El cáncer es una amenaza social y médica muy presente en el día a día. Se estima que uno de cada dos hombres presentará un tumor cancerígeno antes de su deceso, mientras que la cifra en mujeres es algo menor, pero igualmente preocupante (una de cada tres). En el año 2018, se diagnosticaron un total de 18.000.000 casos de cáncer, el 11,7% de ellos neoplasias de pulmón. Este tipo de cáncer, el más extendido del mundo, se cobró en el año 2020 casi dos millones de vidas.
Podemos seguir citando durante horas datos sobre el cáncer, pero todos conocemos a alguien que lo ha sufrido o hemos perdido algún familiar a manos de él: sabemos su importancia y riesgos. Lo que sí que cabe destacar es que, por extraño que parezca, no todos los tumores son cánceres ni todos los cánceres se presentan con tumefacciones. Por ejemplo, el 80% de los bultos que aparecen en las glándulas salivales son benignos y el 90% de las visitas al ginecólogo por mujeres jóvenes preocupadas con bultos en las mamas se quedan en sustos.
Con base en esta premisa, podemos afirmar que un bulto no siempre se asocia a un cáncer (en muchos casos, esta última es de las opciones menos probables). Hoy te presentamos qué es un bulto en la ingle o tumefacción inguinal, cuáles son sus causas y los posibles tratamientos que se pueden llevar a cabo para ponerle fin.
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¿Qué es un bulto inguinal?
Un tumor es cualquier alteración de un tejido que provoque un aumento en su volumen. Aunque lo asociemos directamente con un cáncer, el proceso de tumefacción es algo totalmente normal en nuestro cuerpo: junto con el dolor, el rubor y el calor, la tumefacción es uno de los signos típicos de los procesos inflamatorios.
Tal y como indica la Clínica Universidad Navarra, un tumor es cualquier hinchazón, bulto o tumefacción que se presente en el cuerpo. De todas formas, se suele usar para designar un evento concreto en el contexto de neoplasia, es decir, una proliferación celular rápida y desordenada que provoca un crecimiento excesivo en un tejido concreto.
En este caso, fijamos la atención en las tumefacciones que pueden aparecer en la ingle. Esta es la parte del cuerpo donde se unen el muslo de las extremidades inferiores con el torso, y presenta una elevada cantidad de glándulas sudoríparas apocrinas en su tejido. En esta zona se encuentra el canal inguinal, una estructura que contiene vasos sanguíneos y linfáticos, el nervio ilioinguinal, el cordón espermático en hombres y el ligamento redondo en mujeres.
Estos datos no solo son interesantes a nivel anatómico, sino que explican por qué a veces aparecen bultos inguinales de forma repentina en la zona de la ingle sin motivo aparente. La mayoría de los escenarios no corresponden a cánceres, sino a ganglios linfáticos inflamados, como veremos posteriormente.
Las posibles causas de un bulto en la ingle
Tal y como indica la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, la mayoría de bultos inguinales se pueden agrupar en las siguientes entidades clínicas: cáncer, infecciones en las piernas, infecciones sistémicas o infecciones de transmisión sexual (ITS).
En este punto, cabe destacar que no vamos a cubrir aquellos bultos superficiales que pueden surgir de forma esporádica por cualquier motivo inocuo: picadura de un insecto, espinillas, pelos enquistados, etc. Asumimos que estas entidades clínicas son ampliamente conocidas a nivel general, así que nos fijamos en las posibles formaciones más “internalizadas”, que son las que suelen hacer sonar las alarmas.
1. Linfomas
El linfoma es el tipo de cáncer circulatorio más frecuente en el mundo y el tercer tipo de neoplasia maligna más habitual en la edad pediátrica. Hay más de 35 tipos de linfomas diferentes, así que centrarnos en las particularidades de cada uno de ellos es imposible. Nos basta con saber que los linfomas no Hodgkinianos son el séptimo grupo tumoral más extendido, que se presenta en 7,7 de cada 100.000 hombres y 5,2 de cada 100.000 mujeres.
Un bulto en la ingle por un linfoma ejemplifica que los linfocitos (células defensivas del sistema inmunitario) están proliferando de forma desmedida en el sistema linfático debido a mutaciones en su genoma. Por ello, los ganglios del canal inguinal pueden comenzar a hincharse y hacerse más evidentes, dando lugar a una tumefacción palpable en la zona de la ingle. Como con otros tipos de cánceres, la quimioterapia, la radioterapia y el trasplante de médula ósea suelen ser los caminos a seguir en estos pacientes oncológicos.
2. Cánceres secundarios
Debido al estrecho contacto de los canales linfáticos con los tejidos del cuerpo, es normal que un tumor en cualquier órgano se disemine en primer lugar a los ganglios. Esto es muy usual en los cánceres de mama y, por ello, la palpación y análisis de los ganglios adyacentes al seno suelen ser un buen indicativo del índice de crecimiento de tumor primario.
