Cada vez son más las personas que recurren a los animales buscando un camino diferente o complementario a la terapia tradicional. Si bien es cierto que la más accesible es la terapia asistida por perros, existen otras opciones que se encuentran en pleno crecimiento gracias a sus efectos específicos.
El caballo se ha hecho un hueco en el mundo terapéutico, y no faltan razones, pues ambos están aportando muchísimo, sobre todo en patologías infantiles. Veamos, pues, cómo es la terapia con caballos. ¿Por qué ellos y no otros?
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El caballo, desde Hipócrates hasta hoy
Las terapias con caballo no se han inventado hoy, ya Hipócrates contaba cómo en la Antigua Grecia se daba paseos a caballo a personas con enfermedades incurables para mejorar su autoestima.
Desde entonces se ha avanzado mucho y actualmente se conoce que principalmente son tres las características de este animal que funcionan como base de la terapia:
1. Su calor corporal
El caballo tiene una temperatura corporal más elevada que la del ser humano, por tanto la transmisión de este calor ayuda en la relajación muscular y estimula la percepción táctil. Además junto con el movimiento suave de la marcha provoca lo que se conoce como “efecto mecedora”, es una sensación que, sobre todo en los niños, genera seguridad y un espacio de protección.
2. Su transmisión de impulsos rítmicos
Por medio del movimiento el caballo transmite estos impulsos al cinturón pélvico, la columna vertebral y las extremidades del jinete. Gracias al concepto de plasticidad cerebral, se sabe que los impulsos fisiológicos que se inician en el tejido muscular y óseo pueden compensar áreas neuronales dañadas al activar otras nuevas. Este objetivo es el mismo que se busca con la fisioterapia, pero en este caso es el caballo quien estimula.
3. El patrón de locomoción
Un patrón de locomoción equivalente al patrón fisiológico de la marcha de los humanos resulta muy útil en terapia con animales.
Este supuesto tiene mucho valor en pacientes que no tienen el control necesario de la cabeza y el tronco, por ejemplo en personas con parálisis cerebral. Durante la monta el paciente camina sentado, con el tiempo y la práctica necesaria ese patrón se puede ir automatizando y generar mejoras en la marcha.
Por otra parte, el sentirse unido al caballo y notar el avance del mismo genera confianza en uno mismo y en el entorno, un aspecto clave en el proceso terapéutico.
¿Cómo se realiza la equinoterapia?
Los beneficios de la terapia con el caballo no se obtienen meramente a partir del contacto animal, es necesario orientar y planear los pasos de la terapia y seguir determinados procesos para obtener los mejores beneficios.
Existen dos maneras de relacionarse con el caballo, de forma que el paciente pueda adaptar la terapia a sus necesidades.
1. Hipoterapia
El paciente se beneficia de las cualidades del caballo adaptando su cuerpo a los movimientos del animal. A este proceso se le pueden añadir ejercicios neuromusculares que estimulen el tono muscular, el equilibrio y la coordinación.
2. La monta terapéutica
Esta alternativa une al aprendizaje de la equitación un objetivo terapéutico. La meta es ser un jinete activo, y se consigue combinando el entrenamiento con juegos terapéuticos y ejercicios neuromusculares y de gimnasia.
Se trata de una terapia integral, es decir, que tiene efectos terapéuticos muy diversos. Actúa sobre todo en la regulación del tono muscular, la locomoción, la estabilidad del tronco y la cabeza, la psicomotricidad, y en la construcción de la simetría corporal. También favorece la integración sensorial y el sistema propioceptivo (percepción de la postura y de los movimientos propios).
Además, la concentración y la atención se ven beneficiadas durante la terapia, así como un aumento en la autoestima y la autoconfianza. Influye tanto en la comunicación verbal y no verbal; y disminuye la agresividad y fomenta valores como la cooperación y la responsabilidad.
Son múltiples los cuadros clínicos para los que esta terapia es recomendable: parálisis cerebral, esclerosis múltiple, síndrome de Down, escoliosis, lumbago, párkinson, trastorno de hiperactividad y déficit de atención, autismo… Pero también hay otras para las que está contraindicada como la displasia de cadera, la espina bífida, la distrofia muscular (debilidad en los músculos) o la hemofilia (defecto en la coagulación de la sangre)
Una reflexión final
Con estas terapias innovadoras no se pretende reemplazar los tratamientos convencionales, sino ofrecer un complemento, esto es, la búsqueda de un buen trabajo en equipo que consiga un engranaje perfecto y que mejore la calidad de vida del paciente.
La equinoterapia es otra de las muchas herramientas de las que dispone la psicología y las ciencias de la salud en general para mejorar la calidad de vida de los pacientes.