Joseph Ducreux: biografía del “pintor de las muecas”

Indagamos en la vida y la obra del artista que se autorretrató bostezando o riéndose del espectador.

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En un cuadro fechado en 1790 vemos a un Joseph Ducreux que nos mira con sorpresa, como si lo hubiéramos asustado. El lienzo se llama Sorpresa y terror; pintado sobre un fondo neutro y vestido el pintor con tonalidades muy neutras, nos recuerda inevitablemente a la Medusa de Caravaggio.

Pero no es este el único cuadro de Ducreux que nos puede sorprender. De hecho, este artista francés, contemporáneo de la Ilustración y la Revolución Francesa, tiene un sinnúmero de obras en las que se retrata a sí mismo con un gesto exagerado en el rostro, que podríamos denominar perfectamente “mueca”. Ya sea por su expresión de terror, de sorpresa o de mofa, estos autorretratos a nadie dejan indiferente. Hoy indagamos en la vida y la obra del “pintor de las muecas”, Joseph Ducreux.

Breve biografía de Joseph Ducreux, el artista que autorretrató sus propias muecas

En realidad, y a pesar de que pueda parecernos algo curioso, Joseph Ducreux no hizo nada que no se hubiera realizado con anterioridad. En concreto, en Holanda, donde, desde el siglo XVI, existían los famosos tronies, retratos en primer plano del rostro de una persona (de hecho, la palabra deriva de un vocablo que se utilizaba en holandés antiguo para referirse al rostro de una persona). La mayoría de estos tronies mostraban, en concreto, a personas deformando su cara en divertidas muecas.

Podríamos rastrear los orígenes de esta tradición en la fascinación que han ejercido siempre en el ser humano las deformaciones y el reflejo “oscuro” de las cosas. Pongamos por ejemplo las singerie, donde los protagonistas eran monos que interpretaban los más bajos instintos y los vicios del ser humano y que, de este modo, servían como vehículo moralizante. Pero veamos con más detenimiento cuándo empezó Ducreux a pintar sus gestos extravagantes.

De refinado caballero a burlesco bufón

A pesar de que la familia de Joseph Ducreux no pertenecía a las altas élites, no se puede decir que no fuera gente más o menos acomodada. De hecho, en uno de los primeros autorretratos que realiza, podemos ver a un joven Joseph muy erguido, bien vestido, elegante y con un rostro serio pero agradable.

Muy diferentes serían los autorretratos que ejecutaría en las décadas finales del siglo XVIII, donde vemos a un Ducreux envejecido prematuramente que nos regala actitudes a cada cual más cómica y burlesca. De hecho, en ocasiones, nos parece que lo que pretende el pintor, en realidad, es burlarse de nosotros…

Parece ser que los primeros pasos en el arte de la pintura los aprendió el joven Joseph de su padre Charles, que también era pintor. Más tarde, sin embargo, y una vez instalada la familia en París, el adolescente empieza a tomar lecciones de Maurice Quentin de la Tour (1704-1788), un afamadísimo pintor de pasteles que era, además, un excelente retratista.

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La forja de un gran retratista

Tomemos, por ejemplo, uno de los autorretratos que De la Tour realizó, el denominado Autorretrato con chaqueta de encaje (1751) y conservado en el Museo de Picardía. Vemos al pintor elegantemente ataviado con una levita azul que armoniza perfectamente con los colores suaves del fondo, que van desde el azul claro hasta el azul más oscuro. En el lienzo sólo destaca el rostro, que se aleja de la paleta fría para adentrarse en las cálidas tonalidades ocres y rosas.

Pero vayamos a lo que más nos importa: el rostro de Quentin de la Tour. El maestro se ha retratado con una expresión distendida, con una leve sonrisa (que apreciamos en la elevación de la comisura de los labios) y con un brillo intenso en los ojos. Es decir, que aunque su gesto no es para nada teatral, ya vemos que De la Tour es, además de un maravilloso dibujante, un excelente captador de emociones, algo fundamental en un retratista.

Joseph Ducreux seguirá sus pasos y se imbuirá de este gusto por la expresión facial, que él llevará al extremo. Pero, de momento, el joven alumno realiza retratos “formales”, ejecutados con brillantez, eso sí, para diversas personalidades del París de la época. Retratos como el de Madame Clotilde de Cerdeña, ejecutado en 1768, o, más especialmente, el extraordinario retrato al pastel del escritor francés Pierre Choderlos De Laclos, nos ofrecen una idea de las altas capacidades de Ducreux como retratista.