En el caso de que un bulto en la ingle corresponda a un cáncer en otra parte del cuerpo, cabe destacar que no estamos hablando de un linfoma. Las células que están proliferando en el ganglio son las mismas que las del tumor primario, se encuentre donde se encuentre. Por ello, hablamos de una tumefacción secundaria y, aquí ya entra en juego el término “metástasis”.
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3. Hernia inguinal
Una hernia se produce cuando un tejido u órgano sobresale a través de un punto débil de los músculos abdominales. La prevalencia de las hernias alcanza hasta a un 40% de la población en algún momento de su vida, sobre todo en personas de 61 a 80 años de edad (casi la mitad de los pacientes se encuentran en este rango etario).
Las hernias inguinales se manifiestan como protusiones del intestino en zonas del pubis/ingle, lo que se traduce en un bulto inguinal que se hace más evidente cuando el paciente está erguido o hace algún esfuerzo.
Algunas no tienen causas concretas, mientras que otras se pueden atribuir a sobreesfuerzos físicos continuados en el tiempo, debilidad muscular abdominal intrínseca o toses crónicas. Para solucionar una hernia, toca someterse a cirugía (ya sea laparoscópica o de tipo abierto).
4. Infección
En este caso, hablamos de un fenómeno conocido como adenopatía o linfadenopatía. Los ganglios linfáticos se inflaman cerca de los focos corporales donde se está sufriendo una infección, pues aquí se producen los primeros contactos entre el antígeno del patógeno y los linfocitos B y T, desarrollándose así una respuesta inmune rápida y efectiva.
La proliferación natural de linfocitos (y por tanto agrandamiento de los ganglios) como respuesta a un proceso inflamatorio es completamente normal durante un cuadro infeccioso. Las linfadenopatías más conocidas son aquellas que se producen en los ganglios del cuello frente a una infección de las vías respiratorias superiores, pero también pueden agrandarse los ganglios inguinales por una infección, sobre todo si es de índole sexual.
Por esta razón, un bulto en la ingle puede ser signo de clamidia, gonorrea o herpes genital. En estos casos toca recurrir a tratamientos antibióticos o antifúngicos, dependiendo de la naturaleza del patógeno con el que se ha infectado el hospedador.
5. Lipomas
Un lipoma es un tumor benigno del tejido blando. Esto quiere decir que el crecimiento de sus células es autolimitado y estas no invaden otros tejidos, así que no existe potencial metastásico. Los lipomas se presentan en forma de bultos grasos (de tejido adiposo) que se localizan de forma muy superficial, son indoloros y se pueden “mover” al tacto. Son el tipo de tumor de tejidos blandos más comunes en adultos y no requieren tratamiento, pues no reportan complicaciones casi nunca.
6. Quiste
Los quistes epidermoides son pequeños bultos superficiales no cancerosos que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, aunque son más frecuentes en la cara, cuello y tronco. Este bulto suele deberse a una proliferación atípica de queratinocitos, pero al igual que el lipoma, es una surgencia completamente inofensiva que no tiene por qué ser tratada, más allá de cuestiones estéticas.
Importancia de consultar al médico ante ciertos síntomas
La aparición de bultos o tumefacciones en cualquier parte del cuerpo puede ser alarmante, pero también es un síntoma que no debe pasarse por alto. Consultar a un médico ante la presencia de bultos anómalos, cambios en el aspecto de la piel o cualquier otro síntoma inusual es clave para un diagnóstico temprano y preciso.
Aunque muchos de estos bultos pueden ser benignos y no tener consecuencias graves, en otros casos pueden ser indicadores de infecciones, trastornos inmunológicos o incluso cáncer. Un especialista puede realizar las pruebas necesarias para identificar la causa exacta y determinar si es necesario algún tipo de tratamiento o intervención. Así, la consulta médica se convierte en una herramienta esencial para detectar cualquier problema de salud en su etapa inicial y abordarlo de la mejor manera posible, incrementando las posibilidades de un tratamiento exitoso.
Resumen
Como habrás podido observar, son muchas las causas de un posible bulto en la ingle. Si esta formación aparece de forma paulatina o está presente desde que naciste, seguramente estés ante un quiste o un lipoma. Si por el otro lado su surgencia es repentina, es muy probable que se deba a un ganglio linfático inflamado por un proceso infeccioso.
De todas formas, tampoco podemos olvidarnos de la importancia de los linfomas o de los indicativos de metástasis que a veces son los ganglios linfáticos inflamados. Lo mejor es que, ante cualquier sospecha o surgencia de un bulto atípico, acudas al médico con presteza para curarte en salud.