados en el vagón. Una vez pasado este episodio, esta persona al día siguiente subirá al metro, de nuevo, para dirigirse a su trabajo.
Una vez dentro del vagón comienzan a disparársele pensamientos negativos y automáticos constantes del tipo “seguro que el metro hoy se vuelve a quedar parado”, “como vuelva a pararse a mi me da algo”, “yo no aguanto aquí metido y encima con tanta gente”.
Estos pensamientos comienzan a generar un gran malestar en él, comienza a sentir que la falta el aire, que no puede respirar, el corazón se le acelera, síntomas los cuáles le hacen preocuparse más y que estos “pensamientos autoboicoteadores” aumenten por momentos convirtiéndose en un círculo que es imparable para la persona.
El hombre decide que la mejor idea será bajarse del vagón en la siguiente parada aunque no sea la suya, una vez fuera se encuentra mucho mejor y los pensamientos disminuyen. Esto es una conducta de evitación, viéndose en este ejemplo hasta qué punto estos pensamientos pueden ser limitantes.
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La indefensión aprendida
Si nos acostumbramos a alimentar este tipo de creencias irracionales, caemos en la trampa; los pensamientos limitantes acaban dominándonos, es decir, perdemos el control sobre ellos y se convierten en una auténtica bomba de relojería para nosotros. Nos dejamos llevar totalmente por ellos. ¿Por qué? Porque para nosotros es nuestra realidad, es lo que hemos aprendido a interpretar a partir de una situación determinada.
Y es que nuestro cerebro siempre va más allá hasta convertir dicha situación en algo catastrófico y sin solución. Cuando estamos en este punto podemos actuar de una manera pasiva, es decir, vemos que no hay nada que hacer. Esto en psicología se conoce como indefensión aprendida; la persona se inhibe ante determinadas situaciones debido a la sensación que tiene de no poder hacer nada y no responde a pesar de que hay oportunidades para cambiar la situación la cual evita.
Esto puede pasar por ejemplo ante un tipo de error cognitivo conocido como adivinación del pensamiento, por ejemplo, alguien habrá pensado más de una vez “para que voy a estudiar si siempre suspendo esta asignatura”. Hay una posibilidad real de que la persona pueda hacer algo ante esta situación, quizás necesita estudiar o esforzarse más que con otras asignaturas, pero su pensamiento es que jamás conseguirá aprobarlo.
Esta idea habrá aparecido a partir de experiencias previas donde ha podido suspender varias veces, apareciendo probablemente la distorsión cognitiva de tipo catastrofista “nunca voy aprobar esta asignatura, iré a septiembre, pero en septiembre tampoco aprobaré y finalmente nunca podré sacarme la carrera”. Esta posición pasiva que adoptamos ante la situación puede llevarnos a una tristeza profunda e incluso a desarrollar sentimientos depresivos, para que veáis la fuerza que puede tener nuestros pensamientos sobre nosotros mismos.
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¿Qué hacer? Posibles soluciones
Es importante que poco a poco aprendas a identificar tus propias distorsiones cognitivas y las emociones que se disparan con estos pensamientos. Si las detectas tendrás una mayor capacidad para controlarlos e impedir que te limiten y dominen en distintas áreas de nuestra vida.
Escribir sobre estos pensamientos y sentimientos también es algo muy beneficioso. Nos ayuda a exteriorizar y poner fuera de nosotros nuestro malestar, nos permite darle una forma y un sentido y por un momento podemos cortar ese círculo que se retroalimenta una y otra vez.
Si este tipo de pensamientos te asaltan constantemente es porque algo no está bien dentro de ti: quizás tengas una autoestima dañada o llevas un tiempo pasando por una situación difícil a la cual no sabes hacer frente. Haz caso a las señales y alarmas que tu mente y cuerpo ponen en funcionamiento y quizás te estén avisando de que es el momento de pedir ayuda. Nosotras podemos ayudarte.