¿Un pintor no académico en la corte? ¡Qué escándalo…!

Pero el gran encargo de Ducreux llegaría en 1769, cuando, tras rechazar a otros artistas renombrados (probablemente, por ser demasiado caros), la corona pone en las manos del joven pintor la responsabilidad de captar el rostro de la futura Delfina de Francia, Antonia, la hija adolescente de la emperatriz María Teresa de Habsburgo. De este modo, nuestro personaje parte hacia Viena y logra captar la belleza angelical de la niña (eso sí, con unos rasgos mucho más adultos que los que poseía, seguramente para agradar al rey de Francia). Esta niña, plasmada en el lienzo con el pomposo vestuario de los retratos oficiales, no es otra que la futura María Antonieta, esposa de Luis XVI.

El retrato de su prometida agrada mucho al Delfín, y también al rey, Luis XV. A partir de entonces, la fama de Ducreux crece imparable; mucho más, después de que María Antonieta, a su llegada a Francia, lo nombre su pintor personal y le ofrezca el título de barón. A la jovencita también le ha encantado el retrato y, para escándalo general (solo los pintores vinculados con la Academia podían aspirar a semejante posición) encarga a Ducreux sus retratos oficiales.

Mientras asciende por los peldaños de la fama, Ducreux se casa y tiene varios hijos; entre ellos, Rose-Adelaïde, que seguirá los pasos de su padre y se convertirá en una extraordinaria retratista. Tristemente, fallecerá por la fiebre amarilla, en 1802, con solo cuarenta años.

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Ante la Revolución… muecas

Paralelamente a los retratos oficiales (no solo de la Delfina y futura reina, sino también de personajes clave de la sociedad francesa del momento), Ducreux realiza las que, sin duda, serán sus obras más conocidas: sus famosos autorretratos ejecutando muecas y gestos muy expresivos. Uno de los más famosos es su Portrait de l'artiste sous les traits d'un moqueur (Retrato del artista con los rasgos de un burlón), donde vemos al pintor, ataviado con la moda revolucionaria, que nos señala sin pudor, nos mira a los ojos y se ríe abiertamente… con nosotros o de nosotros, depende de cómo se mire.

Ducreux había ejecutado algunas obras con anterioridad que plasmaban el mismo tema. Pero no solo lo encontramos interpretando el papel de burlón, sino también el de hombre sorprendido (en la citada Sorpresa y terror), el de hombre desperezándose (Autorretrato bostezando, 1783) y también el de hombre cauto, en el muy conocido autorretrato llamado El discreto (c. 1790), donde Ducreux nos pide silencio desde la tela, llevándose un dedo a los labios.

Mientras el artista realizaba estas obras cómicas, Francia se sumía en la Revolución y, más tarde, en el Terror liderado por Robespierre. Parece que esta vorágine no afectó a Ducreux que, tras una breve estancia en Londres (1791-1792) regresó a París y, junto al afamadísimo Jacques-Louis David (1748-1825), volvió a tocar el cielo de la gloria artística con las manos. ¿Cómo pudo librarse de la guillotina, habiendo sido el retratista oficial de la mismísima reina ejecutada? Quién sabe. Seguramente, las conexiones de David con Marat y compañía ejercieron de salvoconducto.

Joseph Ducreux falleció en 1802 en París, en plena era napoleónica. No hace mucho se identificó uno de sus dibujos, realizado en la década de 1790, que muestra el rostro cansado y triste de un prematuramente anciano Luis XVI. Ducreux tuvo la prudencia de realizar el retrato durante su exilio en Inglaterra. Se trata del último dibujo conocido del monarca; el 21 de enero de 1793, su cabeza rodaba y Francia se convertía en República.

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  • BAETJER, K. (2019), French Paintings in the Metropolitan Museum of Art from the Early Eighteenth Century Through the Revolution, Metropolitan Museum of Art
  • SADURNÍ, J.M., Los "tronies" o la exageración expresiva en el siglo de oro holandés, publicado en Historia National Geographic, 18 de junio de 2023
  • SIERRA, R., Estos autorretratos del siglo XVIII muestran el lado divertido del retrato rococó, publicado en https://mymodernmet.com/ en enero de 2022
  • Joseph Ducreux: The Man Behind the Meme, video del canal Samson Historical, directo del 28 de septiembre de 2022: https://www.youtube.com/watch?v=7_XPA3s0Qy0

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Sonia Ruz Comas. (2024, mayo 28). Joseph Ducreux: biografía del “pintor de las muecas”. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/biografias/joseph-ducreux-biografia

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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